4/5/12

filosofía para ranas (2/3)




Y el amor... ¿qué es el amor?

Veamos,

Así como la relación entre las fuerzas dinámicas y el miedo, el amor capital es asimismo una fuerza dominadora encubierta (en el sentido en que tiende a ocupar un espacio vacío). El amor puede verse como la capacidad y el derecho de un ente para poder ejercer influencia sobre otro u otros, ya sea de tipo protector, consejero, dirigente, afectuoso e incluso coercitivo.

Por lo tanto, el miedo al amor es la reserva a verse bajo los influjos de este tipo de dominio (lo cual no hace sino incrementarlo) en cualquiera de estas variantes, una reserva que surge desde el deseo a la libertad, al temor a verse inmerso en una espiral de dicotomías y laberintos emocionales, lo cual se torna igualmente peligroso, pues un ser humano encuentra numerosas contrariedades en el momento en que intenta ser realmene libre, ya que posee, de forma natural e inherente, un sentimiento de obediencia que satisfacer.

Obedecerse a sí mismo es un asunto espinoso y de tergiversaciones autoinducidas que pueden llevar, en el peor de los casos, a la contradicción (lo que en algunos campos se denomina locura). Así pues, los hay que, o se obedecen a sí mismos (egocentrismo), o al orden superior material (el Estado, sociedad), o a un orden superior invisible (ética, norma divina) o, en la gran mayoría de los casos, a una especie de amalgama de las tres en las que el tercero protege y avala al segundo y éstos, a su vez, pasan a formar parte de la identidad del primero. De ahí que la fe/creencia/convicción cobre tanta importancia, siendo un factor clave a la hora de la decantación instintiva de satisfacer esta necesidad de obediencia.

El amor material ata/pega, lo cual puede ser beneficioso o perjudicial, al depender siempre de la intensidad y el alcance del haz y del objeto/destino del amor (la cuerda de Beltz) en una circunstancia concreta. Podemos deducir pues que, para juzgar si el instinto ha obrado correctamente, hay que determinar sobre qué fuerza yacen los ojos del haz amoroso y qué motivación real pulsa bajo sus obras (en el caso de ir más allá de la mera ocupación de espacio vacío que ya hemos mencionada y que no puede existir entre los entes).

Por otra parte, el amor no material puede adquirir diversas formas. Tanto es así, que el vínculo que subyace, la esencia de cada relación abarca un espectro espectacular que podría decirse que es diferente para cada caso. En contraste con esta diversidad de manifestaciones, existe un sentimiento que es fuente del amor en todas sus formas. Es una fuerza que vincula a los humanos porque es precisamente de éste sentimiento de donde surge todo este amor. Hablamos del llanto. El llanto es la fuente, el origen del amor y una de las formas de vínculo más puras que nos diferencia de los animales. El llanto sin llanto, el llanto que surge de un arrepentimiento puro de la materia, que renace de la montaña sagrada para volver a fluir de la mano, gota a gota, por el río de la avenencia y la concordia.  



K. beltz



Nota: el texto anterior es fruto de largas horas de aburrimiento. Se trata de una serie de meras divagaciones y aparentes opiniones personales del autor. Aunque la intención del escrito es intentar emular el antiguo estilo retórico de las filosofías clásicas, en absoluto pretende representar la verdad absoluta de todas las cosas y mucho menos invitar a la discusión, ya que estaría dando a entender que estoy dispuesto a defenderlo a capa y espada como idea propia. Se trata de una simple diversión, así como de un sano entrenamiento cerebral.