¡¡Danzad mosquitos, DANZAD!!
danzad en todas direcciones junto al fresno
al amparo del sol que ya piensa
en la antipoda,
brillo y mÁs brillo,
brillo que sacia la sed
de los grillos,
danzad junto a las copas magníficas
cargadas de esencia y clorofila,
¡qué talante!, iridiscentes
haces y enveses,
disfrazados de verdes y verdes,
brillo amarillo, todos candentes
al roce del fotón.
¡Danzad junto a estas copas altas
y magníficas
en las que reposan ocultos
arrendajos y urracas!
aves que giran sus cabecillas
buscando las ramas más altas...
¡Danzad sobre mi cabeza,
sobre la anciana que recoge las moras,
danzad sobre los niños que juegan en la hierba,
danzad por este sendero de arrumacos
que serpentea entre arbustos, como perros
de caza domesticados
jugando a buscar palomos despistados!
Danzad vuestra alegria antes del ocaso,
que mañana todo volverá con fuerza
exhalando manantiales.
Esta tierra, este aroma de afirmación,
este agosto con rumbo fijo
hacia un otoño que espera
arrugado aún,
prepara su maravilla cíclica,
sus ingredientes estupendos
cocina, en todo rincón,
con fundamento,
y aguarda tranquila en su madriguera
conservando su humedad y su memoria
a pesar de la tiniebla que proyectan
nuestras opacas sombras.