¡Mojarse!, clamaba un hombre en mitad de la carretera con los brazos abiertos en un amago de acogida. Estaba empapado y gritaba a los transeúntes que le miraban desde sus paraguas sin dejar de caminar, los coches pitaban y sus luces apuntaban hacia él, era un escenario improvisado.
¡Mojarse! ¡Estúpida necesidad!