La tormenta, fuerza que nubes expande y encoje
en el vasto espacio sobre el jardín poblado
ha quemado esta noche en el cielo mi nombre.
Y es el sonido de la noche,
o el pueblo perdido,
o gotas, cristal, o viento,
o todo enlazado,
que han dado al silencio de nuevo sentido.
Fue mi ego prendido por ruidos callados,
o truenos sin nombre con calma gruñendo,
o mi pensar insistente
en el cansancio escondido;
mi ser se sonríe al verse sin verme.