La laguna de las inquietudes está mansa hoy.
En la orilla opuesta, difuminado tras la niebla,
se vislumbra un castillo de grandes bloques
de piedra y muros horadados.
Una pequeña barca espera y oscila, chasquea con el agua, aburrida.
Unas manos dubitativas asen los remos. El día será largo, pero la idea de un nuevo amanecer y el frescor que impregna el humedal llena de vigor los cuerpos cansados.
Unos ojos renovados planean
sobre una época incierta, un futuro de vapores y reflejos,
de hojas que se precipitan a medias certezas.
Ante el lago de soledades, un grupo de ojos negros
pequeños y montaraces
se asoman de reojo a las profundidades
con gesto extrañado y se preguntan,
porque no los ven, por esos peces grandes
que devoran algas
en un mundo de lodos viscosos.
Las cabecillas se convulsionan,
se sacuden las plumas,
nace súbito un desconcierto,
revolotean sorteando ramas...
giran sobre un contorno robusto de piedras
que se hiergue imponente,
una inmemorial presencia
que anida en sus memorias
desde que eran polluelos.
A veces la exhalación purificadora de los bosques la cubre
y como un sueño desaparece.
Tan solo la barquichuela,
en sus interminables viajes de ida y vuelta,
conoce en su experiencia lo que al otro lado
se encuentra.
Al cervatillo que salta grácil
sobre un manto suave, fresco, clorofila,
su oído le engaña, le dice,
está lejos tu pretensión,
inalcanzable se encuentra tu meta.
Si acaso, en las
sequedades del estío encuentres abierto el camino,
y sin esfuerzo tal vez, clavando tus pezuñas en la
fangosa tierra, alcances las cicatrices de esos muros
de piedra. Y mira hacia arriba con envidia
a esos enanos con alas.
Y espera a que lleguen los vientos
que empujen esta invidencia a otras comarcas,
impaciente como un sol en la noche.
Ya había imaginado que aquella alegría también viajaba en barca.
Tras un breve chapoteo, se vuelve a escuchar
cómo el remolino susurra algo al remo.
De repente, una piedra redonda,
del tamaño de un puño,
atraviesa el silencio del aire y
trazando un arco descendente
se estrella contra el agua,
prematura y grave,
y hundiéndose en el fondo de la laguna
se olvida,
mezclada con esqueletos antaño gloriosos.