El sentido común mata
"Mi nombre es Carlos Castaneda.
Me gustaría que hicieran algo el día de hoy. Quisiera que suspendieran su juicio. Por favor: no vengan aquí armados con “sentido común” La gente se entera que voy a hablar -como sea se enteran - y vienen a "des" Castaneda. A lastimarme. “Yo he leído sus libros y son infantiles” “Todos sus últimos libros son aburridos" No vengan de esa manera. Es inútil. Hoy quiero pedirles, solo por una hora que se abran a la opción que voy a presentarles. No escuchen como estudiantes universitarios. He hablado con estudiantes universitarios antes: están muertos y son arrogantes. El sentido común y los ideales son lo que nos mata. Nos aferramos a ellos con los dientes, ese es el “simio.”
Así es como Don Juan Matus nos llamaba: simios dementes. Yo no he estado disponible por treinta años. Yo no voy y hablo con la gente. Por un momento, estoy aquí. Un mes, quizá dos...luego desapareceré. No estamos aislados, no en este momento. No podemos ser así. Tenemos una deuda que pagar con aquellos que se tomaron el trabajo de mostrarnos ciertas cosas. Nosotros heredamos este conocimiento; don Juan digo que no ofreciéramos disculpas. Queremos que vean que hay opciones raras, pragmáticas que no están fuera de su alcance. Me envuelve un exótico gozo observando ese vuelo -esoterismo puro. Es solo para mis ojos. No estoy necesitado; no necesito nada. Los necesito como necesito un agujero en la cabeza. Pero soy un viajero. un viajante. Yo navego -ahí afuera. Quisiera que otros tuvieran la posibilidad.
Yo no llevo una vida doble. Vivo esta vida: No hay brecha entre lo que digo y lo que hago. No estoy aquí para tomarles el pelo, o para entretenerlos. De lo que voy a hablar hoy no son opiniones mías - estas son las de don Juan Matus, el indígena mexicano que me mostró este otro mundo. ¡Así que no se ofendan! Juan Matus me presento un sistema funcional respaldado por veintisiete generaciones de brujos. Sin el yo seria un hombre viejo, con un libro bajo el brazo, caminando con los estudiantes por el patio del colegio. Verán, siempre dejamos una puerta de escape; es por eso que no saltamos. “Si todo lo demás falla, puedo dar clases de antropología.” Ya somos perdedores con escenarios de perdedores “Soy el Dr. Castaneda .... y este es mi libro, Las Enseñanzas de Don Juan".
MASA CRITICA
Me reuní con Castaneda y “las brujas” por un periodo de mas de una semana en restaurantes, cuartos de hotel y centros comerciales. Son atractivos y vibrantemente juveniles. Las mujeres visten discretamente con un toque chic casual. No los notarias entre la multitud y ese es el punto. Yo detecte a un neoyorquino afuera del café del Regent Beverly Wilshire. El anuncio de Drambuie parecía particularmente engañoso: “Inevitablemente, no importa que tanto luchemos, de un modo o de otro, un día nos convertimos en nuestros padres. En vez de resistir esta idea, lo invitamos a celebrar este rito de aceptación con un exquisito licor...” Don Juan se reía en su tumba - o fuera de ella, lo que trajo un cumulo de ideas a mi cabeza: ¿Donde se encontraba el? ¿En el mismo lugar del que regreso Carol Tiggs? Si así era, eso significaba que el viejo nagual era capaz de regresar igual? En el Fuego Interior Castaneda escribió que don Juan y su grupo se desvanecieron en algún punto en 1973 -catorce navegantes partieron, a la “segunda atención.” ¿Que es exactamente la segunda atención? Todo me parecía claro cuando leía los libros. Busque en mis notas. Había garabateado “segunda atención = conciencia acrecentada” en el margen de una pagina pero eso no ayudaba. Impaciente, hojee rápidamente a través del Poder del Silencio, El Don del Águila, Viaje a Ixtlan. Aunque había mucho de principio a fin que yo no entendía, las bases habían sido explicadas a fondo coherentemente. ¿Por que no podía yo retener ninguna de ellas en mi cabeza? Estaba reprobando Brujería 101.
Ordene un capuchino y espere. Deje que mi mente divagara. Pense en Donner-Grau y los monos Japoneses. Cuando había hablado con ella por teléfono para arreglar una entrevista, ella había mencionado a Imo. Todos los estudiantes de antropología saben de Imo, el famoso macaco. Un día Imo espontáneamente lavo una papa dulce antes de comerla; en poco tiempo, los macacos de toda la Isla lo imitaron. Los antropólogos podrían llamar a esto comportamiento “cultural”, pero Donner-Grau dijo que era un perfecto ejemplo de masa critica -intersubjetividad mona.
Castaneda apareció. Sonreía ampliamente, estrecho mi mano, y se sentó. Estaba a punto de hablarle de los monos cuando empezó a sollozar. La frente arrugada; todo su cuerpo convulsionado en un lamento. En un instante estaba jadeando como un fanático arrojado del tanque. Su labio inferior mordido, mojado y electrificado. Su brazo desplegado hacia a mi, la mano paralizada y temblando -entonces la abrió como esa flor que florece de noche en la Tiendita de los Horrores, cuando se abría para recibir a las almas.
“¡Por favor!” Declaro un tímida tregua con sus músculos faciales solo para escupir las palabras. El me llego hasta lo mas hondo con su desesperada suplica “!Por favor quiéreme¡” Castaneda sollozaba de nuevo, un descompuesto hidrante borboteando, paso de lo sublime a lo ridículo sin esfuerzo convirtiéndose en una obscena contracción lloriqueante. “Eso es lo que somos: simios con una taza de metal. Tan rutinarios, tan debiles. Masturbatorios. Somos sublimes, pero al simio demente le falta la energía para ver -así que la mente de la bestia prevalece. No podemos agarrar nuestra ventana de oportunidad, nuestro ‘centímetro cubico de suerte.’ ¿Como podríamos? Estamos demasiado ocupados sujetando la mano de mama. Pensando que maravillosos somos, que sensibles, que únicos. No somos únicos. Los escenarios de nuestras vidas han sido ya escritos,” dijo con una amplia y siniestra sonrisa “por otros. Lo sabemos... pero no nos importa. Al carajo, decimos. Somos los máximos cínicos. ¡Coño! ¡Carajo! ¡Así es como vivimos! En un tibio arroyo de estiércol. ¿Que nos han hecho? Eso es lo que Don Juan solía decir. Solía preguntarme ‘¿Como esta la zanahoria?’ ‘¿Que quiere decir?’ ‘La zanahoria que te metieron en el trasero.’ Me sentía terriblemente ofendido; ¡el realmente podía hacer eso conmigo! Ahí es cuando me decía ‘Agradece que no le hayan puesto todavía una agarradera.’
“Pero si tenemos una oportunidad, por que nos quedamos en el arroyo?” “Es muy calientito. No queremos irnos -odiamos decir adiós. Y nos preocupamos -uuu-fa, como nos preocupamos - ¡veintiséis horas al día! ¿Y de que crees que nos preocupamos?” Sonrío de nuevo, como un curioso gato de Cheshire. “¡Sobre mi! ¿Que hay de mi? ¿Que hay en ello para mi? ¿Que me va a pasar a mi? ¡Cuanta egomania! Tan horrendo. ¡Pero fascinante!”
Le dije que sus opiniones parecían un poco rudas, y se rió. “Si,” dijo, en el ridículo tono constipado, autoritario de un académico “Castaneda es un anciano amargado y demente” Sus caricaturas eran divertidisimas, brutalmente precisas. “El simio codicioso alcanza una semilla a través del enrejado y no puede renunciar al control. Hay estudios; nada lo hará soltar esa semilla. La mano seguirá sujetándola aun después de cortarle el brazo -morimos aferrados a la mierda. ¿Pero porque? Es eso todo lo que hay -¿como decía Miss Peggy Lee? Eso no puede ser; Eso es demasiado horrendo. Tenemos que aprender a soltar las cosas. Coleccionamos recuerdos y los metemos en libros, pedazos de los boletos de un show en Broadway de hace diez años. Morimos aferrados a souvenirs. Ser un brujo es tener la energía, la curiosidad y las agallas para soltar, para dar un salto mortal hacia lo desconocido -todo lo que uno necesita es un reacomodo, una redefinicion. Debemos de vernos a nosotros mismos como seres que van a morir.
Una vez que aceptas eso, mundos se abren para ti. Pero para abrazar esta definición, debes de tener agallas de acero".
Es cansado estar con este hombre. Él esta excesivamente, despiadadamente presente - la totalidad de su atención cansa. Él parece responder a mis preguntas con todo lo que tiene; hay una elocuente urgencia liquida en sus palabras, obstinado y final, elegante, y triste. Castaneda dijo que siente al tiempo "avanzando" sobre él. Uno siente su peso, algo de fuera que no puedes identificar, etéreo y aun así indolente, densamente inerte - como un enchufe o una boya, un corcho flotando pesadamente sobre las olas. Caminamos por Boyle Heights. Se detiene a demostrar una posición de artes marciales llamada las piernas de caballo ligeramente flexionado, como arriba de una silla de montar. Así se paraban en Buenos Aires - en mi época. Todo era muy estilizado. Adoptaban las poses de un hombre ya muerto. Mi abuelo se paraba de esta manera. El músculo aquí debajo -apunta a la parte trasera de su muslo, ahí es donde almacenamos la nostalgia. La autocompasión es la cosa más horrenda" "¿Qué quisiste decir con el ‘tiempo avanzando’ sobre ti?” Don Juan tenia una metáfora. Nos paramos en el último furgón, mirando las vías del tiempo alejarse, ‘ahí estoy a los cinco años, allá estoy-’ Tenemos tan solo que voltear hacia el otro lado y dejar que el tiempo avance sobre nosotros. De esa manera, no hay a prioris. Nada se presume: nada se presupone; nada esta perfectamente empacado."