Ha llegado la hora
de la deshonra
en esta amalgama de naciones
absurda y obsoleta.
Europa, proxeneta,
asesina de Minerva,
buscamos tu panacea.
Cada dos por tres
nos preguntamos
de qué vale tu existencia
si no consigues conjuntar
tu hábito y tu máscara,
tu sonrisa de blasfema.
Nuestra herencia dinástica
es la condena
de este pueblo vasallo.
Y tú, Madre traidora,
no mereces nombre hispano.
Juegas a la provocación
con la evidencia de un tirano,
ni siquiera escondes ya tus cartas,
tu demagogia ya nos harta.
Cada mañana nos despiertas
con mil cien caricias
de manual y protocolo,
te desayunas y cenas
nuestras energías,
juegas y bromeas
con nuestras vidas.
Pero en nuestra memoria
residen aún vestigios
no hipotecados por tus
águilas trompeteras:
suenan canciones en nuestra cabeza,
un cántico de historia
susurran los álamos
de las riberas, voces de antaño
que claman volver a
blandir bayonetas.
Dichoso fue aquel pasado,
si acaso soñado,
en que las hijas
gozaban de soberanía.
Hoy no queda más que papel,
pues vendiste todo aquel tesoro
que ganaron tus hijos sanos.
No nos adulan tus banderas
ni nos convencen tus consejos,
ya no queremos ser
tus hijos,
Edipo es ahora
nuestro capricho,
debemos aniquilar al rey.
No nos aterra tu brazo armado
porque el dividirnos se ha acabado,
tus oratorias son
la farsa del portavoz,
es el gesto fingido y prepotente
del prestamista que, con esa potestad
para alimentarse con la ruina
de un pueblo,
alega salvaguardas altruistas
mientras esconde sus garras
con guantes de cuero.
Madre, antaño dueña
de su destino, soberana,
Alicia, Sofía, Hispania,
tu sombra me aflige,
no mereces ni nombre,
no creemos tus palabras,
apestan a falacia.
Vivimos una alienación
que ya fue experimento
en eras pasadas,
¿a qué clase de demencia
estamos maniatados?
Quizás repitamos como tontos
todo aquello que aprendimos,
recorremos calles, avenidas y plazas
como locos impotentes,
¿a quién acudimos?
¿por qué nos fustigas
sin acabar con nosotros?
¿qué hemos hecho mal?
Mientras tanto,
obcecada sigues aumentando
tu agenda de contactos
interesantes y leales,
la asociacion de los muñecos de trapo,
en esa pandilla de peluches
encuentras tu calor,
pero sus corbatas
no son dignas
de tu falda.
Despierta, ingenua,
¿no ves
que llaman a tu puerta
para venderte miseria?
¡Desconfía de su panegírica
mirada!
¿Por qué quieres comerte a tus hijos,
innoble Saturna maldita?
Esta mañana te vi escoltada,
en cada hombro llevabas,
con tu sonrisa de hada inerme,
a tus acólitas del chisme,
riéndote las gracias.
Antes eras digna de nuestro respeto;
ahora, sin embargo, te nos antojas
lela y superflua, ansiando complacer
a tus nuevas concubinas,
esas que como tú,
se acicalan con aires
de solvencia para ocultar
su ruina:
sus hijos también se ahogan
enla confusión
a pesar de su apariencia.
Y pasas de largo dándonos la espalda,
torcida por tantas reverencias mal dadas.
Ya ni siquiera, llegada la noche,
auscultas tu imagen en el espejo,
ni con tu mano te peinas ya el pelo,
orgullosa de nosotros como estabas.
Sigue despreciando a tu simiente,
esa fuerza jóven, útil,
que guardas en tu vientre
y que ovula cada mañana
por ti
para que no desfallezcas.
Tú nos lo agradeces...
con reprimendas.
No puedes ignorar
esta traición,
cada vez está más cerca
la irreversibilidad.
Nuestro error estuvo en pensar
que serías capaz de congeniar
con las ideas de los lobos,
¡nosotros! Hijos del sur,
que caminamos más despacio
sin devastar lo caminado,
a nuestro propio ritmo,
sin duda más parsimonioso.
Oímos hablar del lobo
y decidimos que había que correr,
cambiar de piel
a toda prisa
para ser como él
sin darnos cuenta
de que nosotros
éramos erizos.
Has olvidado ya
lo que significa ser madre,
maniobras el barco sin esmero.
En los camarotes
estudian los informes tus consejeros
y asienten conformes,
optimistas... zalameros.
Mientras, tú esquivas
torpe las tormentas,
manejando el timón
con la astucia
de un mandril,
pero da igual, pues
ni sabiendo la razón
eres feliz complaciendo
a tus amigas.
Con regocijo te excitas
pensando en lo divertido
que será el circo,
ese deporte en que
escudas tu depravación.
Alumbras un cigarro
y sumas puntos en el ranking
de las zorras poderosas,
mientras preparas
la próxima excusa
para cuando llegues
tarde a casa.
Frecuentas
comercios de provecho
y haces tratos dudosos
aprobados por tus "sabios",
traficas con tu cuerpo
en el ruedo de los bolsistas,
dejas que profanen tu pureza
con sus manos ultrajantes,
comercias con tus hijos
y ante ellos aparentas
con nuevos vestidos
y perfumes,
lacas, trajes
y otros aderezos.
Tu debilidad es
un ejército de datos,
ya no eres inmune
a los caprichos de tu bolso.
Paseas por alamedas y parques,
nadas en ríos y estanques
procurando no hacerte daño,
eres todo precauciones,
pero dejas a tus hijos de lado
mientras te revuelcas
en el barro.
Aunque no lo veas,
mil días aplicarás
en ser lo que deseas,
mas apuesto mi vida toda
a que volverás al principio de veras.
Tu boca habla de pueblo,
pero tu mano es tan
benévola como parcial.
Verás que un día, moza embustera,
tu guardaespaldas con sonrisa de niño
ya no te dará ese mimo de antaño.
Hoy lloramos celosos
porque dispensas atenciones
a esos gusanos cortejadores
que clavan dagas
en tu vientre
cada vez que acudes
solícita a tu balcón:
sacrificas a tus hijos
en honor a un caballero
inepto y cruel.
Pero un día llegará
en que debas justificar,
tu flor tiene cada vez
más espinas,
porque tu vientre contiene una semilla
que reniega del aborto,
es un grito,
seremos nosotros,
crecidos, vivientes,
alzados,
no contra la injusticia,
pues de hambre y polvo somos,
sino contra tu aciaga
estulticia y tu embuste
inaceptable.