Sí, eso es justo lo que quiero decir: no sería mala idea hacerlo así, que tú respondas a mis comentarios filosóficos, onanistas, de la forma que mejor te parezca. Puedes extenderte si quieres; que el término "parrafada" adquiera todo su significado de una forma notable, irritante. La palabra, hoy en día, no es más que pasatiempo en el 90% de los casos. Pero algo que me preocupa más es, ¿verdad que resulta pedante asignar un porcentaje a una afirmación difusa? Las palabras, para el hombre moderno, representan una forma de comunicación unilateral disfrazada de bilateralidad. No hablamos, escupimos; en cada afirmación hay una disculpa velada, una excusa entre líneas, una queja constante, una demanda anhelante, compasión por uno mismo, o la euforia de un castañear transitorio de médula. Y nuestro interlocutor hace lo mismo, en un acto de disparar perdigones al aire, a nadie en concreto. Porque en realidad tenemos a alguien delante, sí, lo estamos mirando, pero no importa. Porque lo que importa no es estar vivo y crear conexiones con el mundo, lo que importa es la angustia, ese velo denso, molesto, inútil, sin fundamento, entre uno mismo y el mundo. Y hay que darle voz a diario, sacarla, alimentarla, ahuecarle la almohada para que descanse tranquila una noche más. Quien consigue afinar en su ser este sentido de fachada de la palabra hablada, puede darse cuenta de hasta qué punto esto es cierto. ¿Cuántos se dan cuenta de esto? No lo sé. Pero existe otra forma de comunicarse, que es la forma del ser humano. Podría haber decidido lanzarme a explicar esa forma natural de comunicación en este escrito, de no ser porque lo que estoy haciendo en este segundo es escupir. Pero estaba a punto de hacerlo, oye.
Un tío hablando solo

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20/11/13
17/11/13
muerte de una foca
Es un paraje agreste y monótono,
infinito, azotado por un viento oceánico de rachas salvajes que castiga árboles
y matorrales y los doblan hasta hacerlos crujir, un frío afilado que seca la
boca y quiebra los huesos. Tras aquella extensión, la muerte. El borde de un
inmenso acantilado, un balcón a lo inhabitable, a las distancias incalculables
que convertían cualquir enormidad en un vestigio. Allá abajo toda la materia era uniforme y poderosa, el aire y el agua, jugueteando a subir y bajar con una agitación que el hombre allí en medio sentiría escalofrío de soledad. Justo debajo, kilómetros de
caída en picado a través de aristas cortantes hasta un mar enrabietado con olas
brutales que desgajan las paredes a mordiscos como una criatura que ataca para
después morir, despidiendo un olor que
emerge de las profundidades con emanaciones de algas y ostras. Es el imperio de
la sal fresca y oscura, donde se pierde el espacio. Es el lugar donde jamás
querrías estar. Es inhóspito, hostil, desconocido, latigará tu alma y corromperá
tu cuerpo hasta que no quede de ti más que una lágrima.
Estos pensamientos mismos me
elevan y me llevan hasta el borde mismo del acantilado. El corazón me empieza a
latir más deprisa. Estoy muy asustado. No quiero morir. Por qué, de repente, me
veo en el mismo bore del abismo, cuando en realidad lo que quiero es salir de
aquí? Alzo la mirada. Un rojo intenso y violento en el cielo se asoma entre las
nubes negras, densas y cargadas que atraviesan como enormes cetáceos la bóveda
del océano. No es el sol. Es un volcán gigantesco. Surge en alta mar, como un
titán enfurecido. Entre un círculo de espuma empieza a derramar su vómito
incadescente. Una ola se dirige hacia aquí."
2/10/13
Lo llaman la cuna del hogar, el imperio del mueble, el
centro de compras terapéuticas... pero lo cierto es que estos pasillos helaron
la sangre de Beremundo desde el primer momento. El gigantesco edificio estaba
desierto, solo las luces de emergencia se atrevían a mostrar aquellas galerías.
La visión en penumbra de muebles, lámparas y estancias enteras montadas hacía
que permanecer ahí cinco minutos más fuese insoportable. Cuando Beremundo quiso investigar por su
cuenta la oleada de desapariciones, él no sabía nada del Viscoelástico. Ahora sabe
demasiado, y es que hacer demasiadas preguntas no siempre es recomendable;
tampoco lo es colarse en semejante sitio de madrugada. Antes de subir a la
primera planta iba con la cabeza bien alta, abrazando certezas racionales y con
un desprecio humorístico hacia los rumores y la superstición… todo cambió
rápido, tan rápido que no se reconocía. Todo lo que lo rodeaba tenía la
impronta de lo humano, de un hogar humano que nunca terminaba. Una sensación de
presencia le heló la sangre: cuando uno siente ese tipo de miedo, en medio del
silencio, hay algo dentro que grita por escapar, por volar y desaparecer, por
estar lejos. De vez en cuando, por el rabillo de su ojo podía ver sombras que
se levantaban de los colchones, cosa que quiso atribuir a la sugestión y a la
interpretación visual. En una ocasión pudo ver una especie de cabeza
asomándose, muy poco a poco, de detrás de un sofá. Esa figura, con unos ojos
que se insinuaban en lo oscuro, se asomaba con tal lentitud que Beremundo tuvo que
quedarse mirándola un minuto para asegurarse de que, en efecto, se movía. Toda
defensa racional terminó cuando, al girar a la izquierda tras lo que parecía
ser la sección de bebés, se encontró frente a un mostrador de información. Tras
él había una sombra siluetesca, una figura humana, inclinada con sus brazos
apoyados en el mostrador. La oscuridad era considerable, pero Beremundo supo
que aquella silueta lo miraba. Los ojos eran dos franjas de color blanco, ovoides,
con algún rasgo oriental, fijos en él como ninguna mirada podía fijarse. De la
silueta salió una voz.
-
¡Despierta, muchacho!
-
Coño, ¡¿qué?!
-
Anoche dormí… sí, sí, dormí. Soñé que tenía una
cremallera en el pecho. Me lo abrían.
-
¿Cómo? Escucha, trabajas aquí?
-
Sentí que se aliviaba la presión de mis tejidos.
-
¡Carajo! Hombre, que me cago, háblame normal por Dios…
-
¿Espumado o moldeado? Elige: el molde será cerrado en
todo caso.
-
¡La madre que...!
-
Tranquilo, ven, mira… así los poros están abiertos. No
reposas, eres reposo. Mira. El sosiego
es ocio.
-
Espera, espera, vamos a intentar poner un poco de…
-
Pero, ¿qué hay de malo en darse una tregua?
Cuando Beremundo quiso reaccionar para salir de allí, solo
entonces, se dio cuenta de que estaba sentado en un sofá con “chaise longue”.
Su superficie estaba cubierta con una manta de franela. Quiso acariciarla.
Esta no es más que una de las historias que se cuentan en
los dormitorios por la noche; no hace falta decir que Beremundo está, sin más,
en paradero desconocido. Días después, ocho empleados del establecimiento
presentaron su dimisión. Sigue habiendo vacantes.
23/8/13
10/8/13
tareas pesadas
Van a tener que rodar
tareas pesadas
en la tormenta bajo el auspicio
de una manta galardonada con sudor.
Uniendo fuerzas bajo un tono de acero,
cabezas con aplausos confirman que lo suyo
es un tintineo frágil de vago cristal.
Semillas de un atronador presente,
hace unos años pudimos contratar
a un equipo de fortuna,
una panda de sabuesos que interferían sin saberlo,
rompiendo mandíbulas con sus nudillos de tuétano,
ahora son mantis que pugnan por la muda
colgadas de una rama, defienden su fe.
En un cementerio de esperas,
ahorran tribulaciones con castillos de tierra,
fundan sus merodeos en cimientos de corrosión,
pero a su pesar atraviesan fulgurantes todas las noches
menguantes de lunas.
Lejos de aquí, y de la instancia,
de la ventanilla donde se acurrucan pelucas
las voces de una rana despierta
que croa sin cesar por un mañana clara,
salta en una acequia sin nombre,
busca alerta un mosquito en el adoquín,
mientras, un piano suena en el bar de al lado,
el negro Jimmy juega sin pausa una bohemia rapsodia,
la cubana Foebe mueve su cuerpo al fondo, en la barra,
el contrabajo hace el amor con el melotrón,
abajo, en la cloaca, la rata Mariana se frota la cola,
piensa si un golpe de fortuna inmortalizará su figura
en el espejo de su propia casa,
como el anuncio que retumba con su devorado eco...
si un compás más nos acompañara un rato, piensa la chica,
sólo una copa más y a la cama,
me cubriré de suaves sábanas perfumadas,
de jabón de marsella, pompa y espuma,
burbujas de ensueño que encubran los vaivenes
de mis piernas desnudas, peludas piernas desnudas
que sobresalen menudas, bronceadas y sensuales,
de la rana por la boca al ser cuyo sobaco habita en aquel piso,
hay un salto de piedra, un anca de rana.
tareas pesadas
en la tormenta bajo el auspicio
de una manta galardonada con sudor.
Uniendo fuerzas bajo un tono de acero,
cabezas con aplausos confirman que lo suyo
es un tintineo frágil de vago cristal.
Semillas de un atronador presente,
hace unos años pudimos contratar
a un equipo de fortuna,
una panda de sabuesos que interferían sin saberlo,
rompiendo mandíbulas con sus nudillos de tuétano,
ahora son mantis que pugnan por la muda
colgadas de una rama, defienden su fe.
En un cementerio de esperas,
ahorran tribulaciones con castillos de tierra,
fundan sus merodeos en cimientos de corrosión,
pero a su pesar atraviesan fulgurantes todas las noches
menguantes de lunas.
Lejos de aquí, y de la instancia,
de la ventanilla donde se acurrucan pelucas
las voces de una rana despierta
que croa sin cesar por un mañana clara,
salta en una acequia sin nombre,
busca alerta un mosquito en el adoquín,
mientras, un piano suena en el bar de al lado,
el negro Jimmy juega sin pausa una bohemia rapsodia,
la cubana Foebe mueve su cuerpo al fondo, en la barra,
el contrabajo hace el amor con el melotrón,
abajo, en la cloaca, la rata Mariana se frota la cola,
piensa si un golpe de fortuna inmortalizará su figura
en el espejo de su propia casa,
como el anuncio que retumba con su devorado eco...
si un compás más nos acompañara un rato, piensa la chica,
sólo una copa más y a la cama,
me cubriré de suaves sábanas perfumadas,
de jabón de marsella, pompa y espuma,
burbujas de ensueño que encubran los vaivenes
de mis piernas desnudas, peludas piernas desnudas
que sobresalen menudas, bronceadas y sensuales,
de la rana por la boca al ser cuyo sobaco habita en aquel piso,
hay un salto de piedra, un anca de rana.
24/6/13
La curda de una última noche
¿Y dónde irá el humo de todas las hogueras a descansar?
En algún lugar entre la tinta y el papel
se estremece un continuo palpitar de sueños.
Palpito así, soñando, riendo; y es solo cuando miro
a lo lejos que vuelvo a saber, como siempre, de mi.
Perdido en esta jungla de alabastro, el sálvese
quien pueda en las entrañas...
y los parpadeos de las prostitutas del parque
suman tanto como los pétalos del Edén.
Bruseku
En algún lugar entre la tinta y el papel
se estremece un continuo palpitar de sueños.
Palpito así, soñando, riendo; y es solo cuando miro
a lo lejos que vuelvo a saber, como siempre, de mi.
Perdido en esta jungla de alabastro, el sálvese
quien pueda en las entrañas...
y los parpadeos de las prostitutas del parque
suman tanto como los pétalos del Edén.
Bruseku
15/6/13
dulce membrillo
Dean R. Koontz es un escritor estadounidense de novelas de terror por el que siempre he sentido una predilección casi patológica y que, en mi opinión, tiene el mérito de haber escrito varias novelas que superan en calidad a lo que su compatriota y Stephen King nos tiene acostumbrados.
Mi vida ya no volvió a ser la misma desde que una mañana, mientras mis padres se aseaban para llevarme al colegio.
Me entretenía examinando las portadas de los libros de nuestra biblioteca. Tras unos momentos ojeando distraído, una cubierta con letras grises y anchas, casi fluorescente, llamó mi atención.
En el mismo momento en que mis dedos atraparon aquel tomo, me sentí como un aventurero desempolvando un desconocido manuscrito.
Me bastó con una rápida ojeada. Ni siquiera leí la sinopsis. Yo lo elegí y él me eligió a mí. Y, al instante, tomé una decisión.
Sin pararme a sopesar las consecuencias, aquella misma tarde, en cuanto el reloj marcó las tres y media, me despedí y salí de casa.
En lugar de bajar las escaleras para ir nuevamente al colegio, llamé al ascensor invadido por incontrolables temblores y subí al último piso del edificio.
Salí del ascensor a hurtadillas, me deslicé silenciosamente hasta la puerta de nuestra bodega e introduje lentamente la llave.
La puerta se abrió con un chirrido. Inspiré ese aroma a cerrado, a humedad, a trastos almacenados que inspiran las viejas historias de fantasmas y apariciones y disfruté de mi victoria.
Ahora podría descifrar a solas aquel dulce membrillo que tanto ansiaba leer sin que nadie me molestara.
Fue uno de los momentos más vibrantes de mi vida. Aquel en el que, por una vez, decidí desviarme del camino establecido para internarme en lo desconocido.
Al día siguiente, estuve toda la mañana en clase mirando por la ventana en vez de la pizarra, soñando con los misterios que me depararía el segundo capítulo de aquella terrorífica historia.
-¿Es que nunca ha visto usted llover? -dijo el profesor-.
Luego escuché risas a mi alrededor.
Tardé en darme cuenta de que todos me miraban. Ni siquiera me hallaba presente en aquella sala.
Mi vida ya no volvió a ser la misma desde que una mañana, mientras mis padres se aseaban para llevarme al colegio.
Me entretenía examinando las portadas de los libros de nuestra biblioteca. Tras unos momentos ojeando distraído, una cubierta con letras grises y anchas, casi fluorescente, llamó mi atención.
En el mismo momento en que mis dedos atraparon aquel tomo, me sentí como un aventurero desempolvando un desconocido manuscrito.
Me bastó con una rápida ojeada. Ni siquiera leí la sinopsis. Yo lo elegí y él me eligió a mí. Y, al instante, tomé una decisión.
Sin pararme a sopesar las consecuencias, aquella misma tarde, en cuanto el reloj marcó las tres y media, me despedí y salí de casa.
En lugar de bajar las escaleras para ir nuevamente al colegio, llamé al ascensor invadido por incontrolables temblores y subí al último piso del edificio.
Salí del ascensor a hurtadillas, me deslicé silenciosamente hasta la puerta de nuestra bodega e introduje lentamente la llave.
La puerta se abrió con un chirrido. Inspiré ese aroma a cerrado, a humedad, a trastos almacenados que inspiran las viejas historias de fantasmas y apariciones y disfruté de mi victoria.
Ahora podría descifrar a solas aquel dulce membrillo que tanto ansiaba leer sin que nadie me molestara.
Fue uno de los momentos más vibrantes de mi vida. Aquel en el que, por una vez, decidí desviarme del camino establecido para internarme en lo desconocido.
Al día siguiente, estuve toda la mañana en clase mirando por la ventana en vez de la pizarra, soñando con los misterios que me depararía el segundo capítulo de aquella terrorífica historia.
-¿Es que nunca ha visto usted llover? -dijo el profesor-.
Luego escuché risas a mi alrededor.
Tardé en darme cuenta de que todos me miraban. Ni siquiera me hallaba presente en aquella sala.
9/5/13
baratillo
TODO
A UN EURO
La actitud de JOHN: No es
un blandengue pero se muestra ansioso y asustado cuando se enfrenta a la
autoridad y es evidente que su situación le entristece.
ESCENA 1
EL ESCENARIO ESTÁ A
OSCURAS SALVO POR LA DÉBIL
LUZ PROCEDENTE DE UNA FAROLA QUE BRILLA A TRAVÉS DE LAS
CORTINAS.
SE PERCIBE CLARAMENTE UN
ABULTAMIENTO DE LA CAMA.
El cruel, estridente silbido de un despertador digital.
Puede que sea posible transmitir que el aire en la habitación es húmedo y frío
(¡Esto es Inglaterra!).
UN GRUÑIDO, UN GEMIDO, UN
RASGUÑO (Sonidos de JOHN y MUJER despertando).
La siguiente conversación transcurre a oscuras. No
vemos a los actores.
MUJER: ¿Te tienes que
marchar ya?
JOHN: Es hora de que me marche.
MUJER: Nos podemos quedar
en la cama todo el domingo.
JOHN: Eso
sería estupendo. Quizás tu madre
podría quedarse con los niños.
MUJER: Deberías tener un
trabajo mejor, con un mejor sueldo.
JOHN: Tengo suerte de
tener trabajo cuando menos.
MUJER: Un hombre con tus
capacidades. Es una deshonra.
JOHN: Adiós, cariño. Te veo esta noche. Besa a los niños de mi parte.
MUJER: Voy a hacer
salchichas y puré.
JOHN: Eso será estupendo.
MUJER: Con guisantes
JOHN: Fantástico.
MUJER: Así que no llegues
tarde o encontrarás la cena seca y repugnante.
JOHN: Haré cuanto pueda.
MUJER: Los guisantes se
encogerán como tus pelotas después de un baño.
SONIDO DE UN PORTAZO
SILENCIO
ESCENA 2
ALMACÉN
JOHN APILA LA
MERCANCÍA EN LAS ESTANTERÍAS. ESTÁ SUBIDO A UNA ESCALERA.
LLEVA GAFAS DE MONTURA NEGRA. SUS GAFAS SE CAEN Y SE ROMPEN AL CHOCAR CON EL
SUELO.
JOHN: Esto no es más que mierda. Sólo mierda ¿Por qué a las personas les gusta la mierda?
¿Qué hace la gente con esta mierda?
JOHN BAJA DE LA
ESCALERA CON CUIDADO Y SE PONE A BUSCAR LAS GAFAS A CUATRO
PATAS. LAS ENCUENTRA.
OBVIAMENTE, ESTÁN ROTAS.
LAS ARREGLA CON UN POCO DE CINTA
AISLANTE MARRÓN. LAS TIENDE A LA
LUZ Y BAJA, LAS LIMPIA CON LA ESQUINA DE LA CAMISA/CAMISETA Y SE LAS VUELVE
A PONER.
JOHN COGE UN PAR DE CAJAS. SUBE A LA ESCALERA Y LAS COLOCA EN SU
LUGAR. BAJA DE LA
ESCALERA. SE QUEDA MIRANDO A UN MONTÓN DE CAJAS APILADAS
ESPERANDO A SER COLOCADAS. SACUDE LACABEZA, CRUZA LA HABITACIÓN HACIA
SU CHAQUETA, QUE CUELGA DE UN GANCHO EN UNA PUERTA/PARED. SACA ALGO DEL
BOLSILLO DE SU CHAQUETA (cigarrillos). MURMURA ENTRE DIENTES ALGO QUE SUENA A
UN GRUÑIDO, SACUDE SU CABEZA, ABANDONA LA ESCENA.
GERENTE (LLAMADO “SEÑOR”) ENTRA.
SEÑOR CAMINA HASTA EL CENTRO DEL
ESCENARIO. SE LLEVA LAS MANOS A LAS CADERAS Y MIRA A SU ALREDEDOR.
JOHN ENTRA.
SEÑOR: ¡John!
JOHN: ¡Señor!
SEÑOR: ¿Dónde has estado John?
JOHN: Salí fuera a echar un pitillo.
Lo siento, señor.
SEÑOR: Eso no es bueno para tu salud John. Tampoco deberías escaparte a
ningún sitio en horas de trabajo. Tendré que deducirte una hora de la paga,
John.
JOHN: Por favor, no haga eso señor. La recuperaré, señor.
SEÑOR: Dos horas extra esta tarde deberían ser suficientes, John. A las
estanterías no les vendría mal algo de limpieza y después puedes volver a
colocar toda la existencia. Bonito y ordenado.
JOHN: ¡Oh! Sí, señor. Gracias, señor. Por supuesto, señor.
SEÑOR: No me lo agradezcas, John. Eres un buen trabajador, John. Un
empleado valioso, la salsa de la vida.
JOHN: Gracias, señor.
SEÑOR: Es más. Bajé hasta aquí para informarte de que has ganado la rifa
para el personal. Has ganado una semana en Ibiza, John. Para ti y tu familia ¡Qué
te parece!
JOHN: ¡Cielos, señor! Nunca hemos salido al extranjero.
SEÑOR: Espero que lo disfrutes, John. Claro, que esto es con la condición
de que nos ayudes aquí, con el almacén, todos los sábados y domingos.
JOHN: Bueno, señor. No estoy seguro de que a la parienta vaya…
SEÑOR: El sueldo será el habitual, claro, de otro modo tendríamos que descontártelo
de las vacaciones. Ésta representa una oportunidad de oro para ti: llevarte a
tu familia de viaje a ver el mundo que hay ahí fuera. Expandir tus horizontes. Puedes
pensar en ello como un viaje de estudios, John. Puedes visitar uno o dos almacenes
en las tiendas de Ibiza. Ver cómo lo hacen. Coger algunas ideas. Es un privilegio y un considerable acto de
generosidad por parte del departamento de gestión del Almacén de Todo a un
Euro. Estoy seguro de que tu mujer estará encantada.
JOHN: Si lo pone usted así señor, supongo que…
SEÑOR: No estoy diciendo que parezcas desagradecido, John, pero míralo de este modo, podrías
considerar esto como un regalo de Navidad para tu familia. Y eso, en sí mismo,
representará un ahorro de dinero considerable.
JOHN: Nunca había pensado en ello, señor. Gracias, señor.
SEÑOR: No se espera que pienses en las cosas. Para eso estamos los gerentes.
Transmítele mi afecto a tu mujer y dales un abrazo a tus maravillosos hijos de
mi parte. ¿Tienes hijos, verdad?
JOHN: Sí, señor. Gracias, señor.
SEÑOR: No me des las gracias, John. Eres un buen trabajador. Te lo mereces.
JOHN: ¡Oh! Sí, señor. Gracias, señor.
LAS GAFAS DE JOHN SE HAN EMPAÑADO (DE LA EMOCIÓN). SE LAS QUITA PARA LIMPIARLAS Y CUANDO
SE LAS VUELVE A PONER ADVIERTE QUE EL SEÑOR SE HA IDO. SE VUELVE Y REANUDA SU
TRABAJO DE COLOCAR (LA MIERDA)
EN LAS ESTANTERÍAS PARA SER RECOGIDA.
TELÓN
ESCENA 3
EL SEÑOR VUELVE
SEÑOR (señalando): No debería tener ese aspecto.
JOHN: ¿No debería? ¿Qué quiere decir?
SEÑOR: Torcida. Mira esa caja. No está derecha
JOHN: En nada de tiempo volverá a estar como es debido.
SEÑOR: El orden en las estanterías, John, es vital. Así como la limpieza
¿Qué es lo que veo ahí?
JOHN: Un corazón de manzana. Lo dejé allí ayer porque estaba en mi hora de
almuerzo y llegó un nuevo cargamento…
SEÑOR: No podemos tener corazones de manzana llenando de porquería las
estanterías. Estás despedido.
JOHN: ¡Oh! No, señor. Por favor, señor (John se arrodilla). Lo tendré todo
hecho en un momento, señor. Todo volverá a estar como nuevo.
SEÑOR: Todas las estanterías desprenden un tufillo...
JOHN: Lo siento, señor. Lo siento. Las tendré colocadas en un abrir y
cerrar de ojos.
SEÑOR: Creo que soy un buen hombre, un tipo razonable ¿Acaso no lo soy, John? No me gusta
meterme en follones.
JOHN: ¡Oh! Sí. Lo es, señor. Siento tanto ofenderle.
SEÑOR: Sólo Dios sabe cuándo volverás a casa esta noche.
JOHN: No tiene importancia. Lo dejaré todo correctamente.
SEÑOR: Bueno, asegúrate de que lo haces.
JOHN: ¿Estoy despedido señor?
SEÑOR: Veré. Puede
que te lo pase esta vez. No lo
vuelvas a hacer ¿Cuántos niños, John?
JOHN: Cuatro, señor.
SEÑOR: ¿Jóvenes?
JOHN: Uno, dos, cuatro y seis, señor.
SEÑOR: No debe ser fácil con tu sueldo.
JOHN: No, señor.
SEÑOR: ¿Tu mujer trabaja?
JOHN: No, señor. Cuida de los niños.
SEÑOR: Tienes una buena mujer ahí, ¿eh?
JOHN. Sí, señor.
SEÑOR: Quizás podría conseguir un trabajo más adelante, ¿eh?
JOHN: Sí, señor. Quizás.
SEÑOR: Siempre buscamos mujeres jóvenes e inteligentes para nuestras
tiendas, John. Tenlo presente.
JOHN. Sí, señor. Gracias. Lo haré. Aunque quizás prefiera un trabajo con
posibilidades.
SEÑOR: No seas impertinente, John.
JOHN: Me disculpo, señor. No pretendía que sonara así.
SEÑOR: Espero que no. Ponte a ello.
JOHN: Sí, señor. Gracias, señor.
TELÓN
FINAL
N.F, C.P.L, A.M.H
3/4/13
antígona
Muchas cosas hay portentosas, pero ninguna tan portentosa
como el hombre;
él, que ayudado por el noto tempestuoso llega hasta el otro extremo de la espumosa mar, atravesándola a pesar de las olas que rugen, descomunales;
él que fatiga la sublimísima divina tierra, inconsumible, inagotable, con el ir y venir del arado, año tras año, recorriéndola con sus mulas.
Con sus trampas captura a la tribu de los pájaros incapaces de pensar y al pueblo de los animales
él, que ayudado por el noto tempestuoso llega hasta el otro extremo de la espumosa mar, atravesándola a pesar de las olas que rugen, descomunales;
él que fatiga la sublimísima divina tierra, inconsumible, inagotable, con el ir y venir del arado, año tras año, recorriéndola con sus mulas.
Con sus trampas captura a la tribu de los pájaros incapaces de pensar y al pueblo de los animales
salvajes y a los peces que viven en el mar,
en las mallas de sus trenzadas redes, el ingenioso hombre que con su inteligencia domina al salvaje animal montaraz; capaz de uncir con un yugo que por ambos lados sujete al caballo de poblada crin y al toro también infatigable de las praderas; y la palabra por sí mismo ha aprendido y el pensamiento, rápido como el viento, y el carácter que regula la vida en sociedad,
y a huir de la intemperie desapacible que apuntalan dardos de nieve y lluvia: recursos tiene para todo, y, sin recursos, en nada se aventura hacia el futuro;
solo la muerte no ha conseguido evitar, pero sí se ha provisto de instrumentos para eludir las
en las mallas de sus trenzadas redes, el ingenioso hombre que con su inteligencia domina al salvaje animal montaraz; capaz de uncir con un yugo que por ambos lados sujete al caballo de poblada crin y al toro también infatigable de las praderas; y la palabra por sí mismo ha aprendido y el pensamiento, rápido como el viento, y el carácter que regula la vida en sociedad,
y a huir de la intemperie desapacible que apuntalan dardos de nieve y lluvia: recursos tiene para todo, y, sin recursos, en nada se aventura hacia el futuro;
solo la muerte no ha conseguido evitar, pero sí se ha provisto de instrumentos para eludir las
enfermedades inevitables.
Referente a la sabia inventiva, ha logrado conocimientos técnicos más allá de lo esperable y a veces los encamina hacia el mal, otras veces hacia el bien.
Si cumple los usos locales y la justicia por divinos juramentos confirmada, a la cima llega de la
Referente a la sabia inventiva, ha logrado conocimientos técnicos más allá de lo esperable y a veces los encamina hacia el mal, otras veces hacia el bien.
Si cumple los usos locales y la justicia por divinos juramentos confirmada, a la cima llega de la
ciudadanía;
si, atrevido, del crimen hace su compañía, sin ciudad queda.
Ni se siente en mi mesa ni tenga pensamientos iguales a los míos, quien tal haga.
si, atrevido, del crimen hace su compañía, sin ciudad queda.
Ni se siente en mi mesa ni tenga pensamientos iguales a los míos, quien tal haga.
Sofocles
the beast within
Todos
los hombres son animales
Situación:
Dos hombres se sientan en un banco y hacen
comentarios sobre las personas que pasan por delante.
Hablan con
un acento refinado. Beben, cada uno de su propia botella.
POLT: Aún tengo ese sueño, mi
esperanza, mi canción, un buen día volveré a donde pertenezco, hay un lugar
para mí, vaya si lo hay. Todo esto es un error estúpido.
DOLT: Mira a esa titi. Encantadoras
formas. Camina con estilo. Uno dos. Uno
dos. Arriba abajo. Arriba abajo. Apuesto a que no las lleva
puestas. Caminando así… ¿Crees que sentirá algo de fricción? ¿Humedad
acaso?
POLT: Debería sentirme liberado. Satisfecho
con mi elección. Debería ser el hombre que rechazó a la
sociedad. Y no el hombre que fue rechazado por la sociedad y que no tiene a
dónde ir.
DOLT: Un idiota en traje. Una
corbata ridícula. Intenta aparentar que es rico. No
tiene ni un centavo. Más pobre que yo, ¿a que sí, colega? Ni
siquiera podría invitarme a un litro. Venga pues, cómprame una
botella. Veamos de qué color es tu dinero. ¡Seguro que ni tienes!
POLT: No soy un vagabundo borracho. Pero
tengo que hacer algo para entretenerme hasta que pueda recuperar mi lugar en la
sociedad. Entonces les abriré los ojos. Cambiaré las reglas.
DOLT: Este brandy chino es horrible.
POLT: Mañana me voy a apuntar a un
curso de educación para adultos para mejorar mis competencias profesionales.
DOLT: Yo también fui un niño pequeño
como aquel que va por la acera agarrado de la mano de su madre, mientras ella
miraba en los escaparates las cosas que no podía tener, preguntándome si me
compraría un helado o algunos dulces, preguntándome si ya que estábamos de
compras pararíamos en un café a descansar y podría tomar un bollo con crema y
un vaso de zumo de frutas.
POLT: Debo recuperar mi posición. Empezaré
como un simple empleado y ahorraré. Leeré con meticulosidad las
páginas de finanzas y analizaré las tendencias sociales e invertiré mi salario
en las acciones que tengan mejor prospección. Me enamoraré, y ella se
enamorará y tendremos un hijo como ese y disfrutaremos mutuamente de nuestra
compañía. Seremos amigos y amantes.
DOLT: ¡Mira el tamaño de esas!
POLT: Iré a pescar con el chaval y le
enseñaré cómo jugar al tenis y a ella le daré todos mis cuidados y la llevaré
al teatro y a un restaurante y acudiré a otros eventos sociales de forma
habitual para poder mostrarla y para que pueda sentirse orgullosa de mi brazo y
arreglarse para la ocasión. A todas las mujeres les encanta
arreglarse. Ya desde pequeñas empiezan a cogerle el
gusto.
DOLT: ¡Señora! ¡Mire
aquí señora! ¡Chúpeme la piruleta!
POLT: Déjalo ya, por el amor de Dios. Cualquiera
diría que siempre piensas en lo mismo.
DOLT: Si con un poquito bastaría.
POLT: Tú no quieres vivir ni este ni
ningún otro tipo de vida. Tú lo que quieres es vivir en un dilema
constante.
DOLT: He tenido niños, sí, sí. He
tenido hijos pero ya no los veo. Como recuerdo, es una carga bastante pesada.
POLT: Añoras algo que no quisiste, que
rechazaste, que ahora quieres que vuelva.
DOLT: Pero si lo tuviera de vuelta,
pronto lo volvería a rechazar, así soy, me conozco, así que evito el problema,
ese problema, y ese problema es mi vida.
POLT: Tampoco deseas vivir en este
problema, así que te zambulles en un estado de constante dilema. Creo
que me gusta vivir en un estado de constante dilema.
DOLT: Haría la vida más fácil.
POLT: Desde luego que sí.
POLT: Qué tal describir trocitos de
vida. Es lo que hago para pasar el tiempo. Incluso si no vives ni una vida
ni otra, es interesante describirlas.
DOLT: ¿Estás seguro de que solo hay
dos vidas posibles que vivir?
POLT: Básicamente, absolutamente. Podemos
analizar a cada una de estas personas y descubrir cuál de las dos lleva.
DOLT: O han llevado o van a llevar.
POLT: También podemos analizarnos
mutuamente. Empecemos por ahí. Al verte caminar, si caminar es
la palabra que describiera el tipo de pose que empleas al caminar, yo diría que
has sido un empleado o un autónomo. Que has vivido con una mujer,
has tenido hijos, los has criado y cuando los críos se han ido de casa, te has
puesto a analizar la situación. Has decidido que lo mejor para
ti y tu mujer es que tú te vayas de casa. Y entonces, tu conciencia
culpable te ha impulsado a donar todos tus bienes a tu mujer, dejar tu trabajo
o autoempleo avergonzado por un profundo sentimiento de soledad, sentarte en
este banco y empezar a beber.
DOLT: Eso no le ocurre a poca gente. Llegar
a esa conclusión no es tan difícil. Yo diría que a ti te ha ocurrido
más o menos lo mismo.
POLT: Al contrario. Yo decidí este
estilo de vida, o al menos he emprendido este estilo de vida porque no he sido
capaz de encontrar a una mujer con quien vivir y a quien amar y a quien dejar y
a quien darle todas las posesiones pertenecientes a mi culpable conciencia.
Se acerca una mujer. DAISY. Ella no habla con
acento refinado.
DAISY: Hola chicos. Acabo
de ahogar a mis dos bebés en la bañera y he abandonado avergonzada mi casa.
DOLT: Eso es un acto terrible.
DAISY: No paraban de gritar. Gritaban
y lloraban, me despertaban. No podía dormir bien ni una sola noche. Algo
saltó dentro de mí. Simplemente no pude evitarlo. Me encantan los niños, son unos
enanos entrañables.
POLT: Es comprensible, todos tenemos
un límite, llega un momento en que explotas y ya no hay marcha atrás, le pasa a
todo el mundo, se expresa de varias maneras y con diversos resultados, no
siempre letales, pero casi siempre acaban en un trastorno.
DOLT: ¿Por qué los ahogaste en la
bañera? ¿Por qué no los has asfixiado o arrojado por la ventana? Ahogarlos
en la bañera es algo realmente deliberado. Antes has debido llenarla de agua y
luego ir a por ellos uno por uno y ahogarlos de uno en uno. Mientras
que si los tiras por la ventana, solo habría durado uno o dos segundos, o si
los hubieras asfixiado, podrías haber sujetado dos almohadas, una en cada mano,
y a otra cosa Mari Rosa.
DAISY: Yo no me llamo Mari Rosa.
POLT: Es solo una forma de hablar.
DAISY: Tú no metas las narices en esto. Estoy
hablando con mi amigo, no contigo.
DOLT (A POLT): Lárgate a otra parte, zángano.
DAISY: Me arrepiento con toda mi alma. Realmente
me arrepiento. Yo quería a esos pequeños. Los habría cuidado con todo mi
corazón hasta que estuvieran preparados para salir del nido.
DOLT: Me gustaría haber tenido una
madre así. La mía siempre estaba ocupada con algo. Siempre
fuera, siempre con algo que hacer, nunca tenía tiempo para mí. Tuve que cuidar
yo de mí mismo. Aseguraba que yo era capaz de freír un huevo
desde los cuatro años. Estaba orgullosa de mí. Tenía muchos amigos,
decía, esta es tía Mari Rosa cariño, dile hola a tía Mari Rosa.
DAISY: Así que tenías una tía que se
llamaba Mari Rosa, yo no, tú tenías una tía Mari Rosa.
DOLT: Sí, yo tuve muchas tías Maris
Rosas.
DAISY (A POLT): ¿Ves? ¡Te lo dije! Yo
nunca tuve una tía Mari Rosa. Me confundes con otra persona. Me
confundes con él. Con tu amigo este.
POLT: A mí no me metas. Ya es
mayorcito para hablar por sí mismo. No lo conozco tanto. Nos
acabamos de conocer hoy. Nos hemos sentado en este banco espalda con
espalda a ver pasar el tiempo. A ver a la gente pasar. No lo
conozco tanto como para saber que tenía una tía Mari Rosa. ¿Cómo
podría saberlo? Ni siquiera sé cómo se llaman
las tías de mi madre.
DOLT: Los años pasan, amigo. Puede
que no te lo haya dicho porque puede que estén todas muertas. Sus
tías muertas no te habrían servido para nada, ¿verdad?
DAISY: No tengo ninguna tía llamada
Mari Rosa, al menos que yo sepa. Y ninguna de mis difuntas tías
se llamaba así. O las tías de mi madre. Ni
las tías de mi padre, por lo que yo sé. Imagino que alguna de ellas
podía haberse llamado así. ¿Pero cómo podrías saberlo si ni siquiera lo
sé yo? Es más, ya que estamos, es posible que haya una tía Mari Rosa en tu
familia.
DOLT: “Es posible que todos hayamos
tenido una tía Mari Rosa en la familia. Mari Rosa es un nombre muy
común, así que probablemente es un hecho, una estéril certitud, que todos
hayamos tenido una tía Mari Rosa en la familia en algún punto de nuestro
trayecto genealógico.
DAISY: Se nota que eres un hombre
educado. Me gustan los hombres educados.
DOLT: Podría educarte a ti.
POLT: Él no es un hombre educado. Yo
soy aquí el educado, no él.
DOLT: ¡Guárdate tus opiniones! ¡Ocúpate
de tus asuntos!
DAISY: Sí, no metas las narices en
esto. Te lo hemos dicho antes. O mi amigo hará que te
arrepientas.
LLEGA OTRA MUJER. MAY. TAMPOCO HABLA CON UN
ACENTO REFINADO.
MAY: Aquí estás. Te he estado
buscando por todas partes. Contando tus típicas historias, imagino. Le
encanta contar embustes. Una mentirosa compulsiva, sin control. ¡No
creáis nada de lo que dice!
POLT: “¿Por qué tuvo niños si no los
quería? ¿Acaso falló su instinto maternal? ¿Tú podrías decirnos por qué
querría asesinar a sus hijos? Es obvio que el simple hecho de
que gritaran y lloraran no fue la única causa de semejante irritación. Los
niños gritan y lloran todo el rato. Esa es su condición, su
comportamiento natural, una expresión de su grito de auxilio, su instinto de
supervivencia.
MAY: Ella nunca ha tenido hijos y
mucho menos los ha matado.
DOLT: Así que todo ha sido puro
teatro. Simples palabras para llamar nuestra atención. Semejante
a las maquinaciones de la prensa. Intentaba ser sensacionalista.
MAY: Eso no tiene nada que ver con
decir que es sensacional, ¿verdad? Lo que quiero decir es que no tiene
precisamente aspecto de ser sensacional.
DOLT: No lo sé. Me da
igual. Tú tampoco lo pareces, por cierto. Apuesto a que no has comido
proteína en todo el día.
DAISY: Pensé que era tu dedo pequeño
saliendo por el agujero de tu bolsillo. ¿Seguro que lo que querías era
llamar nuestra atención?
MAY: Para mí parece más bien un
dígito. Yo, por mi parte, hice arder a toda mi familia. Incendié
la casa a primera hora de la mañana cuando mi marido, mi hija y mi hijo, de
cinco y tres años respectivamente y mi suegra se encontraban dentro. Me quedé fuera viendo como todo se reducía a
cenizas. No se escuchó ni un murmullo. Ni un llanto, ni un grito. Nadie
habría imaginado que había alguien dentro. No sintieron nada.
Las dos mujeres se alejan y caminan hasta una
esquina donde comienzan a charlar en un tono íntimo e inaudible.
POLT y DOLT colocan las botellas en medio de
los dos sobre el banco. DOLT ve la suya vacía, coge la de POLT. POLT
golpea a DOLT en la cabeza repetidamente con la botella vacía y luego, al caer
DOLT en el suelo, le da patadas hasta que muere. A continuación, vuelve a
sentarse en el banco y bebe de su botella.
Las mujeres permanecen en la esquina del
escenario y ríen.
POLT (sigue haciendo comentarios sobre las
personas que pasan): Ahí hay otra, mira.
No me importaría
tirar de esos elásticos.
FIN
18/3/13
institución
ojo:
Astros, oídme lejanos,
cuando agarro el telescopio
y os miro,
vuestra es mi gozada,
vuestro es el espejo en el que añoro
mi olvido
y vuestros los miles de destellos
que siento al oír mis latidos.
árbol:
¡Astros!
Os desveláis tal cual
con desnudas lentejuelas
al frío de la nada,
vuestro destello es mi desafío
y vuestra luz, mi secreto.
Aquí postrado,
en firme tierra arraigo
como vosotras mismas,
alzando mis hojas
a los soplos invisibles
cuyos fulgores
alimentan mi savia.
Y mientras, se filtra entre mis ramas
el jolgorio de pueblos lejanos.
Ojo:
Ciencia, madre de Sofía,
testigo de mis descubrimientos,
compañera de mis gozos,
caminar contigo es pura fruición.
Sin embargo, aún conservo
esta espina que tengo clavada
desde mi primer escarceo
con tu amor en la vida,
pues no dejo de quitarme
este amargo gusto que,
al intentar escaparme
agarrado de tu brazo
los dos juntos, y perdernos
por los caminos del mundo,
me deja al verme de repente
mutilado por los barrotes
de la institución.
Cuántas veces no habré
pensado ya en dejarlo todo,
pues se me detiene el aliento
al ver de frente y sin poder evitarlo
las sonrisas tuertas
de aquellos que ven belleza
en el canto de un pájaro enjaulado.
Astros, oídme lejanos,
cuando agarro el telescopio
y os miro,
vuestra es mi gozada,
vuestro es el espejo en el que añoro
mi olvido
y vuestros los miles de destellos
que siento al oír mis latidos.
árbol:
¡Astros!
Os desveláis tal cual
con desnudas lentejuelas
al frío de la nada,
vuestro destello es mi desafío
y vuestra luz, mi secreto.
Aquí postrado,
en firme tierra arraigo
como vosotras mismas,
alzando mis hojas
a los soplos invisibles
cuyos fulgores
alimentan mi savia.
Y mientras, se filtra entre mis ramas
el jolgorio de pueblos lejanos.
Ojo:
Ciencia, madre de Sofía,
testigo de mis descubrimientos,
compañera de mis gozos,
caminar contigo es pura fruición.
Sin embargo, aún conservo
esta espina que tengo clavada
desde mi primer escarceo
con tu amor en la vida,
pues no dejo de quitarme
este amargo gusto que,
al intentar escaparme
agarrado de tu brazo
los dos juntos, y perdernos
por los caminos del mundo,
me deja al verme de repente
mutilado por los barrotes
de la institución.
Cuántas veces no habré
pensado ya en dejarlo todo,
pues se me detiene el aliento
al ver de frente y sin poder evitarlo
las sonrisas tuertas
de aquellos que ven belleza
en el canto de un pájaro enjaulado.
4/3/13
camino de tierra
A duras penas, ya en mi ultimo suspiro, abro los ojos,
escocidos y resecos por la sal del mar... diviso un barco... me han visto? han
conseguido encontrarme en esta ultima agonia, mi ultima y desesperada sacudida de
brazos? vienen a a buscarme a salvarme... y yo nado, pero una vez más, he
pensado, y vuelvo a perder la partida,: la corriente tira de mis pies y me
arrastra a niveles profundos. Ya veo las vetustas coronas de flores que
coronarán mi tumba, y yo, dormido, dentro de un féretro, pensando en ti... pero,
¿qué eres?
Solo soy un sendero, insensato e ignorante romántico, un
sendero como este que recorres ahora, hijo mío, en pos de la diversión y la
evasión, pero aunque te lo parezca, no soy un atajo, soy Juan, soy la noche
oscura de tu alma y vengo a recogerte.
11/1/13
el ciclo del agua
Amo el modo que tienes de licuarte cuando, al aproximarme a tu presencia, me entregas a beber las aguas de tu sangre. Pero me quemas, antes de que me sacie del pecado comienzas a bullir en tu delirio. Cierro los párpados, inmóvil, sintiendo entre mis poros tu estado gaseoso y cuando a lo más alto se evaporan tus ansias sobre mí te desprendes, aguacero de dicha.
Amaya Blanco
8/12/12
Esta mañana me di un paseo por un pueblecito
de la alpujarra, en la cafeteria de un amigo un grupo de ancianos se
tomaban sus carajillos antes de ir a currar. Se me ocurrio preguntarles
como veian la crisis y la revolucion ciudadana. Se me echaron a reir.
"¿que revolucion? Si alli en la capital lo que quieren es seguir
chupando del bote. Si de verdad quisieran cambiar algo vendrian aqui a
trabajar
. Que es una pena la cantidad de
gente que pasa hambre en las ciudades y los pueblos estan abandonados,
no hay manos para cultivar ni pastorear. Los niños de cuatro pueblos van
a una sola escuela porque no hay profesores que quieran enseñar, ni
niños suficientes. Para ir al medico son hora y media de camino y dos de
cola en consulta que a remate tienes que ir a la capital para que te
den las recetas. Aqui los jovenes... Ninguno queria trabajo, que se gana
poco. Tos se fueron de albañiles, alguno vuelve con el rabo entre las
piernas ya... Pero aqui la mitad de las casas se caen y nadie hace na.
De politicos, pa elecciones nos pasa el coche con los altavoces. Ni nos
enteramos, ni nos afecta. Aqui... Si no es por las medicinas la luz y
agua nos apañamos con lo que sacamos de la cosecha y los cerdos. Que no
se vende, pos se comparte. Que se pasa frio, se abriga. Aqui no hace
falta tanto internet ni discotecas ni gramdes lujos... Cambiar? Lo que
tienen que hacer los tuyos, joven, es darse cuenta que para vivir a
gusto y sin sentirse preso. Primero han de ser capaces de cojer una
azada lo mismo que cojen un cubata. Que si quieren libertad, uno tiene
que ser capaz de procurarse su propio sustento y su propio abrigo. Aqui
la vida es dura, pero a todos nos iguala y lo que yo tengo de más lo
comparto, porque para cuando tenga de menos, habra quien tenga de más y
se acuerde de mi. Y a ver si vuelves con más tiempo que tanto en la
capital te esta dejando mal color. Que ya sabes lo bien que te sienta el
aire de aqui. Vamos, echame una mano pa esa cqja de naranjas que
quieres llevarte, el chotillo te lo estoy cebando, pa la semana que
viene lo tienes ya.
30/10/12
cercerrajadura
La cerradura cierra reduciendo la rozadura
¿qué buen cerrajero reducirá la cerrajura?
el cercerrajero que descerraje la descerrozadura
buen descerrajador de herraduras será,
más si abraza cientos de erizos cenizos
y raudo roza varias berzas,
riza lienzos y cerrones sin errar
o hebra raciones de briznas
con azotes de raciocinio,
cerrará con sazón la cera dura
y, sin cinismo,
no solo su broza descerrajará.
¿qué buen cerrajero reducirá la cerrajura?
el cercerrajero que descerraje la descerrozadura
buen descerrajador de herraduras será,
más si abraza cientos de erizos cenizos
y raudo roza varias berzas,
riza lienzos y cerrones sin errar
o hebra raciones de briznas
con azotes de raciocinio,
cerrará con sazón la cera dura
y, sin cinismo,
no solo su broza descerrajará.
16/10/12
vienen
Vienen loros a mi chimenea
a constatar el amor de la gente
o a ver cómo se pelean.
Sus graznidos soberbios,
alimentados por las apuestas,
hacen eco en el conducto
expulsando el hollín
que se formó con el uso
y haciendo temblar los cuadros
con capturas de los difuntos.
Vienen ocas a mi ventana
a espiarme mientras duermo
y entran sigilosas
a llevarse las mantas que me sobran.
Mi sonrisa, mientras, sueña impetuosa
con playas de arenas blandas
y atardeceres lejanos
en costas mitológicas,
con sus mares batientes
y sus calas de avena pastosa.
En mi tejado también descansan gárgolas grises.
A veces se giran para vigilarme
mientras simulan lamer su lomo de roca
y miran con desprecio
a la muchedumbre.
Cuando abro mi persiana por la mañana
quieren parecer inertes,
pero sé que por la noche
vuelan y vuelan desesperadas
buscando el alba a ciegas.
a constatar el amor de la gente
o a ver cómo se pelean.
Sus graznidos soberbios,
alimentados por las apuestas,
hacen eco en el conducto
expulsando el hollín
que se formó con el uso
y haciendo temblar los cuadros
con capturas de los difuntos.
Vienen ocas a mi ventana
a espiarme mientras duermo
y entran sigilosas
a llevarse las mantas que me sobran.
Mi sonrisa, mientras, sueña impetuosa
con playas de arenas blandas
y atardeceres lejanos
en costas mitológicas,
con sus mares batientes
y sus calas de avena pastosa.
En mi tejado también descansan gárgolas grises.
A veces se giran para vigilarme
mientras simulan lamer su lomo de roca
y miran con desprecio
a la muchedumbre.
Cuando abro mi persiana por la mañana
quieren parecer inertes,
pero sé que por la noche
vuelan y vuelan desesperadas
buscando el alba a ciegas.
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