Una templada mañana de octubre, a dos minutos de llegar al trabajo, se hipió. Dio media vuelta y se perdió entre las calles.
Ninguno de sus compañeros volvió a verlo. La jefa del departamento de Producción afirmó haberlo visto cuando estaba de vacaciones, vendiendo collares en la catedral de Estrasburgo.
La tomaron por loca.
A día de hoy, tanto la jefa como el sujeto viven juntos en un palacete veraniego abandonado a las afueras de Brescia, Italia.