14/9/12


"Es verdad que el mundo no se limpia de guerra,
no se lava de sangre,
no se corrige del odio.

Es verdad.


Pero es igualmente verdad que nos acercamos a una

evidencia:
los violentos se reflejan en el espejo del mundo
y su rostro no es hermoso ni para ellos mismos.

Y sigo creyendo en la posibilidad del amor.

Tengo la certidumbre del entendimiento
entre los seres humanos,
logrado sobre los dolores, sobre la sangre
y sobre los cristales rotos"



[...]"La vida política vino como un trueno a sacarme de mis trabajos. Regresé una vez más a la multitud. 
 La multitud humana ha sido para mí la lección de mi vida. Puedo llegar a ella con la inherente timidez del poeta, con el temor del tímido, pero, una vez en su seno, me siento transfigurado. Soy parte de la esencial mayoría, soy una hoja más del gran árbol humano. 
 Soledad y multitud seguirán siendo deberes elementales del poeta de nuestro tiempo. En la soledad, mi vida se enriqueció con la batalla del oleaje en el litoral chileno. Me intrigaron y me apasionaron las aguas combatientes y los peñascos combatidos, la multiplicación de la vida oceánica, la impecable formación de "los pájaros errantes", el esplendor de la espuma marina. 
 Pero aprendí mucho más de la gran marea de las vidas, de la ternura vista en miles de ojos que me miraron al mismo tiempo. Puede este mensaje no ser posible a todos los poetas, pero quien lo haya sentido lo guardará en su corazón, lo desarrollará en su obra. 
 Es memorable y desgarrador para el poeta haber encarnado para muchos hombres, durante un minuto, la esperanza."







Confieso que he vivido, Pablo Neruda