No he podido llorar
a motor caliente de rutina
llevo mi apariencia bruta de intelecto
recibo el cambio con dolor
subo al autobús con pestañas entreabiertas
mi sitio está decidido a ser cualquiera
no he llorado porque no sé si defiendo
o si estoy demasiado ocupado con el gris
de la ciudad somera;
mi llanto busca susurrar al vecino
como un viento inaudible pero frío –
comunica pero no habla de soluciones
arraigada en la gota siento la derrota
mis ojos serían una antología de fallas
tal vez no lloro para no recordarles
a estos pasajeros que todo es una trampa
que el dolor es inútil advertencia
me concentro en el libro
su elevación de la muerte y neurosis
me siento carne, piel y pulpo de mente
un cuerpo arrebatado por el símbolo
pero por debajo de todo
lágrimas de fuego,
plena llama de instinto
indómita sed de motín
mi ventana
salvaje obra de color
acepta mis ojos de pez muerto
miro con desasosiego la trivial
importancia del orden, la civilización –
sumido en los ojos de los otros
ahora veo estos pasajeros, fieles estatuas
en sensata postura ante la terrible e inmediata
posibilidad de un hecho sin precedente:
mis húmedas mejillas.