Que levante la mano la última víctima. Por aquí, por favor, no se me agolpen. Que levante la mano el que quiera ser verdugo. Hagan cola por favor, por aquí. No salgan de este umbral. Las víctimas-verdugos en la fila de la izquierda, los nuevos verdugos, saquen ticket, ticket por aquí, habrá concurso oposición. No susurren que puedo oirles. Qué mala estrella esta, faltan muchos por suicidios, maldiciones, malfechorías y locuras varias. Elegidos por naturaleza para perecer. ¡Monsergas!. Ningún animal muere de locura. El sufrimiento amolda el alma, se abraza a la desavenencia, conoce el aroma de su cuerpo. Los verdugos disfrutan de su existencia, de los subyugados que piensan en ellos, ¿en qué ellos? En ellos y en aquellos.
Pero, ¡pobre de aquel verdugo que por accidente cayera en el pozuelo que manda limpiar cada semana, ese pozuelo donde flotan ya nosecuántas cabezas!
Cada noche el verdugo sufre febriles pesadillas: sueña con pavor que esas cabezas, flotando en la oscuridad del pozo con los ojos abiertos, brillantes mirando hacia la luna cuando asoma, donde su silueta sola se recorta, empiezan a susrrarle, todas al unísono, con su tono retorcido: "sólo hay un sufrimiento peor que envejecer arrepentido, verte aquí con nosotras cuando despiertes"