25/4/11

Mística antimística

- Amigo mio, no sé qué más decirte sobre el tiempo: sólo que, como Maestro, sé que tal cosa no existe. Como sabes, en mis incontables horas de meditación encuentro un vacío que está más allá de toda comprensión… más allá del tiempo. Es ahí donde comprendí que el tiempo no existe. Medita, practica con férrea disciplina y podrás comprobar lo que te estoy diciendo. Observa ese calendario que tienes en la pared. No es más que otra de las obsesiones del hombre por controlar el tiempo de manera incesante, nerviosa, agitada, intentando tener siempre a la vista, donde quiera que vaya, un marcador que le diga en qué momento de la vida se encuentra. Te aconsejo que te deshagas de él: igual te valdría tener sólo un pequeño calendario de bolsillo en toda la casa… y sólo por si te hace falta.

- ¿Quién eres tú, maestro, para hablar de mi relación con el calendario?. A tus ojos este calendario es símbolo y cómplice de la obsesión con el tiempo, causa de desconcierto y encierro. A mi me resulta muy útil poder verlo, apuntar notas. Inevitablemente lo veo a menudo y veo el paso de los días, cosa que acepto alegremente. No me produce ansiedad porque así ha de ser. Dices que el tiempo no existe; yo digo que bien podría un hombre aprender que el tiempo no existe mirando fijamente el segundero de un reloj. Eres un hombre sensato y razonable, pero no puedo ignorar esta convicción, ni tampoco la certeza de que un hombre puede hacer algo mejor que seguir directrices. Moverse por una fuerza externa es cuanto menos holgazanería, y tampoco lleva muy lejos. Déjame, más bien, seguir tal y como estoy: ni siquiera los maestros conocen el sentir de todos los hombres.