24/8/11

XXI.


Mi mente es un sueño

que ya nunca olvido,

perdido en el fuego celeste

que me ata a la madrugada,

nacida del llanto

de quien espera en vano

que llegue el final

de la noche.

No son las espadas

ardiendo en mi pecho

lo que en estos tiempos me angustia,

no son inquietudes de aquél

que la vida entiende,

es el grito nacido en susurros

de un absurdo temor sin nombre.

Y así divago por los rincones.

No es disperso quien no está unido,

sino el que busca un eco lejano

nacido de un norte olvidado

ubicado en el vientre,

de la pánica felicidad,

del miedo a sentirse alegre.