La autonomía intelectual
Piaget distinguió varias fases en el proceso durante el que el niño construye su pensamiento, lo que denominó constructivismo. La relación entre el todo y las partes le son muy difíciles de asimilar antes de lo siete años. A partir de esta edad, su pensamiento se moviliza lo suficiente como para hacerse reversible y reconocer así las partes en el todo. También subraya que los niños tratan de comprender su medio estableciendo una relación entre los fragmentos de conocimiento que tiene, por lo que el método de las escuelas de enseñar verdades no asimiladas y de hacer desconfiar al niño de su propio pensamiento no es fructífero. Aquellos que son disuadidos de pensar autónomamente construyen menos conocimiento que los niños mentalmente activos y seguros de sí mismos. Asegura Piaget que si el objetivo final de la educación está enfocado al desarrollo de la autonomía del niño, las asignaturas deberían impartirse de otra manera, de tal modo que lo que se haga tenga un sentido para el niño. Los niños aprenden modificando las viejas ideas y no acumulando nuevos fragmentos. Piaget asegura que todas las materias, por muy rígidas que sean, pueden servir para desarrollar el pensamiento del niño y que no importa tanto la respuesta como el proceso que ha dado pie a ella. Por el contrario, si sólo se les ofrecen los hechos “objetivos” e impersonales, no pueden construir una relación significativa por su propia cuenta. Piaget establece asímismo una sorprendente analogía entre el proceso constructivo del pensamiento de los niños con la evolución del pensamiento del hombre, destinado a una autonomía cada vez mayor, que se manifiesta en el progreso de sus ciencias.
Piaget destierra por lo tanto el concepto del “saco de virtudes” como idea cambiante y dependiente, sustituyéndola por una visión más natural sobre el desarrollo del niño y que permanece inalterable en cada generación, la necesidad de autonomía de las criaturas. Esta visión lógica es la base que utiliza para afirmar que fomentar la autonomía es más importante que la puesta en práctica de los valores, mucho más volubles y arbitrarios, que prevalecen en cada época.
Como conclusión, Piaget expone una teoría de la educación cuyo objetivo primordial es la obtención de una respuesta correcta por parte del alumno sin que se haya dado de forma heterogénea mediante la obediencia, sino que haya surgido de forma autónoma mediante la convicción personal, mediante la asimilación construída.
LA AUTONOMÍA IMPLICA UN TIPO DE EDUCACIÓN
Piaget contempla tres tipos de enseñanza que considera imprescindibles a la hora de promover el desarrollo de la autonomía de los niños.
Los adultos deben presentar su punto de vista como cualquier otra persona en igualdad de condiciones y reducir su poder coercitivo para dar vía libre a que el niño delibere y considere, construya su autonomía. Aquél al que se le corrige aprende que las respuestas correctas sólo pueden provenir de los adultos. El adulto es una persona más con otro punto de vista, que ejerce su autoridad a través de una relación de respeto mutuo.
En segundo lugar, las negociaciones y discusiones entre los niños son muy eficaces para promover el desarrollo de la autonomía moral. Un buen profesor se toma el tiempo necesario para que los niños encuentren soluciones justas a diferentes contextos a través del desacuerdo ente ellos, lo que estimula su capacidad de coordinar otro tipo de relaciones. El principio de incitar a los alumnos a intercambiar puntos de vista y coordinarlos puede ser aplicado en cualquier asignatura y a cualquier edad.
Por último, es importante incitar a los niños a tener una mentalidad activa y a tener confianza en su propia capacidad de descubrir cosas.
Como conclusión, las teorías de Piaget sugieren la necesidad de una revisión total de las viejas creencias en materia de educación, pues el supuesto de que las escuelas deben enseñar a los niños a someterse a un trabajo duro, irrelevante e incomprensible está totalmente anticuado. La educación necesita hoy una reconceptualización de los objetivos centrandose ésta en la autonomía de los niños, pues éstos construyen valores y conocimiento cuando se respeta su individualidad.