9/8/12

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EL SAGRADO NÚMERO 3

Mágico y esencial número 3, el del poder creativo, la realización y el equilibrio. Sus símbolos son el tridente, el trébol y especialmente figuras como el trisquel y el triángulo equilátero, que es además su representación geométrica.

Tenemos las triadas de dioses en la mitología y esoterismo de todo el mundo, de donde deriva la trinidad cristiana, que en esencia son las partes creativas y manifestadas de la divinidad en equilibrio. En Egipto eran Osiris, Isis y Horus; en la India Brama, Visnú y Siva; en el budismo están las Tres Joyas Valiosas, que son Buda, Dharma y Sangha; en la mitología de Grecia tres son los dioses que se reparten el poder, Zeus, Poseidón y Hades, cada uno señor de una parte del mundo y cada uno con su correspondiente consorte; son comunes también en la antigua Grecia las triples diosas o ninfas, a destacar la poderosa Hécate, la Trivia romana, al igual que para los celtas, que tenían la triple Brígida y las tres Damas Sagradas. En el cristianismo son el Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo, que esotéricamente sería más correcto como el Padre (masculino), el Espíritu Santo (femenino) y el Hijo.
Unas veces la trinidad puede representar el acto creativo divino del principio-idea, proceso y fin-culminación; en otras sería la dualidad unida y equilibrada por un tercer principio superior. Si se profundiza, en esencia es lo mismo.
En la tradición esotérica oriental del I Ching y el Feng Shui los trigramas son los elementos básicos.
En la Kábala es fundamental. Por ejemplo, tres son las letras-números madres, y en la estructura del Árbol de la Vida sefirótico está presente tanto en sus tres pilares verticales como en los tres mundos horizontales.
En el hermetismo el tres es el Poder Supremo. Hermes es Trimegisto, el Tres Veces Grande. En alquimia, que es desarrollo del hermetismo, es esencial pues son las tres partes de la realización de la Obra, que se relacionan con tres colores: negro, blanco y rojo. Tres son el ternario: sal, mercurio y azufre, que representan las partes de nuestro ser, cuerpo, alma y espíritu. El triángulo es muy utilizado en alquimia; con el vértice hacia arriba es el elemento fuego, solar, activo y masculino; con el vértice hacia abajo es el agua, lunar, pasivo y femenino. De aquí derivaría el hexagrama, el sello de Salomón o estrella de David, dos triángulos equiláteros superpuestos que simbolizan la unión de esos dos principios masculino y femenino, además del precepto hermético de lo que está arriba es como lo que está abajo; ambos principios se hallan sometidos a un tercer principio, el Azoth, que no se representa en el hexagrama pues es inmaterial, pero que se puede imaginar como un punto en el centro.

Es el 3, por tanto, el número que daría equilibrio al 2, a la dualidad. La dualidad se encuentra y se une en un tercer punto o estado. En el 3 participan las dos partes y es a la vez una nueva. Esto se ve claramente en uno de sus símbolos, los dos círculos que se unen por sus centros formando una tercera figura central, la "vesica piscis", la vejiga del pez, o mandorla - almendra. O en el símbolo del yin y el yang, los opuestos complementarios que forman el círculo que los engloba y une. En el centro y en la unión de las dos partes está el equilibrio.
Hasta en la estructura de la materia se hace notar el tres. Por ejemplo, los átomos están formados de tres partículas fundamentales: protón, neutrón y electrón, identificando el hermetismo el protón y el electrón con la dualidad masculino y femenino.
Más se podría exponer y profundizar sobre el significado del tres. Hagámoslo en parte pensando más directamente en el ser humano:
Los puntos energéticos del cuerpo, los chacras, son siete: la triada inferior, la triada superior y el central, el del corazón, que los equilibra y armoniza con el amor. También energética como anatómicamente el cuerpo se compone de dos pares de extremidades que se unen a la tercera parte, al tronco, que culmina en la cabeza. Incluso el chacra de la visión intuitiva es el llamado tercer ojo, que culmina y supera a los dos de la visión material, situándose en medio, en el centro del cerebro.
Tres son las partes fundamentales de la vida: niñez-juventud, madurez y vejez.
Se dice y especula que son tres como mucho las amistades auténticas que se tienen en la vida, los conocidos comúnmente como amigos íntimos.
También se puede especular si también son tres los enamoramientos o relaciones amorosas que se tienen en la vida, cumpliendo cada una una función o parte de nuestro desarrollo sentimental. Quizás a la tercera es cuando se encuentra el amor más fuerte o auténtico, el llamado amor de la vida. Estaríamos hablando de términos medios en el que el tres sería esta media. Entonces si se encuentra antes de tres se puede considerar a la persona como afortunada por merecimientos propios, es decir, porque tiene un buen karma. Si se encuentra después de tres o nunca es que tenía mucho que aprender y corregir, lo que los orientales llaman limpiar karma, y denota desequilibrios sentimentales-emocionales.
Entre los verdaderos amantes parece ser que existe un campo energético autónomo a los de los dos individuos, hombre y mujer, un tercero que parece co-creado a partir de su unión. Sería una emanación del Absoluto que unifica a la pareja debido al amor que se profesan, un campo de energía que algunos llegan a sentir.
También se dice que es tres el número ideal de hijos que puede tener una pareja, tanto desde el punto de vista natural o biológico de mantener la población general de individuos como en el equilibrio familiar, en donde el primogénito es seguido de un segundo hermano y finaliza en el benjamín, formando una unidad con tres personas con circunstancias familiares distintas en cuanto a la relación entre ellos y con los padres. Hay una corriente esotérica que considera que el número de hijos ideal es seis, tres varones y tres hembras, que recordaría al símbolo del hexagrama.
En general se podría considerar que si cualquier cosa es realmente importante para la vida de un persona esta se cumplirá por término medio al tercer intento si hay constancia y se hace de corazón: cualquier propósito como un cambio de vida, un examen, un trabajo, ir a un lugar, conseguir un objeto, adquirir un conocimiento, etc. Si se consigue antes del tercer intento es que era imprescindible en su vida en ese momento; después de tres veces es que era una dura prueba que superar y aprender, el dicho karma que hay que limpiar. Si no se consigue es que no se ha aprendido lo suficiente o simplemente es que no era necesario para su vida.
En la sabiduría popular se refleja en dichos como "no hay dos sin tres" o "a la tercera va la vencida", dando a entender que a la tercera ocasión o con la tercera parte o fase se encuentra la culminación, el final y el equilibrio.
Sin duda, desde tantos puntos de vista y más allá de ciertas especulaciones, el 3 es un número muy especial, un número clave en la estructura de la Creación y, por tanto, de nuestras vidas en todos los aspectos.
 
 
 
 
 
José Torres Fernández, IANUA CAELI, 
ianuacaeli.blogspot.com.es