ojo:
Astros, oídme lejanos,
cuando agarro el telescopio
y os miro,
vuestra es mi gozada,
vuestro es el espejo en el que añoro
mi olvido
y vuestros los miles de destellos
que siento al oír mis latidos.
árbol:
¡Astros!
Os desveláis tal cual
con desnudas lentejuelas
al frío de la nada,
vuestro destello es mi desafío
y vuestra luz, mi secreto.
Aquí postrado,
en firme tierra arraigo
como vosotras mismas,
alzando mis hojas
a los soplos invisibles
cuyos fulgores
alimentan mi savia.
Y mientras, se filtra entre mis ramas
el jolgorio de pueblos lejanos.
Ojo:
Ciencia, madre de Sofía,
testigo de mis descubrimientos,
compañera de mis gozos,
caminar contigo es pura fruición.
Sin embargo, aún conservo
esta espina que tengo clavada
desde mi primer escarceo
con tu amor en la vida,
pues no dejo de quitarme
este amargo gusto que,
al intentar escaparme
agarrado de tu brazo
los dos juntos, y perdernos
por los caminos del mundo,
me deja al verme de repente
mutilado por los barrotes
de la institución.
Cuántas veces no habré
pensado ya en dejarlo todo,
pues se me detiene el aliento
al ver de frente y sin poder evitarlo
las sonrisas tuertas
de aquellos que ven belleza
en el canto de un pájaro enjaulado.