En los ejercicios respiratorios taoístas, la exhalación tiene más importancia que la inhalación. La respiración torácica superficial deja un residuo permanente de aire viciado y toxinas en el interior de los pulmones, y es necesario vaciar éstos por completo para que puedan llenarse de aire limpio.
Cuando note que llega el momento de exhalar, el primer paso consiste en relajar los Tres Cerrojos. Luego, lenta y casi imperceptiblemente, comience a exhalar con suavidad por la nariz o la boca, manteniendo la lengua en contacto con el paladar y aumentando poco a poco la intensidad de la exhalación (pero no su velocidad) hasta que se establezca una corriente fuerte y constante.
Vacíe los pulmones en orden inverso a la inhalación: comience por la parte superior y termine en el fondo. Al final de la exhalación, encoja la pared abdominal hacia adentro para empujar el diafragma hacia arriba, hacia el pecho, con lo que expulsará los últimos residuos de aire viciado. Esta contracción final del abdomen también comprime los órganos internos y los vacía de la sangre adicional recibida durante la inhalación.
Finalmente, antes de volver a inhalar, deje que la pared abdominal se relaje y los órganos regresen a su lugar.
Si el aire tiende a salir de golpe en una especie de estallido, eso quiere decir que lo ha retenido durante demasiado tiempo.
Si el tiempo es frío y seco, la exhalación debe efectuarse siempre por la nariz, a fin de recuperar el calor y la humedad absorbidos por el aire al entrar por los conductos nasales. Sin embargo, en los climas calurosos y húmedos se puede optar por exhalar a través de la boca, lo cual favorece la expulsión de toxinas, permite una más profunda evacuación del aire y contribuye a disipar el exceso de calor corporal. El hecho de mantener la lengua pegada al paladar hace que las corrientes de aire que salen por la boca hacia el exterior queden amortiguadas y moduladas, lo cual facilita una exhalación lenta y constante.
Pausa
Cuando los pulmones estén completamente vacíos, bloquee la garganta con la glotis para que el aire de la atmósfera no se precipite a llenar los pulmones. En este punto, espere unos segundos para que la pared abdominal y el diafragma puedan volver a relajarse y luego comience poco a poco la siguiente inhalación a través de la nariz. Si ha de tomar aire con un jadeo, eso quiere decir que la pausa ha sido demasiado larga.
Durante la retención del aliento, los Tres Cerrojos desencadenan las reacciones bioquímicas y bioeléctricas que proporcionan beneficios terapéuticos a los órganos internos del cuerpo y a la red de energía, y favorecen la circulación de la sangre y la energía por todo el organismo. Deben aplicarse hacia el final de la fase de inhalación, mantenerse durante la retención y aflojarse cuando comienza la exhalación.
El cerrojo anal
Toda la cavidad pélvica está provista de un resistente entramado de músculos que de hecho constituye otro diafragma, llamado «diafragma urogenital». Estos músculos sostienen y controlan el ano, el recto, el perineo y el aparato urogenital. Cuando los pulmones se llenan y el diafragma se dilata, el aumento de presión en el abdomen repercute sobre el blando ligamento inferior de la pelvis. Esto no sólo contrarresta el aumento de presión abdominal, sino que también estira y a la larga debilita los músculos y tendones del diafragma urogenital. Peor aún, permite que escape Qi por el ano y los conductos urogenitales, que atraviesan el diafragma interior así como el esófago atraviesa el diafragma superior.
Para mantener el incremento de presión abdominal sobre los órganos y glándulas, e impedir la pérdida de Qi por los orificios inferiores, hay que aplicar con firmeza el cerrojo anal. El ano está controlado por dos esfínteres, o músculos en forma de anillo. El esfínter exterior cierra la abertura externa, y el interior -situado dos o tres centímetros más arriba- cierra la abertura principal y está directamente conectado con el diafragma urogenital. La contracción del esfínter interior produce una poderosa estimulación de los nervios y glándulas del sacro e impide la pérdida de Qi. Asimismo, tensa y tonifica los tejidos de todo el diafragma urogenital y evita que se colapse a causa de la presión hacia abajo ejercida por el diafragma superior y los órganos del abdomen.
He aquí cómo se aplica el cerrojo anal: cuando la inhalación llega a su máximo, concentre la atención en el ano y contraiga el esfínter exterior. Esto es fácil. Acto seguido efectúe una nueva contracción, más intensa, profunda y deliberada, a cosa de dos o tres centímetros por encima de la primera. Notará inmediatamente una poderosa contracción en todo el ligamento inferior de la pelvis.
Al retener el aliento, el nervio neumogástrico recibe una estimulación directa en su punto de origen en el cerebro. Cuando aplica al mismo tiempo el cerrojo anal, la raíz de este poderoso nervio, en el sacro, recibe también una estimulación similar, con lo que resultan muy favorecidas todas las funciones orgánicas controladas por el nervio neumogástrico. La contracción del diafragma urogenital con el cerrojo anal ejerce también una presión estimulante sobre una glándula poco conocida pero muy importante denominada «glándula de Luschka», que cuelga como una cereza al extremo del cóccix. En su libro sobre la respiración, Van Lysebeth incluye la siguiente cita del Dr. R. Polderman, médico y terapeuta yóguico holandés:
Se trata de una masa irregular de células situadas en la punta del cóccix... Cuando se practica el bloqueo del esfínter anal, sus terminaciones nerviosas son estimuladas. Este cuerpo coccígeo está directamente conectado con el ganglio asimétrico -un centro nervioso autónomo- a través de sus fibras nerviosas.
Mediante la correcta aplicación del cerrojo anal se obtienen profundos beneficios terapéuticos para todos los órganos y funciones relacionados con la región sacra, tales como la defecación, la peristalsis, la función prostática, la menstruación, las secreciones ováricas v testiculares, la eyaculación, la micción y otras. Además, el cerrojo anal ejercita precisamente aquellos músculos, tendones, nervios y esfínteres relacionados, en los varones, con el control de la eyaculación, que resulta cada vez más fácil a medida que el hombre va dominando el control de la respiración.
La práctica del cerrojo anal previene y cura las hemorroides, causadas por la estancación de la sangre en los minúsculos capilares de los esfínteres anales. Cada contracción y relajación de estos esfínteres expulsa la sangre estancada y atrae sangre fresca. Practique el cerrojo anal unas cuantas veces al final de cada movimiento intestinal, utilizando la postura acuclillada. Esto ayuda a expulsar los residuos fecales en una última evacuación y provee a los esfínteres de sangre fresca y energía una vez realizado su trabajo excretor. Todos los animales contraen y relajan rítmicamente el ano al terminar sus evacuaciones, y también los humanos deberían hacerlo.
en la próxima entrada se explicarán los otros dos cerrojos