15/7/12

la sin vergüenza

Ha llegado la hora

de la deshonra

en esta amalgama de naciones

absurda y obsoleta.

Europa, proxeneta,

asesina de Minerva,

buscamos tu panacea.

Cada dos por tres

nos preguntamos

de qué vale tu existencia

si no consigues conjuntar

tu hábito y tu máscara,

tu sonrisa de blasfema.

Nuestra herencia dinástica

es la condena

de este pueblo vasallo.


Y tú, Madre traidora,

no mereces nombre hispano.


Juegas a la provocación

con la evidencia de un tirano,

ni siquiera escondes ya tus cartas,

tu demagogia ya nos harta.

Cada mañana nos despiertas

con mil cien caricias

de manual y protocolo,

te desayunas y cenas

nuestras energías,

juegas y bromeas

con nuestras vidas.

Pero en nuestra memoria

residen aún vestigios

no hipotecados por tus

águilas trompeteras:

suenan canciones en nuestra cabeza,

un cántico de historia

susurran los álamos

de las riberas, voces de antaño

que claman volver a

blandir bayonetas.


Dichoso fue aquel pasado,

si acaso soñado,

en que las hijas

gozaban de soberanía.

Hoy no queda más que papel,

pues vendiste todo aquel tesoro

que ganaron tus hijos sanos.


No nos adulan tus banderas

ni nos convencen tus consejos,



ya no queremos ser

tus hijos,

Edipo es ahora

nuestro capricho,

debemos aniquilar al rey.

No nos aterra tu brazo armado

porque el dividirnos se ha acabado,

tus oratorias son

la farsa del portavoz,

es el gesto fingido y prepotente

del prestamista que, con esa potestad

para alimentarse con la ruina

de un pueblo,

alega salvaguardas altruistas

mientras esconde sus garras

con guantes de cuero.



Madre, antaño dueña

de su destino, soberana,

Alicia, Sofía, Hispania,

tu sombra me aflige,

no mereces ni nombre,

no creemos tus palabras,

apestan a falacia.


Vivimos una alienación

que ya fue experimento

en eras pasadas,

¿a qué clase de demencia

estamos maniatados?


Quizás repitamos como tontos

todo aquello que aprendimos,

recorremos calles, avenidas y plazas

como locos impotentes,

¿a quién acudimos?

¿por qué nos fustigas

sin acabar con nosotros?

¿qué hemos hecho mal?


Mientras tanto,

obcecada sigues aumentando

tu agenda de contactos

interesantes y leales,

la asociacion de los muñecos de trapo,

en esa pandilla de peluches

encuentras tu calor,

pero sus corbatas

no son dignas

de tu falda.

Despierta, ingenua,

¿no ves

que llaman a tu puerta

para venderte miseria?

¡Desconfía de su panegírica

mirada!

¿Por qué quieres comerte a tus hijos,

innoble Saturna maldita?


Esta mañana te vi escoltada,

en cada hombro llevabas,

con tu sonrisa de hada inerme,

a tus acólitas del chisme,

riéndote las gracias.


Antes eras digna de nuestro respeto;

ahora, sin embargo, te nos antojas

lela y superflua, ansiando complacer

a tus nuevas concubinas,


esas que como tú,




se acicalan con aires

de solvencia para ocultar

su ruina:

sus hijos también se ahogan

enla confusión

a pesar de su apariencia.

Y pasas de largo dándonos la espalda,

torcida por tantas reverencias mal dadas.

Ya ni siquiera, llegada la noche,

auscultas tu imagen en el espejo,

ni con tu mano te peinas ya el pelo,

orgullosa de nosotros como estabas.


Sigue despreciando a tu simiente,

esa fuerza jóven, útil,

que guardas en tu vientre

y que ovula cada mañana

por ti

para que no desfallezcas.


Tú nos lo agradeces...


con reprimendas.


No puedes ignorar

esta traición,

cada vez está más cerca

la irreversibilidad.

Nuestro error estuvo en pensar

que serías capaz de congeniar

con las ideas de los lobos,

¡nosotros! Hijos del sur,

que caminamos más despacio

sin devastar lo caminado,

a nuestro propio ritmo,

sin duda más parsimonioso.


Oímos hablar del lobo

y decidimos que había que correr,

cambiar de piel

a toda prisa


para ser como él

 
sin darnos cuenta

de que nosotros

éramos erizos.

Has olvidado ya

lo que significa ser madre,

maniobras el barco sin esmero.

En los camarotes

estudian los informes tus consejeros

y asienten conformes,

optimistas... zalameros.

Mientras, tú esquivas

torpe las tormentas,

manejando el timón

con la astucia

de un mandril,

pero da igual, pues

ni sabiendo la razón

eres feliz complaciendo

a tus amigas.


Con regocijo te excitas

pensando en lo divertido

que será el circo,

ese deporte en que

escudas tu depravación.

Alumbras un cigarro

y sumas puntos en el ranking

de las zorras poderosas,

mientras preparas

la próxima excusa

para cuando llegues

tarde a casa.


Frecuentas

comercios de provecho

y haces tratos dudosos

aprobados por tus "sabios",

traficas con tu cuerpo

en el ruedo de los bolsistas,

dejas que profanen tu pureza

con sus manos ultrajantes,

comercias con tus hijos

y ante ellos aparentas

con nuevos vestidos

y perfumes,

lacas, trajes

y otros aderezos.


Tu debilidad es

un ejército de datos,

ya no eres inmune

a los caprichos de tu bolso.


Paseas por alamedas y parques,

nadas en ríos y estanques

procurando no hacerte daño,

eres todo precauciones,

pero dejas a tus hijos de lado

mientras te revuelcas

en el barro.

Aunque no lo veas,

mil días aplicarás

en ser lo que deseas,

mas apuesto mi vida toda

a que volverás al principio de veras.


Tu boca habla de pueblo,

pero tu mano es tan

benévola como parcial.


Verás que un día, moza embustera,

tu guardaespaldas con sonrisa de niño

ya no te dará ese mimo de antaño.

Hoy lloramos celosos

porque dispensas atenciones

a esos gusanos cortejadores

que clavan dagas

en tu vientre

cada vez que acudes

solícita a tu balcón:

sacrificas a tus hijos

en honor a un caballero

inepto y cruel.

Pero un día llegará

en que debas justificar,

tu flor tiene cada vez

más espinas,

porque tu vientre contiene una semilla


que reniega del aborto,

es un grito,

seremos nosotros,

crecidos, vivientes,

alzados,

no contra la injusticia,

pues de hambre y polvo somos,

sino contra tu aciaga

estulticia y tu embuste

inaceptable.