Todos
los hombres son animales
Situación:
Dos hombres se sientan en un banco y hacen
comentarios sobre las personas que pasan por delante.
Hablan con
un acento refinado. Beben, cada uno de su propia botella.
POLT: Aún tengo ese sueño, mi
esperanza, mi canción, un buen día volveré a donde pertenezco, hay un lugar
para mí, vaya si lo hay. Todo esto es un error estúpido.
DOLT: Mira a esa titi. Encantadoras
formas. Camina con estilo. Uno dos. Uno
dos. Arriba abajo. Arriba abajo. Apuesto a que no las lleva
puestas. Caminando así… ¿Crees que sentirá algo de fricción? ¿Humedad
acaso?
POLT: Debería sentirme liberado. Satisfecho
con mi elección. Debería ser el hombre que rechazó a la
sociedad. Y no el hombre que fue rechazado por la sociedad y que no tiene a
dónde ir.
DOLT: Un idiota en traje. Una
corbata ridícula. Intenta aparentar que es rico. No
tiene ni un centavo. Más pobre que yo, ¿a que sí, colega? Ni
siquiera podría invitarme a un litro. Venga pues, cómprame una
botella. Veamos de qué color es tu dinero. ¡Seguro que ni tienes!
POLT: No soy un vagabundo borracho. Pero
tengo que hacer algo para entretenerme hasta que pueda recuperar mi lugar en la
sociedad. Entonces les abriré los ojos. Cambiaré las reglas.
DOLT: Este brandy chino es horrible.
POLT: Mañana me voy a apuntar a un
curso de educación para adultos para mejorar mis competencias profesionales.
DOLT: Yo también fui un niño pequeño
como aquel que va por la acera agarrado de la mano de su madre, mientras ella
miraba en los escaparates las cosas que no podía tener, preguntándome si me
compraría un helado o algunos dulces, preguntándome si ya que estábamos de
compras pararíamos en un café a descansar y podría tomar un bollo con crema y
un vaso de zumo de frutas.
POLT: Debo recuperar mi posición. Empezaré
como un simple empleado y ahorraré. Leeré con meticulosidad las
páginas de finanzas y analizaré las tendencias sociales e invertiré mi salario
en las acciones que tengan mejor prospección. Me enamoraré, y ella se
enamorará y tendremos un hijo como ese y disfrutaremos mutuamente de nuestra
compañía. Seremos amigos y amantes.
DOLT: ¡Mira el tamaño de esas!
POLT: Iré a pescar con el chaval y le
enseñaré cómo jugar al tenis y a ella le daré todos mis cuidados y la llevaré
al teatro y a un restaurante y acudiré a otros eventos sociales de forma
habitual para poder mostrarla y para que pueda sentirse orgullosa de mi brazo y
arreglarse para la ocasión. A todas las mujeres les encanta
arreglarse. Ya desde pequeñas empiezan a cogerle el
gusto.
DOLT: ¡Señora! ¡Mire
aquí señora! ¡Chúpeme la piruleta!
POLT: Déjalo ya, por el amor de Dios. Cualquiera
diría que siempre piensas en lo mismo.
DOLT: Si con un poquito bastaría.
POLT: Tú no quieres vivir ni este ni
ningún otro tipo de vida. Tú lo que quieres es vivir en un dilema
constante.
DOLT: He tenido niños, sí, sí. He
tenido hijos pero ya no los veo. Como recuerdo, es una carga bastante pesada.
POLT: Añoras algo que no quisiste, que
rechazaste, que ahora quieres que vuelva.
DOLT: Pero si lo tuviera de vuelta,
pronto lo volvería a rechazar, así soy, me conozco, así que evito el problema,
ese problema, y ese problema es mi vida.
POLT: Tampoco deseas vivir en este
problema, así que te zambulles en un estado de constante dilema. Creo
que me gusta vivir en un estado de constante dilema.
DOLT: Haría la vida más fácil.
POLT: Desde luego que sí.
POLT: Qué tal describir trocitos de
vida. Es lo que hago para pasar el tiempo. Incluso si no vives ni una vida
ni otra, es interesante describirlas.
DOLT: ¿Estás seguro de que solo hay
dos vidas posibles que vivir?
POLT: Básicamente, absolutamente. Podemos
analizar a cada una de estas personas y descubrir cuál de las dos lleva.
DOLT: O han llevado o van a llevar.
POLT: También podemos analizarnos
mutuamente. Empecemos por ahí. Al verte caminar, si caminar es
la palabra que describiera el tipo de pose que empleas al caminar, yo diría que
has sido un empleado o un autónomo. Que has vivido con una mujer,
has tenido hijos, los has criado y cuando los críos se han ido de casa, te has
puesto a analizar la situación. Has decidido que lo mejor para
ti y tu mujer es que tú te vayas de casa. Y entonces, tu conciencia
culpable te ha impulsado a donar todos tus bienes a tu mujer, dejar tu trabajo
o autoempleo avergonzado por un profundo sentimiento de soledad, sentarte en
este banco y empezar a beber.
DOLT: Eso no le ocurre a poca gente. Llegar
a esa conclusión no es tan difícil. Yo diría que a ti te ha ocurrido
más o menos lo mismo.
POLT: Al contrario. Yo decidí este
estilo de vida, o al menos he emprendido este estilo de vida porque no he sido
capaz de encontrar a una mujer con quien vivir y a quien amar y a quien dejar y
a quien darle todas las posesiones pertenecientes a mi culpable conciencia.
Se acerca una mujer. DAISY. Ella no habla con
acento refinado.
DAISY: Hola chicos. Acabo
de ahogar a mis dos bebés en la bañera y he abandonado avergonzada mi casa.
DOLT: Eso es un acto terrible.
DAISY: No paraban de gritar. Gritaban
y lloraban, me despertaban. No podía dormir bien ni una sola noche. Algo
saltó dentro de mí. Simplemente no pude evitarlo. Me encantan los niños, son unos
enanos entrañables.
POLT: Es comprensible, todos tenemos
un límite, llega un momento en que explotas y ya no hay marcha atrás, le pasa a
todo el mundo, se expresa de varias maneras y con diversos resultados, no
siempre letales, pero casi siempre acaban en un trastorno.
DOLT: ¿Por qué los ahogaste en la
bañera? ¿Por qué no los has asfixiado o arrojado por la ventana? Ahogarlos
en la bañera es algo realmente deliberado. Antes has debido llenarla de agua y
luego ir a por ellos uno por uno y ahogarlos de uno en uno. Mientras
que si los tiras por la ventana, solo habría durado uno o dos segundos, o si
los hubieras asfixiado, podrías haber sujetado dos almohadas, una en cada mano,
y a otra cosa Mari Rosa.
DAISY: Yo no me llamo Mari Rosa.
POLT: Es solo una forma de hablar.
DAISY: Tú no metas las narices en esto. Estoy
hablando con mi amigo, no contigo.
DOLT (A POLT): Lárgate a otra parte, zángano.
DAISY: Me arrepiento con toda mi alma. Realmente
me arrepiento. Yo quería a esos pequeños. Los habría cuidado con todo mi
corazón hasta que estuvieran preparados para salir del nido.
DOLT: Me gustaría haber tenido una
madre así. La mía siempre estaba ocupada con algo. Siempre
fuera, siempre con algo que hacer, nunca tenía tiempo para mí. Tuve que cuidar
yo de mí mismo. Aseguraba que yo era capaz de freír un huevo
desde los cuatro años. Estaba orgullosa de mí. Tenía muchos amigos,
decía, esta es tía Mari Rosa cariño, dile hola a tía Mari Rosa.
DAISY: Así que tenías una tía que se
llamaba Mari Rosa, yo no, tú tenías una tía Mari Rosa.
DOLT: Sí, yo tuve muchas tías Maris
Rosas.
DAISY (A POLT): ¿Ves? ¡Te lo dije! Yo
nunca tuve una tía Mari Rosa. Me confundes con otra persona. Me
confundes con él. Con tu amigo este.
POLT: A mí no me metas. Ya es
mayorcito para hablar por sí mismo. No lo conozco tanto. Nos
acabamos de conocer hoy. Nos hemos sentado en este banco espalda con
espalda a ver pasar el tiempo. A ver a la gente pasar. No lo
conozco tanto como para saber que tenía una tía Mari Rosa. ¿Cómo
podría saberlo? Ni siquiera sé cómo se llaman
las tías de mi madre.
DOLT: Los años pasan, amigo. Puede
que no te lo haya dicho porque puede que estén todas muertas. Sus
tías muertas no te habrían servido para nada, ¿verdad?
DAISY: No tengo ninguna tía llamada
Mari Rosa, al menos que yo sepa. Y ninguna de mis difuntas tías
se llamaba así. O las tías de mi madre. Ni
las tías de mi padre, por lo que yo sé. Imagino que alguna de ellas
podía haberse llamado así. ¿Pero cómo podrías saberlo si ni siquiera lo
sé yo? Es más, ya que estamos, es posible que haya una tía Mari Rosa en tu
familia.
DOLT: “Es posible que todos hayamos
tenido una tía Mari Rosa en la familia. Mari Rosa es un nombre muy
común, así que probablemente es un hecho, una estéril certitud, que todos
hayamos tenido una tía Mari Rosa en la familia en algún punto de nuestro
trayecto genealógico.
DAISY: Se nota que eres un hombre
educado. Me gustan los hombres educados.
DOLT: Podría educarte a ti.
POLT: Él no es un hombre educado. Yo
soy aquí el educado, no él.
DOLT: ¡Guárdate tus opiniones! ¡Ocúpate
de tus asuntos!
DAISY: Sí, no metas las narices en
esto. Te lo hemos dicho antes. O mi amigo hará que te
arrepientas.
LLEGA OTRA MUJER. MAY. TAMPOCO HABLA CON UN
ACENTO REFINADO.
MAY: Aquí estás. Te he estado
buscando por todas partes. Contando tus típicas historias, imagino. Le
encanta contar embustes. Una mentirosa compulsiva, sin control. ¡No
creáis nada de lo que dice!
POLT: “¿Por qué tuvo niños si no los
quería? ¿Acaso falló su instinto maternal? ¿Tú podrías decirnos por qué
querría asesinar a sus hijos? Es obvio que el simple hecho de
que gritaran y lloraran no fue la única causa de semejante irritación. Los
niños gritan y lloran todo el rato. Esa es su condición, su
comportamiento natural, una expresión de su grito de auxilio, su instinto de
supervivencia.
MAY: Ella nunca ha tenido hijos y
mucho menos los ha matado.
DOLT: Así que todo ha sido puro
teatro. Simples palabras para llamar nuestra atención. Semejante
a las maquinaciones de la prensa. Intentaba ser sensacionalista.
MAY: Eso no tiene nada que ver con
decir que es sensacional, ¿verdad? Lo que quiero decir es que no tiene
precisamente aspecto de ser sensacional.
DOLT: No lo sé. Me da
igual. Tú tampoco lo pareces, por cierto. Apuesto a que no has comido
proteína en todo el día.
DAISY: Pensé que era tu dedo pequeño
saliendo por el agujero de tu bolsillo. ¿Seguro que lo que querías era
llamar nuestra atención?
MAY: Para mí parece más bien un
dígito. Yo, por mi parte, hice arder a toda mi familia. Incendié
la casa a primera hora de la mañana cuando mi marido, mi hija y mi hijo, de
cinco y tres años respectivamente y mi suegra se encontraban dentro. Me quedé fuera viendo como todo se reducía a
cenizas. No se escuchó ni un murmullo. Ni un llanto, ni un grito. Nadie
habría imaginado que había alguien dentro. No sintieron nada.
Las dos mujeres se alejan y caminan hasta una
esquina donde comienzan a charlar en un tono íntimo e inaudible.
POLT y DOLT colocan las botellas en medio de
los dos sobre el banco. DOLT ve la suya vacía, coge la de POLT. POLT
golpea a DOLT en la cabeza repetidamente con la botella vacía y luego, al caer
DOLT en el suelo, le da patadas hasta que muere. A continuación, vuelve a
sentarse en el banco y bebe de su botella.
Las mujeres permanecen en la esquina del
escenario y ríen.
POLT (sigue haciendo comentarios sobre las
personas que pasan): Ahí hay otra, mira.
No me importaría
tirar de esos elásticos.
FIN