Los cuatro hermanos Quiñonesa la lucha se aprestarony al correr de sus bridonescomo cuatro exhalacioneshasta el castillo llegaron. -¡Ah del castillo!- dijeron-¡Bajad presto ese rastrillo!callaron más nada oyeronsordos sin duda se hicieronlos infantes del castillo. -¡Tended ese puente, tendello,pues de no hacello, pardiez,antes del primer destellodomaremos la altivez de esa torrehabréis de vello! Entonces los infanzones contestaron:-¡Pobres locos!Para asaltar torreones,cuatro Quiñones son pocos,¡Hacen falta más Quiñones! ¡Cesad en vuestra empresa,que aventura es esta que duraporque pedura el bodoque en mi ballesta! Y a una señal dispararonlos certeros ballesterosy de tal suerte atinaronque por el suelo rodaroncorceles y caballeros.
Ayer juró ante la tropay ante toda la noblezaque hasta no entrar en Baezano ha de mudarse de ropay siendo ayer once, infiero,que en entrar tendrá interéspues el se muda el primeroy el quince de cada mes.
A las siete y media -Que hora tan rara-Pudo ser luego Es que su inocencia ignoraQue a mas de una hora, señoralas siete y media es un juego. - ¿Un juego? Y un juego vil Que no hay que jugarlo a ciegas Pues juegas cien veces, mil Y de las mil ves, febril, Que o te pasas o no llegas. Y el no llegar da dolor Porque indica que mal tasas Pero ¡ay de ti si te pasas! Si te pasas es peor.
Ya amanece. Por esa claraboyalas luces del crepúsculo atalayo.Pronto entrará del sol el puro rayoque a las sombras arroya y en bienestar convierte mi despayo. Si. Ya el rayo destella.Ya mi prisión se enjoya de luz bellaYa soy dueño de mí. Ya bien me hallo. ¡Ya trina el ruiseñor!... ¡Ya canta el gallo!...¡Trece de Mayo ya!... ¡Quién lo diría!Llevo en esta prisión un mes y un día,sin saber por nadie lo que acontece ¡Y hoy es martes, gran Dios!...¡Martes y trece!...¿Por qué el terror invade el alma mía?¿Por qué me inspira un miedo extraordinarioesa cifra, ¡ay de mi! del calendario? ¡Ah, no cifra fatal!... No humillareisel valor de Don Mendo; no podreis;todas iguales para mí sereis...¡Trece, catorce, quince y dieciseis!...
Fragmento de La Venganza de Don Mendo