28/11/10

La gallina, de Raúl Núñez

El hombre había alquilado una pequeña habitación a una señora viuda que vivía sola. Llevaba una vida solitaria y algo triste, ya que no tenía muchos amigos y solía salir poco a la calle. Vivía del seguro de desempleo.
Algunas noches se quedaba hablando con Doña Pilar o viendo un rato la televisión.
-Tendría que salir más, Remigio –le decía ella.
Una mañana despertaron a Remigio unos extraños sonidos que no pudo identificar. Parecían provenir de la habitación de Doña Pilar y no se repetían cada día sino que lo hacían cada semana o dos.
-Doña Pilar –le dijo acuciado por la curiosidad- ¿Usted no oye unos ruidos raros por la mañana?
La mujer le miró sorprendida.
-¿Yo?
.A veces me parece que son ideas mías, pero en otras estoy casi seguro de oírlos.
-Vaya usted a saber –dijo la mujer sin hacerle mucho caso.
A medida que pasaban los días Remigio estaba más atento a los ruidos. Por lo general podían oírse al amanecer y la luz que entraba por la ventana los hacía más irreales.
Remigio comenzó a padecer de insomnio. Pasaba la noche fumando en la cama y tratando de encontrar una respuesta a sus dudas. Cuando llegaba el alba le encontraba inmerso en una ansiedad de la que no conseguía librarse.
Llegó a la conclusión de que los ruidos provenían de la habitación de Doña Pilar.
Desde entonces comenzó a hacer planes para saber de qué iba todo aquello y decidió espiar por el ojo de la cerradura de la viuda.
De todos modos, no le iba a resultar fácil. No quería ni pensar que Doña Pilar le sorprendiese.
Pero se prometió que la próxima vez que oyera los ruidos, lo haría. Estuvo practicando para no hacer ruido por la puerta y se compró las pantuflas más silenciosas.
Con gran sigilo, Remigio salió al pasillo, intentando hacer el menor ruido posible y miró por la cerradura.
Doña Pilar emitía un leve cloqueo, sentada en su cama, mientras que iba poniendo un huevo tras otro.
 Raúl Núñez, escritor (1946-1996)
texto extraído de http://aquisepuedefumar.blogspot.com/