He cruzado montañas de niebla
y ríos de muerte y de vida,
he alcanzado mi ansiada pureza;
y llegado a las puertas del alma
mis manos lloran y esperan.
Esperan milagros del mundo,
de un misterio que se desvela,
esperan a estar preparadas.
Y sólo cuando abra la puerta,
sabré que todo ello ya estaba.