Van a tener que rodar
tareas pesadas
en la tormenta bajo el auspicio
de una manta galardonada con sudor.
Uniendo fuerzas bajo un tono de acero,
cabezas con aplausos confirman que lo suyo
es un tintineo frágil de vago cristal.
Semillas de un atronador presente,
hace unos años pudimos contratar
a un equipo de fortuna,
una panda de sabuesos que interferían sin saberlo,
rompiendo mandíbulas con sus nudillos de tuétano,
ahora son mantis que pugnan por la muda
colgadas de una rama, defienden su fe.
En un cementerio de esperas,
ahorran tribulaciones con castillos de tierra,
fundan sus merodeos en cimientos de corrosión,
pero a su pesar atraviesan fulgurantes todas las noches
menguantes de lunas.
Lejos de aquí, y de la instancia,
de la ventanilla donde se acurrucan pelucas
las voces de una rana despierta
que croa sin cesar por un mañana clara,
salta en una acequia sin nombre,
busca alerta un mosquito en el adoquín,
mientras, un piano suena en el bar de al lado,
el negro Jimmy juega sin pausa una bohemia rapsodia,
la cubana Foebe mueve su cuerpo al fondo, en la barra,
el contrabajo hace el amor con el melotrón,
abajo, en la cloaca, la rata Mariana se frota la cola,
piensa si un golpe de fortuna inmortalizará su figura
en el espejo de su propia casa,
como el anuncio que retumba con su devorado eco...
si un compás más nos acompañara un rato, piensa la chica,
sólo una copa más y a la cama,
me cubriré de suaves sábanas perfumadas,
de jabón de marsella, pompa y espuma,
burbujas de ensueño que encubran los vaivenes
de mis piernas desnudas, peludas piernas desnudas
que sobresalen menudas, bronceadas y sensuales,
de la rana por la boca al ser cuyo sobaco habita en aquel piso,
hay un salto de piedra, un anca de rana.