19/6/11

when you are in a hole, stop diggin´

"¡El Estado no es una plantación de intereses de capital foráneo!. El capital no es el dueño del Estado, sino su sirviente. Por esto, el Estado no puede depender de los préstamos de capital extranjero.
Y si se cree que esto no puede evitarse, entonces, no es de extrañar si nadie está dispuesto a dar su vida por este Estado. Esta gran injusticia [los préstamos de capital extranjero], que hoy aún pesa sobre el trabajador honesto,debe corregirse.

Esta internacionalización de la economía [...] es en último término también la mayor desgracia para el trabajador [...]. La pauperización de la economía [...] condujo a la contracción de deudas, y la contracción de deudas conduce al empeño. Por último puede finalmente ser empeñada aún la fuerza de trabajo [...] de 60 millones de seres humanos. Estos trabajan de ese modo, bajo vigilancia foránea, bajo administración foránea.

Por la internacionalización de la Nación misma finalmente un pueblo deja de ser el dueño de su propio destino. Se convierte en juguete de potencias foráneas. ¿Es esto ahora una revolución popular, es una estructura tal un Estado popular? No, esto es el paraíso del judío.

Lo que necesitamos para un verdadero Estado popular es: una reforma agraria. En su tiempo no nos hemos adherido a la reforma agraria de [...], porque la subdivisión de la tierra sola no puede traer alivio. Las condiciones de vida de una Nación en último término son mejoradas únicamente por la voluntad política de expansión. En ello consiste la esencia de una reforma sana.

Pero lo que debemos exigir es que la tierra no se convierta en objeto de especulación. Propiedad privada puede ser únicamente lo que un ser humano ha adquirido mediante el trabajo. Pero un producto de la naturaleza no es una propiedad privada, es una propiedad nacional. La tierra no es, por consiguiente, objeto de usura.

[...] Lo que también es necesario, es una modificación de la educación. Sufrimos hoy de una supereducación. Se aprecia sólo el saber. Los sabihondos son sin embargo son enemigos de la acción. Lo que necesitamos es instinto y voluntad. Ambos la mayoría los han perdido por su “educación”. Tenemos, por cierto, una capa de elevado nivel intelectual: pero es pobre en energía. Si no nos hubiéramos alejado tanto por la sobreestimación del saber mecánico del sentir popular, el judío nunca hubiera podido encontrar así el camino a nuestro pueblo. Lo que necesitamos es la posibilidad de un nuevo y permanente crecimiento de conductores espirituales que surjan del pueblo.[...]

[...]Es una falta de ética y de carácter ser pacifista. Porque, bien que acepta para sí la ayuda de otros, pero él mismo no quiere ejercer la auto-afirmación. En un pueblo sucede lo propio. Un pueblo que no está dispuesto a defenderse, es falto de carácter. Esto es lo que debemos conquistar de nuevo para nuestro pueblo como uno de los principios más elementales: hombre sólo es aquel que como hombre también se defiende y resiste, y un pueblo sólo es el que está dispuesto, de ser necesario, a entrar como pueblo al campo de batalla. Esto no es militarismo, sino auto-conservación. [...]"



Adolfo H., algunos extractos [sesgados] de sus discursos de 1923