27/10/11

el cura de Villatortas del Jilguero



- Padre, dígame, he llegado hasta aquí sólo para hacerle esta pregunta, no podía soportar más no tener respuesta...
- Dime, hijo.
- Padre, el cordero de Dios, ¿existe hoy? ¿Sabe el cordero que es un cordero?
- Claro, lo tomamos cada día en misa junto con la sangre del Señor Jesucristo el cáliz de la salvación mediante.
- La sangre se la toma usted sólo, pero bueno... El cordero...
- El cordero no sabe que es un cordero, no es consciente de lo que es.
- ¿Pero no es eso injusto?
- Hijo mío, injusto sería que lo supiera... Si fuera consciente de lo que es... rompería a llorar y entraría en una pena mortal que ni el mismo Dios podría evitar.
- ¿Por qué padre? ¿Por qué?
- Porque nadie en su juicio se ofrecería voluntario para expiar los pecados del mundo, hijo, el sacrificio es un ethos de Pasión. El cordero nunca sabe que es objeto de sacrificio, ni aún cuando nota que su vida y su sangre se derraman ya por la acción de la hoja afilada.