30/10/11

Muerte

No son tiempos de pena ni sonrrojo 
por sentir como todos ese asco de pensar
a ver cuando la casco
y me pierdo este vals con la más bella.
Esta rumba con esas mamellas.
Este bamboleo con las estrellas.
Este afán por saber a ciencia cierta,
El origen y  causa de esta era.
Una vez más alumbra al mundo una certeza,
que hace estremecer a quien la besa,
Y sentir sin mesura ni elocuencia
¡¡¡¡viva la vida entera
Con sus alegrías y penas¡¡¡
¡¡¡ viva este teatro
  De dudas sin certeza, y viva lo que sienten 
antes de estar muertas


Sebastian Platón

Los nazis y la picaresca española

Según narra Juan Eslava Galán es su libro “Los años del miedo”, que ya he utilizado como fuente en alguna otra Curistoria y que ya les he recomendado, había una extraña conexión entre los nazis arios y puros de Alemania y algunos de los españoles de Jaén. O eso creían algunos. ¿Sorprendente? Lo más sorprendente se lo contaré luego, al final del “chascarrillo”.

En 1935 existía una organización en Alemania, llamada Ahnenerbe, que tenía como objetivo el estudio de temas raciales con una orientación clara hacia donde ustedes ya supondrán. Este instituto envió al norte de Jaén a unos tipos, no me atrevo a llamarlos investigadores, con el fin de descubrir la conexión entre los alemanes más alemanes y los nativos de esta zona, a raíz de unos colonos que se instalaron por allí en tiempos de Carlos III.

Para llevar a cabo la investigación debían hacer algunas pruebas comprobatorias. En concreto, era necesario medir y estudiar el cráneo de los paisanos para localizar el enlace ancestral. Los jienenses, por amor al arte no se iban a poner a disposición de los foráneos, por lo que a estos no les quedó más remedio que usar una razón más sólida y universal: el dinero. Cada paisano dispuesto al estudio cobraría 5 pesetas de la época.

Tardó un momento en correr por toda la zona la noticia de que unos extranjeros pagaban por medirte la cabeza. Y allá que fueron no pocos nativos a dejarse estudiar. Pero claro, vista la oportunidad y con el acicate a la inteligencia que da el dinero fácil, comenzaron a aparecer hermanos gemelos y hasta trillizos, que permitían cobrar por el estudio dos y hasta tres veces, usando una sola cabeza.

Pero pensarán ustedes, no puede ser que los nazis fueran tan zoquetes como para no hacer alguna comprobación de identidad. Y tienen razón. Pedían la partida de bautismo para identificar las personas y además para comprobar que eran de aquella zona, cuestión que de otro modo les invalidaba para el estudio. Pero el español, a la hora de coger dinero fácil es hábil y generoso. Y esa habilidad le llevó a encontrar una solución al problema y esa generosidad le llevó a compartir sus ganancias con algún sacristán dispuesto a hacer partidas de bautismo duplicadas y hasta triplicadas, cambiando el nombre del bautizado. No tengo que decirle la validez del estudio.

Les prometía al comienzo de la entrada que lo más sorprendente de todo esto vendría al final y ahí voy. No sé si a ustedes les parecerá tan sorprendente como a mí que unos tipos supuestamente científicos y listos, estudiantes de personas y razas, no fueran lo suficientemente listo como para saber que la picaresca del español está siempre alerta. ¿No les llamaría la atención el número de mellizos de la zona? ¿No sospecharían sobre la sonrisa de los paisanos cuando entraban en su despacho para ser estudiados y en la aún más grande sonrisa cuando salían o cuando se los cruzaban por la calle?

http://curistoria.blogspot.com

27/10/11

el cura de Villatortas del Jilguero



- Padre, dígame, he llegado hasta aquí sólo para hacerle esta pregunta, no podía soportar más no tener respuesta...
- Dime, hijo.
- Padre, el cordero de Dios, ¿existe hoy? ¿Sabe el cordero que es un cordero?
- Claro, lo tomamos cada día en misa junto con la sangre del Señor Jesucristo el cáliz de la salvación mediante.
- La sangre se la toma usted sólo, pero bueno... El cordero...
- El cordero no sabe que es un cordero, no es consciente de lo que es.
- ¿Pero no es eso injusto?
- Hijo mío, injusto sería que lo supiera... Si fuera consciente de lo que es... rompería a llorar y entraría en una pena mortal que ni el mismo Dios podría evitar.
- ¿Por qué padre? ¿Por qué?
- Porque nadie en su juicio se ofrecería voluntario para expiar los pecados del mundo, hijo, el sacrificio es un ethos de Pasión. El cordero nunca sabe que es objeto de sacrificio, ni aún cuando nota que su vida y su sangre se derraman ya por la acción de la hoja afilada.

24/10/11

Tener que creer

Caminé hacia el centro sobre el Paseo de la Reforma. Estaba cansado; sin duda, la altitud de la ciudad de México tenía algo que ver en ello. Podría haber tomado un autobús o un taxi pero, no obstante mi fatiga, deseaba caminar. Transcurría una tarde de domingo. Aunque el tránsito era mínimo, los escapes de los autobuses y camiones con motores de diesel daban a las estrechas calles del centro el aspecto de cañadas de smog.

Llegué al Zócalo y noté que la Catedral parecía haber aumentado su inclinación desde la última vez que la vi. Me adentré unas cuantos metros en los enormes recintos. Una idea cínica atravesó mi mente. Después me dirigí al mercado de la Lagunilla. Carecía de propósito definido. Caminé al azar, pero a buen paso, sin mirar nada en particular. Fui a dar a los puestos de monedas antiguas y libros de segunda mano.

-¡Vaya, vaya! ¡Miren quién está aquí! -dijo alguien, tocando levemente mi hombro.
La voz y el contacto me hicieron saltar. Rápidamente giré hacia la derecha. La sorpresa me hizo abrir la boca.
La persona que me hablaba era don Juan.
-¡Don Juan! -exclamé, y un escalofrío sacudió mi cuerpo de la cabeza a los pies-. ¿Qué hace usted aquí?
-¿Tú qué haces aquí? -replicó como un eco.
Le dije que me había detenido unos días en la ciudad antes de adentrarme a buscarlo en las montañas de México central.
-Bueno, digamos entonces que yo bajé de las montañas para encontrarte -dijo, sonriente.

Me palmeó el hombro repetidas veces. Parecía contento de verme. Puso las manos en las caderas, infló el pecho y preguntó si me agradaba su apariencia. Sólo entonces advertí que don Juan vestía de traje. El impacto de tal incongruencia me golpeó de lleno. Quedé atónito.
-¿Te gusta mi tacuche? -preguntó, regocijado-. Hoy ando de traje -añadió como si tuviera que explicar, y luego, señalando mi boca abierta-: ¡Ciérrala! ¡Ciérrala!
Reí, distraído. Él notó mi confusión. Sacudiéndose de risa, dio la vuelta para que yo pudiera verlo desde todos los ángulos. Su atuendo era increíble. Vestía un traje café claro con rayas delgadas, zapatos café, camisa blanca. ¡Y corbata! Y eso me hizo preguntarme: ¿llevaría calcetines, o se habría puesto los zapatos "a raíz"?

A mi desconcierto se sumaba la sensación enloquecedora de que, cuando don Juan me tocó el hombro y volví la cara, lo vi con su pantalón y su camisa de caqui, con sus huaraches y su sombrero de paja, y luego, cuando llamó mi atención sobre su atuendo y lo enfoqué en detalle, la unidad completa de su atavío se fijó, como si yo la creara con mi pensamiento. La boca parecía ser la parte de mi cuerpo más afectada por el asombro. Se abría involuntariamente. Don Juan me tocó levemente la barbilla, como ayudándome a cerrarla.

-De veras te está creciendo la papada -dijo, y rió en explosiones cortas.

Tomé nota, entonces, de que no llevaba sombrero; su cabello blanco y corto estaba peinado de raya. Se veía como un viejo caballero mexicano, un habitante urbano impecablemente vestido. Le dije que Hallarlo allí me tenía tan estremecido que necesitaba sentarme. Se mostró muy comprensivo y sugirió ir a un parque cercano.
Anduvimos unas calles en completo silencio y llegamos a la Plaza Garibaldi, un sitio donde los mariachis ofrecen sus servicios: especie de centro de empleo para músicos.
Don Juan y yo nos mezclamos con veintenas de espectadores y turistas y circunvalamos el parque. Tras un rato se detuvo, se reclinó en una pared y alzó levemente sus pantalones, en las rodillas; llevaba calcetines café claro. Le pedí decirme el significado de su misteriosa atavío. Su vaga réplica fue que, sencillamente, debía andar de traje -ese día por razones que se me aclararían después. El hallar trajeado a don Juan había sido tan extraño que mi agitación resultaba casi incontrolable. Yo llevaba
varios meses sin verlo y más que nada en el mundo quería hablar con él, pero de algún modo la escena no encajaba y mi atención se perdía en vericuetos. Notando, sin duda, mi ansiedad, don Juan sugirió quefuéramos a la Alameda, un parque más calmado, a algunas cuadras de distancia.

No había demasiada gente en el parque, ni tuvimos dificultad para hallar una banca vacía. Tomamos asiento. Mi nerviosismo había cedido el paso a un sentimiento de incomodidad. No me atrevía a mirar a don Juan. Hubo una larga pausa enervante; aún sin verlo, dije que finalmente la voz interna me había lanzado en busca
suya, que los tremendos sucesos presenciados en su casa habían afectado muy hondamente mi vida, y que me era necesario hablar de ellos.
Hizo un ademán de impaciencia y dijo que su política era no ocuparse nunca de sucesos pasados.

-Lo importante es que has seguido mi consejo -dijo-. Has tomado tu mundo cotidiano como un desafío, y la prueba de que has reunido suficiente poder personal es el hecho indiscutible de que me has encontrado sin ninguna dificultad, en el sitio exacto en que debías.
-Dudo mucho poder aceptar crédito por eso -dije.
-Yo te estaba esperando y llegaste -dijo-. Eso es lo único que sé; eso es lo único que a cualquier guerrero le importaría saber.
-¿Qué va a pasar ahora que lo he encontrado? -pregunté.
-Por principio de cuentas -dijo-, no vamos a discutir los dilemas de tu razón; esas experiencias pertenecen a otro tiempo y a otro ánimo. Son, hablando con propiedad, meros escalones de una escalera sin fin; darles importancia significaría quitársela a lo que está ocurriendo ahora. Un guerrero no puede de ningún modo permitirse eso.

Tuve un deseo casi invencible de quejarme. No era que resintiese nada que me hubiera ocurrido, pero anhelaba solaz y simpatía. Don Juan parecía estar al tanto de mi estado y habló como si yo hubiese dado voz a mis pensamientos.

-Sólo como guerrero puede uno soportar el camino del conocimiento -dijo-. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos sean buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos.
Su tono era seco y severo; su sonrisa, cálida y apaciguadora.

-Ahora que estás aquí, lo que haremos será esperar una señal -dijo.
-¿Qué clase de señal? -pregunté.
-Necesitamos averiguar si tu poder puede valerse por sí solo -dijo-. La última vez se apagó en forma miserable; esta vez las circunstancias de tu vida personal parecen haberte dado, al menos en la superficie, todo lo necesario para tratar con la explicación de los brujos.
-¿Hay alguna probabilidad de que usted me hable de ella? -pregunté.
-Depende de tu poder personal -dijo-. Como pasa siempre en el hacer y el no-hacer de los guerreros, el poder personal es lo único que importa. Hasta ahora, yo diría que vas muy bien.

Tras un momento de silencio, como si quisiera cambiar de tema, se puso en pie y señaló su traje.
-Me puse mi traje para ti -dijo en tono misterioso-. Este traje es mi desafío. ¡Mira qué bien me queda! ¡Qué fácil! ¿Eh? ¡Como si no fuera nada!

En verdad, don Juan se veía extraordinariamente bien de traje. Todo lo que se me ocurría como rasero de comparación era el aspecto que mi abuelo solía tener en su pesado traje de franela inglesa. Siempre me daba la impresión de que se sentía desnaturalizado, fuera de lugar en un traje. Don Juan, al contrario, estaba a sus anchas.
-¿Piensas que es fácil para mí verme natural de traje? -preguntó don Juan.
No supe qué decir. Sin embargo, concluí para mis adentros que, a juzgar por su apariencia y su porte, era para él lo más fácil del mundo.
-Andar de traje es un desafío para mí -dijo-. Un desafío tan difícil como andar de huaraches y poncho sería para ti. Pero tú nunca has tenido la necesidad de tomar eso como desafío. Mi caso es diferente; soy indio.

Nos miramos. Alzó las cejas en muda interrogación, como pidiéndome comentarios.

-La diferencia básica entre un hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío -prosiguió-, mientras un hombre ordinario toma todo como bendición o maldición. El hecho de que estés hoy aquí indica que has inclinado la balanza en favor del camino del guerrero. Su mirada fija me ponía nervioso. Traté de levantarme y caminar, pero me hizo volver a mi sitio.
-Vas a estarte aquí sentado y tranquilo hasta que acabemos -dijo, imperioso-. Estamos esperando una señal; no podemos proceder sin ella, porque no basta que me hayas encontrado, como no bastó que encontraras a Genaro aquel día en el desierto. Tu poder debe acorralarse y dar una indicación.
-No puedo figurarme lo que usted quiere -dije.
-Vi algo rondando por este parque -dijo.
-¿Era el aliado? -pregunté.
-No. No lo era. Conque debemos sentamos aquí y averiguar qué clase de señal está acorralando tu poder.

Luego me pidió razón detallada de cómo había yo llevado a cabo las recomendaciones que don Genaro y él mismo hicieron acerca de mi mundo cotidiano y mis relaciones con la gente. Me sentí un poco apenado. Don Juan me tranquilizó con el argumento de que mis asuntos personales no eran privados, pues incluían una tarea
de brujería que él y don Genaro estaban cultivando en mí. Observé, en broma, que mi vida se había arruinado a causa de esa tarea, e hice recuento de las dificultades para mantener mi mundo de día con día.

Hablé largo rato. Don Juan rió de mi relato hasta derramar lágrimas en abundancia. Se palmeaba repetidas veces los muslos; ese gesto, que yo le había visto cientos de veces, estaba definitivamente fuera de lugar cuando se hacia sobre los pantalones de un traje. Me llené de una aprensión que me vi compelido a expresar.

-Su traje me asusta más que todo lo que usted me ha hecho -dije.
-Ya te acostumbrarás -repuso-. Un guerrero debe ser fluido y debe variar en armonía con el mundo que lo rodea, ya sea el mundo de la razón o el mundo de la voluntad.
"El aspecto más peligroso de esa variación surge cada vez que el guerrero descubre que el mundo no es ni lo uno ni lo otro. A mí me dijeron que el único modo de salir a flote en medio de esas variaciones era proseguir con nuestras acciones como si uno creyera. En otras palabras, el secreto de un guerrero es que él cree sin creer. Pero, por lo visto, un guerrero no puede nada más decir que cree y dejar allí las cosas. Eso sería demasiado fácil. Creer no más que por creer lo libraría de examinar su situación. Cuan do un guerrero tiene por fuerza que creer, lo hace porque así lo escoge, como expresión de su predilección más íntima.. Un guerrero no cree; un guerrero tiene que creer."

Se me quedó mirando unos segundos mientras yo escribía en mi cuaderno. Permanecí callado. No podía decir que comprendía la diferencia, pero tampoco quería discutir ni hacer preguntas. Quise pensar en lo que don Juan había dicho, pero mi mente se dispersó al mirar en torno. En la calle, a nuestras espaldas, había una larga fila de automóviles y autobuses, tocando sus bocinas. En el extremo del parque, a unos veinte metros de distancia, directamente en la línea de la banca donde estábamos sentados, un grupo de unas siete personas, incluyendo tres policías de uniforme gris claro, estaba congregado junto a un hombre que yacía inmóvil en el pasto. Parecía estar borracho, o acaso seriamente enfermo.

Miré a don Juan. También él había estado observando al hombre.

Le dije que, por algún motivo, me resultaba imposible esclarecer por mí mismo lo que acababa de decirme.
-Ya no quiero hacer preguntas -dije-. Pero sino le pido explicaciones, me quedo sin entender. No hacer preguntas es muy anormal para mí.

-Por favor, sé normal, con toda confianza -repuso con seriedad fingida.

Dije no comprender la diferencia entre creer y tener que creer. Para mí, ambas cosas eran la misma. Discernir entre las dos formulaciones era bizantinismo.

-¿Recuerdas la historia que una vez me contaste de tu amiga y los gatos? -preguntó don Juan con tono casual.

Alzó lo ojos al cielo y se reclinó en la banca, estirando las piernas. Unió las manos detrás de la cabeza y contrajo los músculos de todo el cuerpo. Como siempre ocurre, sus huesos produjeron un fuerte crujido. Se refería a la historia de una amiga mía que halló dos gatitos, casi muertos, dentro de una secadora de lavandería automática. Los revivió y, con excelente nutrición y cuidado, hizo de ellos dos gatos gigantescos,
uno negro y otro rojizo. Dos años después, vendió su casa. Como no podía llevar a los gatos consigo, ni les encontraba otro hogar, sólo le quedó llevarlos a un hospital de animales para que dispusieran de ellos. Yo la acompañé. Los gatos nunca habían estado en un coche; ella trataba de calmarlos. La arañaron y la mordieron, sobre todo el gato rojizo, al que llamaba Max. Cuando finalmente llegamos al hospital, ella se llevó primero al gato negro; con él entre los brazos, y sin pronunciar palabra, bajó del coche. El gato jugaba con ella: la tocaba suavemente con la pata mientras ella abría, empujándola, la puerta de cristal de la clínica. Miré a Max; estaba sentado en la parte trasera. El movimiento de mi cabeza debe haberlo asustado, pues se escurrió bajo el asiento del conductor. Deslicé el asiento hacia atrás. No quería meter la mano debajo por miedo de que el gato me mordiera o rasguñara. Max yacía en una concavidad en el piso del coche. Parecía muy agitado; su aliento se aceleraba. Me miró; nuestros ojos se encontraron y una sensación avasalladora me poseyó. Algo se hizo cargo de mi cuerpo: una forma de aprensión, desesperanza, o acaso vergüenza por ser parte de lo que ocurría.
Sentí la necesidad de explicar a Max que la decisión era de mi amiga, y que yo sólo la ayudaba. El gato seguía mirándome, como si entendiera mis palabras.
Miré por ver si ella venía. La vi a través de la puerta de cristal. Hablaba con la recepcionista. Mi cuerpo sintió una extraña sacudida, y automáticamente abrí la puerta del coche.

-¡Corre, Max, corre! -dije al gato.

Bajó de un salto; cruzó velozmente la calle con el cuerpo cerca de tierra, como un verdadero felino. El otro lado de la calle estaba vacío; no había coches estacionados y pude ver a Max correr a lo largo de la cloaca. Llegó a la esquina de un gran bulevar y descendió por la compuerta de desagüe.

Mi amiga regresó. Le dije que Max se había ido. Ella subió al auto y nos fuimos sin decir palabra. A lo largo de los meses, el incidente se convirtió en un símbolo para mí. Imaginé, o acaso vi, un raro destello en los ojos de Max cuando me miró al saltar del coche. Y creí que por un instante ese animal doméstico, castrado, gordo e inútil, se hizo gato.
Expresé a don Juan mi convicción de que, cuando Max corría calle abajo y se sumergía en el drenaje, su "espíritu de gato" era impecable, y quizás en, ningún otro momento de su vida fue tan evidente su "gatunidad".
El incidente me dejó una impresión imborrable. Conté la historia a todos mis amigos; tras repetirla una y otra vez, mi identificación con el gato llegó a ser muy placentera.
Me pensaba yo mismo como Max: dejado, domesticado en muchos sentidos, pero no podía pasar por alto, sin embargo, que siempre había la posibilidad de un momento en que el espíritu del hombre se posesionara de todo mi ser, igual que el espíritu "gatuno" llenó el cuerpo hinchado e inútil de Max.

A don Juan le había gustado la historia; hizo algunos comentarios casuales acerca de ella. Dijo que no era tan difícil dejar que el espíritu del hombre fluyera a tomar las riendas; sostener el paso, sin embargo, era algo que sólo un guerrero podía hacer.

-¿Qué pasa con la historia de los gatos? -pregunté. -Me dijiste que crees estar corriendo el riesgo, como Max -dijo él.
-Así creo.
-Lo que he estado queriendo decirte es que, como guerrero, no puedes nada más creer eso y dejar las cosas así. Con Max, tener que creer significa que aceptas el hecho de que su fuga pudo ser un arranque inútil. A lo mejor se metió por el desagüe y se murió en el acto. A lo mejor se ahogó, o se murió de hambre, o se lo comieron las ratas. Un guerrero toma en consideración todas esas posibilidades y luego elige creer de acuerdo
con su predilección intima.

"Como guerrero, tienes que creer que a Max le salió todo bien; que no sólo escapó, sino que mantuvo su poder. Tienes que creerlo. Digamos que sin esa creencia no tienes nada."

La diferencia se hizo muy clara. Pensé que yo, en realidad, había elegido creer en la supervivencia de Max, sabiendo que tenía en su contra toda una vida regalada y llena de engreimientos.

-Creer es lo de menos -siguió don Juan-. Tener que creer es otra cosa. En este caso, por ejemplo, el poder te dio una lección espléndida, pero elegiste usarla sólo en parte. Sin embargo, si tienes que creer, debes usar todo el suceso.

-Ya me voy dando cuenta a qué se refiere usted -dije.

Mi mente se hallaba en un estado de lucidez, y parecía aprehender los conceptos sin el menor esfuerzo.

-Temo que todavía no entiendes -dijo don Juan, casi en un susurro.
Me miró con fijeza. Sostuve su mirada un momento.
-¿Y el otro gato? -preguntó.
-¿Uh? ¿El otro gato? -repetí involuntariamente.
Lo había olvidado. Mi símbolo había girado en torno a Max. El otro gato no tenía importancia para mí.

-¡Por supuesto que la tiene! -exclamó don Juan cuando di voz a mis pensamientos-. Tener que creer significa que también tienes que tomar en cuenta al otro gato. Al que jugaba y lamía las manos que lo llevaban a su fin. Ese fue el gato que marchó confiado hacia su muerte, repleto de sus juicios de gato.

"Tú piensas que eres como Max; por eso te olvidas del otro gato. Ni siquiera sabes su nombre. Tener que creer significa que debes tomar todo en consideración, y antes de decidir que eres como Max debes considerar que a lo mejor eres como el otro gato; en vez de luchar por tu vida y correr el riesgo, a lo mejor te vas feliz a tu muerte, repleto de tus juicios."





Carlos Castaneda, Relatos de poder

23/10/11





La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean en las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraísos ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.



Federico García Lorca
Yo como directivo tengo chófer; es lo primero que pedí. Digo, "yo quiero chófer, eh? Y me dicen "sí sí sí, pero coche no". Digo... "bueno, eso ya vendrá, pero yo quiero chófer. Vamos en metro los dos". Sí. ¿Qué te crees? Luego viene la parte jodida, porque a veces quiero un aumento de sueldo, y como yo soy mi propio jefe me tengo que reunir conmigo mismo. Que eso a veces, a la larga, a la gente le da reparo verlo. Dicen "el Andreu está mal". Y yo les digo, "sí". Me reúno conmigo mismo y me digo, "hola, qué pasa Andreu". "Bien, tal y cual". Y digo, "oye anda, mírame lo del aumento". Y me digo "vale, puees... te lo subo el mes que viene". Pero yo ya sé que es mentira. Porque me conozco, ¿me entiendes? Me veo yo mi propia cara y digo, "a mi me la vas a meter tú". Hasta que me dicen "Andreu, que empieza el programa" Y yo me digo "mira, te tengo que dejar".




A.B.
¡Torres de Dios! ¡Poetas!
¡Pararrayos celestes
que resistís las duras tempestades,
como crestas escuetas,
como picos agrestes,
rompeolas de las eternidades!

La mágica esperanza anuncia un día
en que sobre la roca de armonía
expirará la pérfida sirena.
¡Esperad, esperemos todavía!

Esperad todavía.
El bestial elemento se solaza
en el odio a la sacra poesía
y se arroja baldón de raza a raza.

La insurrección de abajo
tiende a los Excelentes.
El caníbal codicia su tasajo
con roja encía y afilados dientes.

Torres, poned al pabellón sonrisa.
Poned, ante ese mal y ese recelo,
una soberbia insinuación de brisa
y una tranquilidad de mar y cielo.

____________________________

Yo sé que hay quienes dicen: ¿Por qué no canta ahora
con aquella locura armoniosa de antaño?
Esos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.

Yo, pobre árbol, produje, el amor de la brisa,
cuando empecé a crecer, un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán mover mi corazón!






Rubén Darío



Way down upon the Swanee River,
Far, far away
That's where my heart is turning ever
That's where the old folks stay

22/10/11

smigul

la chambre d`amis




Une table basse en chêne, une TV, peu de chaînes
Une vue un peu moyenne, un canapé-lit crème
Une pile de magazines, des trophées en vitrine
Un flacon d'eau sauvage et des doubles vitrages
Les rideaux mi-clos, quelques plantes, 2 heures 30

Dans La Chambre D'amis, pour la première nuit
Dans la chambre d'amants, tu dors seule à présent
Dans La Chambre D'amis, je regarde la pluie
Les étoiles ambulantes et m'endors sur le ventre

Une étagère qui penche, une fusée rouge et blanche
Quelques piles de linge, de la monnaie de singe
Deux vieux clichés jaunis, des films interdits
Aux moins de 18 ans et des dessins d'enfants
Les rideaux mi-clos, immobiles, 3 heures pile

Dans La Chambre D'amis, je suis cet ennemi
Qui dort au purgatoire, à gauche du couloir
Dans La Chambre D'amis, de thèse en théorie
Je sais que j'ai tout faux, je m'endors sur le dos

Dans La Chambre D'amis, je recevrai des filles
Partenaires de dépit, de beaux oiseaux de nuit
Dans la chambre d'amants, j'irai de temps en temps
Mais le matin qui suit, jeté du paradis
Je reprendrai mes billes, ma montre Bulgari
Et reviendrai ici, dans La Chambre D'amis

20/10/11

vestido de prada


—Soy, de hecho, el Diablo. No se asuste, sin embargo, porque realmente soy el Diablo, y por eso no hago daño. Ciertos imitadores míos, en la Tierra y encima de la Tierra, son peligrosos, como todos los plagiarios, porque no conocen el secreto de mi manera de ser. Shakespeare, a quien inspiré muchas veces, me hizo justicia: dijo que yo era un caballero. Por eso, quédese tranquila: en mi compañía está bien. Soy incapaz de una palabra, de un gesto, que la ofenda. Cuando así no fuere por mi propia naturaleza, Shakespeare me obligaba a serlo. Pero, en realidad, no hacía falta.
            “Dato del principio del mundo, y desde entonces he sido siempre un ironista. Ahora bien, como debe de saber, todos los ironistas son inofensivos, excepto si quieren utilizar la ironía para insinuar alguna verdad. Pero yo nunca pretendí decir la verdad a nadie, en parte porque de nada sirve, y en parte porque no la conozco. Creo que mi hermano mayor, Dios todopoderoso, tampoco la sabe. Esas, sin embargo, son cuestiones de familia.
            “Tal vez no sepa por qué la traje aquí, en este viaje sin término real ni propósito útil. No fue, como parecía que iba a juzgarlo, para violarla o atraerla. Esas cosas suceden en la Tierra, entre los animales, que incluyen a los hombres, y parece que dan placer —creo, según me dicen de allá abajo— incluso a las víctimas.
            "Además, no podría. Esas cosas suceden en la Tierra, porque los hombres son animales. En mi posición social en el universo son imposibles; no tanto porque la moral sea mejor, sino porque nosotros, los ángeles, no tenemos sexo, y ésa es, por lo menos en este caso, la principal garantía. Puede, pues, quedarse tranquila, porque no le faltaré al respeto. Bien sé que hay faltas de respeto accesorias e inútiles, como las de los novelistas modernos y las de la vejez; pero hasta ésas me son negadas, porque mi carencia de sexo data del principio de las cosas y nunca tuve que pensar en eso. Dicen que muchas hechiceras tuvieron comercio conmigo, pero es falso; aun así, no lo es, porque con quien tuvieron comercio fue con la propia imaginación, que, en cierto modo, soy yo.
            "Quédese, pues, tranquila. Corrompo, es cierto, porque hago imaginar. Pero Dios es peor... en un sentido, por lo menos, porque creó el cuerpo corruptible, que es mucho menos estético. Los sueños, al menos, no se pudren. Pasan. Mejor así, ¿no es verdad?
            "Es lo que se expresa en el Arcano 18. Confieso que no conozco bien el Tarot, porque todavía no conseguí aprender sus secretos con las muchas personas que hay en el mundo que lo comprenden perfectamente.
            — ¿Dieciocho? Mi marido tiene el grado 18 de la Masonería.
            —De la Masonería, no: de un rito de la Masonería. Pero, a pesar de lo que se ha dicho, no tengo nada con la Masonería, y mucho menos con ese grado. Me refería al Arcano 18 del Tarot, es decir, de la clave de todo el universo, de la cual, además, mi entendimiento es imperfecto, así como el de la Cábala, de la cual los doctores de la Doctrina Secreta saben más que yo.
            "Pero dejemos esto, que es puramente periodístico. Recordemos que soy el Diablo. Seamos, pues, diabólicos. ¿Cuántas veces ha soñado conmigo?
            —Que yo sepa, nunca —respondió, sonriendo, María, mirándolo con ojos muy abiertos.
            — ¿Nunca pensó en el Príncipe Encantado, en el Hombre Perfecto, en el amante interminable? ¿Nunca sintió a su lado, en sueños, al que la acariciara como no acaricia nadie, al que fuera suyo como si la incluyese en él, el que fuera, al mismo tiempo, el padre, el marido, el hijo, en una triple sensación que es sólo una?
            —Aunque no comprenda bien, sí, creo que pensé así y sentí así. Cuesta un poco confesarlo, ¿sabe?
            —Era yo, que soy la Serpiente; ése fue el papel que [me] asignaron, desde el principio del mundo. Tengo que seguir tentando, pero, por supuesto, en un sentido figurado y tosco, porque no vale tentar inútilmente.


            —Fueron los griegos quienes, mediante la interposición de la Balanza, hicieron once los diez signos primitivos del Zodíaco.
            "Fue la Serpiente quien, mediante la interposición de la crítica, tornó realmente en doce la decena primitiva. [...]
            —Realmente, no comprendo nada.
            —No comprenda: oiga. Otros comprenderán.
            "(...) Mis mejores creaciones: la luz de la luna y la ironía.
            —No son cosas muy parecidas...
            —No, porque yo no soy parecido a mí mismo. Ese vicio es mi virtud. Es por eso que soy el Diablo.

Fernando Pessoa, La hora del diablo

lejos

artículo de género indefinido busca sustantivo

18/10/11

Centinelas del sistema inmunitario

El Nobel de Medicina 2011 ha premiado a tres investigadores de los mecanismos tempranos de activación del sistema inmunitario: Ralph Steinman, descubridor de las células dendríticas; y Bruce Beutler y Jules Hoffmann, por descifrar los sistemas de detección de patógenos en mamíferos y en insectos.

El término inmunidad suele asociarse a conceptos como alergia, vacuna o anticuerpo, englobados en lo que los expertos denominan inmunidad adquirida, en contraste con la menos divulgada inmunidad innata o natural. Un símil policial ilustra las diferencias entre ambas. La inmunidad adquirida sería como una policía meticulosa y especializada, que a la primera infracción de cualquier intruso genera un retrato robot detallado que permita atraparlo a la siguiente ocasión. Por desgracia, tanta precisión hace al proceso algo burocrático. De hecho, si nuestra única defensa fuera la inmunidad adquirida, no habríamos vivido como especie para contarlo: el patógeno crece mucho más rápido que el tiempo necesario para activar las defensas, y acaba destruyendo al organismo invadido. Además, el retrato robot es a veces demasiado exacto y el asaltante, con alterar solo un poco su catadura, consigue despistar al sistema de alarma y obliga a una nueva identificación. Un ejemplo es la vacuna de la gripe, actualizada de año en año porque el virus causante se las ingenia para ir desfigurando su apariencia.

Afortunadamente, en el tiempo muerto que nuestro cuerpo precisa para organizar la defensa específica contra el invasor, la inmunidad innata nos protege como fuerza de intervención inmediata que reconoce patógenos o células cancerosas, sin la exquisitez o la memoria de la respuesta adquirida, pero de modo rápido y eficaz, sea o no reincidente el patógeno.

Los ojos de esa inmunidad innata son unas proteínas llamadas receptores Toll (TLR, o receptores de peaje), presentes en la superficie de los glóbulos blancos. Desde ahí detectan los elementos nocivos y transmiten la alarma al interior del leucocito para que este alerte a otras células, o directamente actúe sobre la amenaza. Los humanos disponemos de 10 tipos de TLR especializadas en bacterias, hongos, virus, etcétera. En nuestro símil serían centinelas capaces de detectar, sin reparar en el aspecto individual del sospechoso, su pertenencia a una organización criminal (los patrones de patogenicidad descritos por Charles Janeway, pionero en el estudio de la inmunidad innata, fallecido en 2003). El premiado Bruce Beutler ha investigado en especial el reconocimiento, por parte del centinela TLR4, del componente principal de la membrana de las bacterias Gram-negativas, causantes del choque séptico. Otros TLRs reconocen componentes de las bacterias-Gram positivas o de los virus.
Los insectos, sin inmunidad adquirida y con TLRs muy similares a los humanos, son un modelo rápido y sencillo para estudiar la inmunidad innata, y le han valido a Jules Hoffmann su premio Nobel. En los pasos de Hans Boman (fallecido en 2008), Hoffman identificó diversos péptidos (proteínas de talla pequeña) capaces de perforar la membrana de los patógenos. Estos péptidos pueden también obtenerse artificialmente por síntesis química y así estudiar a fondo su vía de actuación. En los humanos, constituyen la primera barrera química contra la infección, y su carencia se ha asociado a la enfermedad de Crohn, o su exceso a la psoriasis. Hace poco se ha descrito que el conocido efecto beneficioso del Sol para la tuberculosis se debe a que la activación de la producción de vitamina D aumenta a su vez la de un péptido que mata a la bacteria de modo tan diferente a los antibióticos clásicos que hace improbable la aparición de resistencia, lo cual le convierte en alternativa terapéutica en la lucha contra microbios resistentes.

El Nobel a Ralph Steinman premia su descubrimiento, en 1973, de las células dendríticas, nexo de unión entre inmunidad innata y adquirida. Esas células se encuentran en tejidos en contacto con el medio externo (mucosas, piel), la línea de frente a la invasión del patógeno, y mediante TLRs y otros receptores detectan al agresor y determinan qué respuesta requiere. En clave policial, las células dendríticas ostentarían funciones de centinela, de mensajeros al centro de mando (órganos linfoides), y de comisario jefe que coordina a las restantes células del sistema inmune y selecciona a las más idóneas.

En los últimos años, la manipulación de células dendríticas ha permitido generar inmunoterapias más eficaces, incluyendo ensayos de vacunación contra sida y cáncer, en este caso con poca eficacia, ya que las células tumorales parecen alterar a las dendríticas y neutralizar su efecto favorable. Con trágica ironía, las células dendríticas de Steinman, reeducadas en el laboratorio para combatir el cáncer pancreático que sufría desde hacía cuatro años, han acabado perdiendo la batalla frente a las tumorales, tan solo dos días antes de que se le concediese el Nobel.
Diario El País
Cuentan las malas lenguas que en los años veinte el presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge, estaba de visita oficial con su esposa en una granja. A cada uno se le asignó un itinerario distinto, de manera que cuando el guía le estaba explicando al presidente los secretos de un gallinero, le dijo: "Su esposa me ha recalcado que le recordara que el gallo que vive en el corral rodeado de gallinas hace el amor todos los días". A lo que el presidente Coolidge contestó con una pregunta: "¿Con una sola de ellas?". "No, no, no", fue la respuesta inmediata del guía. "Pues dígaselo así a mi esposa", fue la réplica presidencial.


16/10/11

Un cerebro constructor de castillos de arena

Ahora resulta que hay muy poca distancia cerebral entre la genialidad y la locura. ¿No han tenido nunca el sentimiento de que algo importante les está invadiendo el alma sin que sepan por qué? De pronto son presas del sentimiento de que están a punto de descubrir algo esencial sobre el carácter de una persona, la textura de un objeto o la naturaleza de un proceso sin haber buscado la razón para nada. Es puro conocimiento o intuición llovidos del cielo. Es curioso, pero incluso yo mismo, que soy consciente desde hace años de que la intuición no está reñida con la razón, tengo tendencia a separar conocimiento por un lado e intuición por otro. Es falso. Son o pueden ser lo mismo.

Les decía que, a fuerza de analizar qué pasa en nuestras neuronas cuando se activan por percibir algo, prestar atención, recordar o deducir un corolario a raíz de la excitación exterior, estamos viendo que al cerebro le encanta predecir lo imposible para ver qué pasa si pasa algo. En términos didácticos estamos descubriendo que al cerebro le gusta recurrir al sentimiento delcaos, al estremecimiento de lo que aparenta ser casi imposible para quedarse luego con una realidad transformada. No es tan raro como parece. Quiero decir que hacemos algo parecido con las cosas muy a menudo. El ejemplo más representativo es el castillo de arena que todos hemos hecho en la playa.

Sabíamos que añadiendo un granito de arena a otro granito de arena podemos construir una montaña hasta llegar a una altura impresionante. Lo que sabemos desde el primer momento es que la montaña tarde o temprano se derrumbará por el dictado de la física. No se puede, sencillamente, hacer un castillo de arena que no acabe derrumbándose en un momento dado. Lo fascinante es que a las ratas les pasa algo parecido con su pensamiento. Pueden elucubrar hasta cierto punto, pero no saben muy bien hasta dónde pueden llegar antes de que el pensamiento genial se derrumbe al confrontar el caos.

Igual sucede con nuestra manera de pensar. El cerebro lanza predicciones cada vez más inverosímiles al exterior que se combinan con los datos disponibles en el universo externo. El cerebro lanza pensamientos sospechosos e intrigantes que la realidad confirma a medias o del todo. Después de combinar la información que lanza al exterior con la que recibe de fuera, se hace una composición de lugar y toma la decisión que, supuestamente, conviene.

Uno tiene la impresión de que el cerebro equivale a un centro de cálculo de probabilidades sometido a leyes muy determinadas y de orden físico, como las que afectan a todo el universo. Hay psicólogos y neurólogos convencidos de que el cerebro es una chapuza, mientras que otros piensan que, efectivamente, es la máquina más asombrosa del universo. ¿Dónde está la verdad? ¿En medio? Estoy seguro de que mis lectores tienen sus propias ideas, que nos convendría conocer a todos.

Se están produciendo varias revoluciones simultáneamente en la concepción del cerebro. Una de ellas la acabamos de mencionar. La percepción, la atención necesaria para percibir, la memoria a largo plazo, el conocimiento y el lenguaje obedecen a las leyes físicas conocidas que afectan al resto del universo. La segunda gran revolución es la que nos avisa de que no es prudente compartimentar el cerebro en espacios distintos destinados cada uno a una función separada.

Fabricamos el mundo que percibimos en función de la intensidad y el número de los fogonazos que sueltan nuestras neuronas para advertir a otros de que algo está pasando. Para nosotros solo hay personas y cosas. Para nuestro cerebro solo hay redes.


Eduard Punset

15/10/11

AH PP

El cerebro cuenta con una serie de sistemas de enzimas que sirven para coordinar sus
operaciones. Algunas de estas enzimas regulan el suministro de glucosa a las células
cerebrales. La mescalina impide la producción de estas enzimas determinadas y disminuye así
la cantidad de glucosa a disposición de un órgano que tiene una constante necesidad de azúcar. 

¿Qué sucede cuando la mescalina reduce la normal ración de azúcar en el cerebro?
Son muy pocos lo casos que han sido observados y esto impide que se pueda dar una
contestación concluyente.
Pues lo que sucede a la mayoría de los pocos que han tomado mescalina bajo fiscalización
como sigue:
 

La capacidad de recordar y de "pensar bien" queda poco o nada disminuida. Cuando
escucho las grabaciones de mi conversación bajo la  influencia de la droga no advierto que
haya sido más estúpido que en el tiempo ordinario.
2o
Las impresiones visuales se intensifican mucho y  el ojo recobra parte de esa inocencia
perceptiva de la infancia, cuando el sentido no está inmediata y automáticamente subordinado
al concepto. El interés por el espacio disminuye y  el interés por el tiempo casi se reduce a
cero.
3o
. Y Aunque el intelecto no padece y aunque la percepción mejora muchísimo, la voluntad
experimenta un cambio profundo y no paranormal. Quien toma mescalina no ve razón alguna
para hacer nada determinado y juzga carentes de todo interés la mayoría de las causas por las
que en tiempos ordinarios estaría dispuesto a actuar y sufrir. No puede molestarse por ellas,
por la sencilla razón de que tiene cosas mejores en que pensar.
4o
. Estas cosas mejores pueden ser experimentadas -como yo las experimenté- "ahí afuera" o
"aquí adentro", o en ambos mundos, el interior y el exterior, simultánea o sucesivamente. Que
son cosas mejores resulta evidente para todo tomador de mescalina que acuda a la droga con
un hígado sano y un ánimo sereno. 

Estos efectos de la mescalina son de la clase de los que cabría esperar que siguieran a la
administración de una droga capaz de menoscabar la eficiencia de la válvula reducidora del
cerebro. Cuando el cerebro se queda sin azúcar, el desnutrido ego se siente débil, se resiste a
emprender los necesarios quehaceres y pierde todo su interés en las relaciones espaciales y
temporales que tanto significan para un organismo deseoso de ir tirando en este mundo.
 
Cuando la Inteligencia Libre se cuela por la válvula que ya no es hermética, comienzan a
suceder toda clase de cosas biológicamente inútiles. En algunos casos, se puede tener
percepciones extrasensoriales. Otras personas descubren un mundo de belleza visionaria. A
otras más se les revelan la gloria, el infinito valor y la plenitud de sentido de la existencia
desnuda, del acontecimiento tal cual, al margen del concepto. En la fase final de la
desaparición del ego -y no puedo decir si la ha alcanzado alguna vez algún tomador de
mescalina-, hay un "oscuro conocimiento" de que Todo está en todo, de que Todo es
realmente cada cosa. Yo supongo que esto es lo más  que una inteligencia finita puede
acercarse a "percibir cuanto esté sucediendo en todas las partes del universo".
 
En relación con esto, ¡qué significativo es el enorme mejoramiento que tiene bajo la influencia
de la mescalina la percepción del color! Para ciertos animales, es biológicamente muy
importante la capacidad de distinguir ciertos matices. Pero, más allá de los límites de su
espectro utilitario, la mayoría de los seres son completamente ciegos para los colores. Las
abejas, por ejemplo, pasan la mayor parte de su tiempo "desflorando a las lozanas vírgenes
de la primavera", pero, como von Frisch lo ha mostrado, sólo pueden reconocer unos cuantos
colores. El muy desarrollado sentido del color que  tiene el hombre es un lujo biológico,
precioso para él como ser intelectual y espiritual, pero innecesario para su supervivencia como
animal. A juzgar por los adjetivos que Homero pone en sus labios, los héroes de la Guerra de
Troya apenas superaban a las abejas en la capacidad para distinguir los colores. En este
aspecto por lo menos, el avance de la humanidad ha sido prodigioso. 


Aldous Huxley  Las puertas de la percepción

mestizaje

Dicen que en los tiempos de Platón, un filósofo aficionado consiguió reunir a un buen grupo de discípulos gracias a sus métodos de enseñanza poco ortodoxos. No nos han llegado documentos que nos ayuden a dilucidar las teorías y conceptos que prclamaba pero el autor Manuel Ciborrios, en su célebre ensayo sobre aquellos tiempos "Agora griega", nos cuenta que una noche, Fribundio, que así parecía llamarse, mientras enseñaba a sus alumnos una nueva sustancia misteriosa que guardaba en su laboratorio, les dijo:

- Mirad. Os voy a enseñar el sabor del nuevo mundo futuro, el sabor del mestizaje. Pero no debe ser un mestizaje cualquiera, ¡no! Mirad bien cuán importante es la buena mezcla...

Lo primero que tenéis que hacer es quitar el filtro naranja del cigarro...

tetragromm


I

¿Hay algo que invite más a la desesperanza que un individuo que expulsa humo por su automóvil, su boca u orejas? Humea, ahúma malhumorado.

II
  La cultura no es propia,
pero aun así, aún
a sabiendas de que nos sobrevivirá,
nos vendemos a ella.
¿Hay algo más quizás?

III

Libertad no es
perpetuar el mito de la psique
aunque nos de manga ancha
en nuestro albedrío, es
como un gozne que chirría
a través de los tiempos.
¿Evolucionar a golpe de azada, quizás?
Es poca alternativa, pensarás,
pero habrá que empezar
por elegir primero ¿no?

IV

Garras hay tres en el mundo:
las de fuego
y las de papel.
La una destruye la materia, 
la otra de ella se apodera,
y una tercera la desintegra.
El fuego quema el papel
pero también puede protegerlo.
"Nada mejor que guarecerlo
con garras de fuego",
pensarían en babel...
¿Y esa tercera no será como un agua,
que a las otras cubre
con velos de hiel?

14/10/11



Cuando estoy en el supermercado

suelo apuntar la letra de canciones que escucho en la radio.






Para buscarlas luego.




En el supermercado de mi pueblo se escucha especialmente bien en la sección de pescadería.





Hoy un merluzo me ha guiñado un ojo.




Me ha dicho "bien, chaval. Vas por el buen camino".




Acabo de almorzar.





Estaba delicioso, aunque le faltaba algo de limón.

11/10/11

Curiosidades del lenguaje y otras zarandajas

Los abecegramas son frases cuyas letras se disponen en orden alfabético. Es decir, la primera palabra de la frase comienza con A, la segunda con B, la tercera con C y así sucesivamente hasta la última palabra que comenzará por Z.

«Anoche brillaron cerca, chispeantes, dos estrellas fugaces; gravitaban hermosas iluminando juntas kilométricos lugares; llevaban mágicos negros ñublos; originaban planetas que relucían surcando tenues universos,... vertiendo wolframio, xenón y zafiros».


Los acrósticos son composiciones poéticas en las que las letras iniciales, medias o finales de los versos, leídas en sentido vertical, forman una palabra o una frase. Del griego «akros» = extremo y «stikhos» = verso.

Aplícase a las
composiciones poéticas,
rimadas,
o de versos
sueltos y de cualquier
tamaño, en las que las letras
iniciales, medias o finales de los versos
componen una palabra
o una frase.

La aliteración es una figura retórica que consiste en la repetición de los mismos sonidos (fonemas) en una misma frase o verso para producir un efecto de musicalidad y sonoridad.

«Oye el sórdido son de la resaca, infame turba de nocturnas aves» Garcilaso

«El ruido con que rueda la ronca tempestad» Zorrilla

«Ay, si las palabras fuesen solo un suave sonido...» Vicente Aleixandre

«...Y es el mágico pájaro regio que al morir rima el alma en un canto» Rubén Darío

La anáfora es una figura de dicción que consiste en la repetición intencionada de una palabra o grupo de palabras al comienzo de una frase o verso para enfatizar mediante esa repetición.

Como ejemplo pondremos estos versos de Quevedo, en los que con cariño habla del apéndice nasal de Góngora:

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto;
las doce tribus de narices era.
Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.

Un anagrama es una palabra o frase obtenida mediante la transposición de las letras de otra palabra o frase, por ejemplo un anagrama de la palabra «letras» sería «lastre» y el anagrama de «frase» sería «fresa».
Los primeros anagramas se atribuyen al griego Licofrón, poeta y gramático de Alejandría, que al rey Ptolemaios (Ptolomeo) le dedujo el anagrama «apo melitos» (que proviene de la miel) y a la reina Arsinoe le encontró «Ion Eras» (violenta de Juno)
. Del griego «anágramma» y el latín «anagramma» (aná= cambio; gramma =escritura).

De 12 letras
aguardentosa / engatusadora
altisonancia / nacionalista
anemográfica / mecanografía
anemométrica / maceramiento
aparcamiento / metacarpiano
armonización / romanización

De 14 letras
armoniosamente / enamoramientos
arremetimiento / meritoriamente
conquistadores / reconquistados
contraposición / pronosticación
escalonamiento / ocasionalmente

Para acabar, un acertijo basado en un juego de palabras:

Cuentan cuentos de Castilla
que una tarde de verano
un hidalgo fatigado
buscando estaba posada.
Recorrió pueblos y villas
sin hallar lumbre ni cama
y cuando el sol se ocultaba
tras los cerros de Sevilla,
al revolver un recodo,
apareció una masía
con chimenea y establo
y en la fachada de piedra
un gran cartel que decía:
«La posada del ingenio».

Con presteza y alegría
se acercó, raudo, a la puerta,
para hacer sonar la aldaba.
Abrió, al momento, un mancebo
que preguntó muy ufano:
- ¿Qué buscáis aquí, viajero?
- Cena y cama, posadero.
- Pues debéis saber, señor,
que en esta humilde posada
sólo duerme en su interior
aquel que prueba su ingenio.
- Demostrallo yo quisiera
y poder dormir adentro.
- Se trata de resolver
una cuestión bien sencilla:
¿cuántas personas se alojan
aqueste día en la fonda?
y sepa vuestra merced
que del total de viajeros
la mitad llegó a caballo,
otro tercio en carruaje
y la sexta parte andando.

Cerró la puerta el mancebo
y... tras pensar asaz rato
llamó de nuevo el viajero:
- Disculpadme, posadero,
con las señas que habéis dado
no es posible averiguar
la solución deste enredo.
- ¡Tenéis razón, caballero!,
os daré otro dato más:
la cifra que representa
la mitad de los viajeros,
cabalgando va entre versos
deste romance de cuento.
- En ese caso me atrevo
a daros ya la respuesta...

La solución fue correcta,
ansí el hidalgo sagaz
pudo por fin reposar
de su viaje agotador.

¿Os atrevéis vos, lector,
a solventar el misterio
que se oculta en la posada,
«la posada del ingenio»?

10/10/11

XXII.

He cruzado montañas de niebla

y ríos de muerte y de vida,

he alcanzado mi ansiada pureza;

y llegado a las puertas del alma

mis manos lloran y esperan.

Esperan milagros del mundo,

de un misterio que se desvela,

esperan a estar preparadas.

Y sólo cuando abra la puerta,

sabré que todo ello ya estaba.

Maldición

Malditos sean los hombres
que no escuchan sus latidos;
que no dejen simiente
y se arrastren cegados por la luz.

Que se mueran los lobos
y no encuentren sombra en el desierto.
Pues el mundo está infecto
de su presencia.

Que no vivan felices
y una peste de muerte se les anude al cuello
pues se encuentran marcados
por el sello de fuego.

No soy Dios ni el Diablo
y no soy grande ni fuerte,
pero escuché la verdad que recitan los mares
y la dulce melodia del sol de la tarde.

Podríamos ser hermosos, podríamos ser dioses,
y en vez de ser eso somos como leones
que se muerden las tripas para ver como arden.

Y me arrancaría los dientes
y lloraria de alegria
por ver a esta Tierra brillar como soles.


Que nuca nazca judas,
que solo lluevan bondades
y las serpientes aplastadas
por los niños en los parques.

Que reine la armonía
y un celestial manto nos cubra,
que broten piernas a los árboles
y alas al hombre.

Que se muera la pena sola y desdichada,
que se ame a los feos y se desprecie a los soberbios,
que dios escriba con reglones derechos
y que no sepan tanto los hombres futuros
pues el misterio se siente, no se sabe.



S. Platón

Ayer

Es de noche y
vienen mis recuerdos
a cantar su hermosura.
Mi torpezas y bondades,
Mi yo rebobinado.
recorro seres, lugares y tiempos,
Como quien nada en el océano.
Dibujo lo que sentí en un lienzo roto,
repasando soles y lunas,
Tras el aguijoneado prisma de esmeraldas,
Y miro tras él:
Mis relampagueantes alegrias,
Mis batallas perdidas,
Mis deshojados momentos,
Mi gastada media vida.



S. Platón

8/10/11

sniff VII (las esclusas)

Exhalación

En los ejercicios respiratorios taoístas, la exhalación tiene más importancia que la inhalación. La respiración torácica superficial deja un residuo permanente de aire viciado y toxinas en el interior de los pulmones, y es necesario vaciar éstos por completo para que puedan llenarse de aire limpio.

Cuando note que llega el momento de exhalar, el primer paso consiste en relajar los Tres Cerrojos. Luego, lenta y casi imperceptiblemente, comience a exhalar con suavidad por la nariz o la boca, manteniendo la lengua en contacto con el paladar y aumentando poco a poco la intensidad de la exhalación (pero no su velocidad) hasta que se establezca una corriente fuerte y constante.

Vacíe los pulmones en orden inverso a la inhalación: comience por la parte superior y termine en el fondo. Al final de la exhalación, encoja la pared abdominal hacia adentro para empujar el diafragma hacia arriba, hacia el pecho, con lo que expulsará los últimos residuos de aire viciado. Esta contracción final del abdomen también comprime los órganos internos y los vacía de la sangre adicional recibida durante la inhalación.

Finalmente, antes de volver a inhalar, deje que la pared abdominal se relaje y los órganos regresen a su lugar.

Si el aire tiende a salir de golpe en una especie de estallido, eso quiere decir que lo ha retenido durante demasiado tiempo.

Si el tiempo es frío y seco, la exhalación debe efectuarse siempre por la nariz, a fin de recuperar el calor y la humedad absorbidos por el aire al entrar por los conductos nasales. Sin embargo, en los climas calurosos y húmedos se puede optar por exhalar a través de la boca, lo cual favorece la expulsión de toxinas, permite una más profunda evacuación del aire y contribuye a disipar el exceso de calor corporal. El hecho de mantener la lengua pegada al paladar hace que las corrientes de aire que salen por la boca hacia el exterior queden amortiguadas y moduladas, lo cual facilita una exhalación lenta y constante.


Pausa

Cuando los pulmones estén completamente vacíos, bloquee la garganta con la glotis para que el aire de la atmósfera no se precipite a llenar los pulmones. En este punto, espere unos segundos para que la pared abdominal y el diafragma puedan volver a relajarse y luego comience poco a poco la siguiente inhalación a través de la nariz. Si ha de tomar aire con un jadeo, eso quiere decir que la pausa ha sido demasiado larga.





LOS TRES CERROJOS



Durante la retención del aliento, los Tres Cerrojos desencadenan las reacciones bioquímicas y bioeléctricas que proporcionan beneficios terapéuticos a los órganos internos del cuerpo y a la red de energía, y favorecen la circulación de la sangre y la energía por todo el organismo. Deben aplicarse hacia el final de la fase de inhalación, mantenerse durante la retención y aflojarse cuando comienza la exhalación.

El cerrojo anal

Toda la cavidad pélvica está provista de un resistente entramado de músculos que de hecho constituye otro diafragma, llamado «diafragma urogenital». Estos músculos sostienen y controlan el ano, el recto, el perineo y el aparato urogenital. Cuando los pulmones se llenan y el diafragma se dilata, el aumento de presión en el abdomen repercute sobre el blando ligamento inferior de la pelvis. Esto no sólo contrarresta el aumento de presión abdominal, sino que también estira y a la larga debilita los músculos y tendones del diafragma urogenital. Peor aún, permite que escape Qi por el ano y los conductos urogenitales, que atraviesan el diafragma interior así como el esófago atraviesa el diafragma superior.
Para mantener el incremento de presión abdominal sobre los órganos y glándulas, e impedir la pérdida de Qi por los orificios inferiores, hay que aplicar con firmeza el cerrojo anal. El ano está controlado por dos esfínteres, o músculos en forma de anillo. El esfínter exterior cierra la abertura externa, y el interior -situado dos o tres centímetros más arriba- cierra la abertura principal y está directamente conectado con el diafragma urogenital. La contracción del esfínter interior produce una poderosa estimulación de los nervios y glándulas del sacro e impide la pérdida de Qi. Asimismo, tensa y tonifica los tejidos de todo el diafragma urogenital y evita que se colapse a causa de la presión hacia abajo ejercida por el diafragma superior y los órganos del abdomen.

He aquí cómo se aplica el cerrojo anal: cuando la inhalación llega a su máximo, concentre la atención en el ano y contraiga el esfínter exterior. Esto es fácil. Acto seguido efectúe una nueva contracción, más intensa, profunda y deliberada, a cosa de dos o tres centímetros por encima de la primera. Notará inmediatamente una poderosa contracción en todo el ligamento inferior de la pelvis.

Al retener el aliento, el nervio neumogástrico recibe una estimulación directa en su punto de origen en el cerebro. Cuando aplica al mismo tiempo el cerrojo anal, la raíz de este poderoso nervio, en el sacro, recibe también una estimulación similar, con lo que resultan muy favorecidas todas las funciones orgánicas controladas por el nervio neumogástrico. La contracción del diafragma urogenital con el cerrojo anal ejerce también una presión estimulante sobre una glándula poco conocida pero muy importante denominada «glándula de Luschka», que cuelga como una cereza al extremo del cóccix. En su libro sobre la respiración, Van Lysebeth incluye la siguiente cita del Dr. R. Polderman, médico y terapeuta yóguico holandés:
Se trata de una masa irregular de células situadas en la punta del cóccix... Cuando se practica el bloqueo del esfínter anal, sus terminaciones nerviosas son estimuladas. Este cuerpo coccígeo está directamente conectado con el ganglio asimétrico -un centro nervioso autónomo- a través de sus fibras nerviosas.

Mediante la correcta aplicación del cerrojo anal se obtienen profundos beneficios terapéuticos para todos los órganos y funciones relacionados con la región sacra, tales como la defecación, la peristalsis, la función prostática, la menstruación, las secreciones ováricas v testiculares, la eyaculación, la micción y otras. Además, el cerrojo anal ejercita precisamente aquellos músculos, tendones, nervios y esfínteres relacionados, en los varones, con el control de la eyaculación, que resulta cada vez más fácil a medida que el hombre va dominando el control de la respiración.

La práctica del cerrojo anal previene y cura las hemorroides, causadas por la estancación de la sangre en los minúsculos capilares de los esfínteres anales. Cada contracción y relajación de estos esfínteres expulsa la sangre estancada y atrae sangre fresca. Practique el cerrojo anal unas cuantas veces al final de cada movimiento intestinal, utilizando la postura acuclillada. Esto ayuda a expulsar los residuos fecales en una última evacuación y provee a los esfínteres de sangre fresca y energía una vez realizado su trabajo excretor. Todos los animales contraen y relajan rítmicamente el ano al terminar sus evacuaciones, y también los humanos deberían hacerlo.

en la próxima entrada se explicarán los otros dos cerrojos

7/10/11

The hippopotamus

The broad-backed hippopotamus
Rests on his belly in the mud;
Although he seems so firm to us
He is merely flesh and blood.

Flesh-and-blood is weak and frail,
Susceptible to nervous shock;
While the True Church can never fail
For it is based upon a rock.

The hippo's feeble steps may err
In compassing material ends,
While the True Church need never stir
To gather in its dividends.

The 'potamus can never reach
The mango on the mango-tree;
But fruits of pomegranate and peach
Refresh the Church from over sea.

At mating time the hippo's voice
Betrays inflexions hoarse and odd,
But every week we hear rejoice
The Church, at being one with God.

The hippopotamus's day
Is passed in sleep; at night he hunts;
God works in a mysterious way--
The Church can sleep and feed at once.

I saw the 'potamus take wing
Ascending from the damp savannas,
And quiring angels round him sing
The praise of God, in loud hosannas.

Blood of the Lamb shall wash him clean
And him shall heavenly arms enfold,
Among the saints he shall be seen
Performing on a harp of gold.

He shall be washed as white as snow,
By all the martyr'd virgins kist,
While the True Church remains below
Wrapt in the old miasmal mist.



TS ELiot

panorama

Usted se ha comunicado con el futuro
Marque 1 para crisis
2 para incertidumbre
3 para recortes en el gasto
4 para desempleo
5 para "no sé qué hacer de mi vida"
o aguarde y uno de nuestros asesores le ignorará




Viñeta de Erlich, El País

5/10/11

horáculo de la razón

Saludos a todos y todas. Muchas gracias por sintonizar con el consultorio de Noemi Concha, en el canal Ocho, el canal del tocomocho.
HOy tenemos una consulta especial de un oyente que nos pide consejo para saber qué incluir en su equipqje, ya que se dispone a hacer un gran viaje por el gran norte.

- HOla?
- Si hola
- Cuál es su nombre?
- Ñario Casadefús
- Es ese su nombre real?
- No
- Está bien, procedamos con la tirada de dados. Ha salido un tres y un cuatro. Las cartas son onerosas...

- 6 pares de calcetines... (si al terminar de empaquetar te quedan huecos mete más pares, por si las lluvias. Mete más todavía si prescindes de la electrónica, puede que lleves una vida más salvaje de lo que piensas). Los dados dicen que esto ocurrirá casi seguro.

- 8 calzoncillos... (Ñario, yo añadiría un invento increíble: un pantalón de pijama de esos finos y ceñidos, seguro que tienes alguno viejo por ahi, para ponértelo bajo los pantalones en invierno, una gozada, ademas puedes ir sin calzoncillos)

- 4 pañuelos tela... (para que, puedes meter menos y lavar más)

- 2/3 pares de pantalones largos... ( Ñario, hijo mío, los dados me dicen que 1 es necesidad, 2 por estética, 3 es un lujo. Si te va bien siempre podrás comprarte unos. En invierno las maletas engordan)

- 1 pantalones cortos deporte que se puedan llevar por la calle... (si te vas parriba dudo que los vayas a necesitar, de deporte si pero largos mejor, siempre es má fácil cortar que tejer, no crees Ñario?)

- 1 zapatillas (sí, ¿qué más?)
- 1 zapatos informales... (añade o sustituye, pero no olvides llevar algunos de o como de montaña, pueden salvarte de las lluvias perpetuas)

- 5/6 camisetas... (atención a la proporción manga corta/larga, y camisetas de interior, una mínimo)

- 2 camisas... (Ñario, los dados no van por ahí... no sea que no te las pongas nunca, los dados me dicen que 1)no confías en tu gusto, te da vergüenza, 2)nunca vas a ir a una entrevista de trabajo 3)con tus camisas de rayas parecerá que acabas de salir de la cárcel)

- 1 cinturón

- 1 cazadora (con capucha Ñario, con Kapucha...)

- 1 jersey (solo 1?)

- 1 braga (para la cabeza Ñario, para la cabeza)

- 1 desodorante
- 1 cepillo de dientes (cómprate uno nuevo cuando llegues, da buena suerte. Y un jabón de glicerina para el body)
- 1 dentífrico
- 1 tijeras medianas para uñas... (Ñario, veo en los dados que un día caminarás descalzo sobre asfalto en mitad de la noche...)
- 1 toalla mediana
- 1 botes champu pequeño
- 1 máquina de afeitar
- 1 peine (para qué? los dados me dicen...)
- 1 cabeza con cerebro (la tuya a ser posible, Ñario)
Los condones los puedes comprar cuando llegues, tranquilo

Ahora voy a proceder a tirar los dados para ayudarte a elegir cosas que se te olvidan. Ha salido doble cinco.

- 1 ALARGADOR (pequeño) (para los enchufes, Ñario)
- 1 Flexo portatil (lograrás una atmósfera adecuada que te ayudará a pensar)
- 1 vino /dulces/embutido de tu pueblo
- 1 MECHERO (vivas donde vivas, hagas lo que hagas, siempre son necesarios. No menosprecies millones de años de evolución)
- 1 NAVAJA MULTIUSOS (para cortar pan y queso, abrir botellas, por desconfianza en la higiene de la cubertería local, defensa personal....)
- Portátil
- Cable portatil
- Lapiz usb (eso para que sirve) Tirada de dados (SOBRA)
- 1 disco duro portátil (para que sirve?) (SOBRA)
- 3 dvds virgen + 5 cds virgen (para que) (SOBRA)
- Nintendo ds (para que) te diría que SOBRA, pero como es pequeña y ameniza los viajes, los dados te lo perdonan.

- Mp3
- 2 auriculares
- Teléfono móvil (no olvidar cargador del movil y batería del portatil)

- Foto autografiada del Mago Chan y otra del rey

- CV inventado 1/2/3
- Certificados de diomas y de cursos
- Pasaporte (el falso inclusive)
- Tarjeta sanitaria europea (se aconseja no ponerse malo)

- libro de gramatica del idioma extranjero
- album de fotografias del peluche
- libro de tu autor preferido (alguno de ellos impreso para poder leer si acabas in-prisión)

Ñario, hemos acabado. Aún podemos efectuar una tirada más por si el halo oculto se ha quedado algo en la manga.
Sí, nos dice que sí. Adelante...

(opcional. PARA TODO LO DEMAS MASPETARD
- la Ps2 (que dices...) (si te llevas es para venderla) SOBRA QUE TE SOBRA de SOBRA
- Gafas nuevas- 100€
- Camara digitl nueva- 120€ (pa que, luego te quejas de que no tienes pasta)
- Traductormultilenguaje- 1007150€ (inútil, ejercita el lenguaje no verbal, mucho más valioso)
- Mini despertador (tu movil)-mp3player (tu mp3)-video player (tu ordenata) 0€
- Cinta americana 12€ (lo siento, los dados no saben qué es eso)


ESTAS RECOMENDACIONES ESTAN SUJETAS A CAMBIOS DEPENDIENDO DE SU LUGAR DE DESTINO. PARA MAS INFORMACION CONSULTE EL HOROSCOPO DE LA RAZÓN
O ACUDA AL CONSULTORIO DE NOEMI CONCHA, CALLE DEL PERPETUO ESCOZOR, SAN GUIJUELO DEL DEDILLO, nº 8

3/10/11




¿Tendrán los robots algún interés en parecerse a los humanos? Uno podría intentar contestar a esta pregunta con una pregunta en sentido opuesto.
¿Podrá un «Chevrolet» tener interés en parecerse a un «Cadillac»?
Una pregunta así expuesta creo que nos llevaría a la conclusión de que una máquina no tendría tal interés.
Pero igualmente ocurre que un robot no es totalmente una máquina. Un robot es una máquina que ha sido hecha lo más parecida posible a un ser humano, y muchas veces existen puntos en común que hacen difusa la diferencia.
Nos es posible dar ejemplos de la vida diaria. Una lombriz no aspira a ser una serpiente. Un hipopótamo no tiene ningún interés especial en ser un elefante. En realidad, no tenemos razón para pensar que tales criaturas tienen conciencia propia y añoran ser algo distinto de lo que son. Los chimpancés y los gorilas parecen tener cierto grado de conciencia, pero nada nos autoriza a pensar de que tengan un especial interés en asemejarse a los humanos.
Sin embargo, un ser humano sueña con una vida que vaya más allá de la muerte e incluso desearía ser un ángel. Por todas partes la vida se interrelaciona en determinados puntos. En alguno de esos puntos, una especie de conciencia se le hace presente indicándole que no sólo es consciente de sí mismo, sino que tiene la capacidad de estar disconforme consigo mismo.
Tal vez ese apenas perceptible margen sea algún día cruzado en el proceso de la creación de los robots.
Pero si aceptamos que un robot pudiera alguna vez aspirar a sentirse humano, ¿cuáles serían las características de esa aspiración?
Podría desear tener los mismos derechos legales y sociales que los humanos de nacimiento. Éste fue el tema de mi relato El hombre bicentenario, y en la prosecución de tales derechos mi personaje robot se mostraba deseoso de renunciar a todas sus cualidades robóticas, en favor de su humanidad.
Este relato fue, en realidad, más filosófico que ajustado a la realidad. ¿Qué posee un ser humano que un robot realmente pudiera envidiarle, ya sea esto fisico o mental? Ningún robot sensato envidiaría la fragilidad de los humanos, o su incapacidad para resistir pequeños cambios en el medio ambiente que le es habitual, o la necesidad de dormir, o su predisposición a cometer pequeños errores, o la tendencia a contraer infecciones y enfermedades degenerativas, o su incapacidad de controlar irracionales estallidos de emocionalidad.
Sería más razonable que envidiara la capacidad humana para fomentar el amor, la amistad y el compañerismo, su ilimitado sentido de la curiosidad, su ansiedad por adquirir conocimientos. Sin embargo, me gustaría sugerir que un robot que sintiera interés por asimilarse a lo humano, podría acabar descubriendo que lo que más querría comprender sería ese frustrante e impenetrable asunto que los humanos denominan sentido del humor.
El sentido del humor no es de ninguna manera universal entre los seres humanos. No obstante se encuentra en todas las culturas. He conocido a mucha gente quienes ni siquiera reían pero que te observaban con asombro o tal vez desprecio, en momentos en que uno intentaba hacer algún chiste. No necesito ir más allá que citar a mi padre, quien en forma rutinaria se encogía de hombros ante los chistes más originales de que me sintiera capaz, considerandolos impropios de la atención de un hombre serio. (Afortunadamente mi madre si se reía con la mayor espontaneidad ante todos mis chistes; de no haber sido por ella tal vez me hubiera criado bastante mediocre emocionalmente.)
Lo curioso acerca de este asunto del sentido del humor es que hasta donde yo he podido observar, ningún ser humano niega su existencia. La gente podría admitir que odia a los perros, y que le disgustan los niños, podrían confesar de plano que hacen trampas en su declaración de impuestos, o con respecto a la relación con su pareja y podrían no objetar ser considerados inhumanos o deshonestos, a través de la simple oportunidad de cambiar adjetivos y llamarse realistas o amigos del dinero.
No obstante lo cual, si se les acusa de carencia de sentido del humor lo negarán con vehemencia, no importa con qué evidencia y frecuencia lo demuestren. Mi padre, por ejemplo, siempre afirmaba que tenía un fino sentido del humor, estando dispuesto a probarlo cada vez que oyera un chiste que realmente valiera la pena celebrarlo (aunque por lo que yo siempre aprecié, nunca encontró ninguno que lo justificase).
¿Por qué razón entonces a la gente le desagrada que le digan que carecen de sentido del humor? Mi teoría es que las personas reconocen (inconscientemente), que el sentido del humor es la característica más propia de los humanos, y renuncian a que les reduzcan al nivel de la subhumanidad.
Sólo una vez traté el tema del sentido del humor en un relato de ciencia ficción, en Jokester, aparecido en diciembre de 1956, editada por Infinity Science Fiction y cuya mas reciente reedición apareció en la colección The Best Science Fiction of Isaac Asimov (Doubleday, 1986).
El protagonista de este relato pasaba su tiempo contándole chistes a un ordenador (seis de los cuales citaba en el transcurso de la novela). Un ordenador, por supuesto, no es mas que un robot que no puede
moverse, o lo que es lo mismo un robot es un ordenador con capacidad para desplazarse. Así que la novela trataba del tema de los ordenadores y los chistes. Desafortunadamente, el problema en este cuento en el que se buscaba una solución no era respecto a la naturaleza del humor, sino la fuente de todos los chistes que uno oye. Hay una respuesta también, pero para enterarse de ella será necesario que usted mismo lea el cuento.
Sin embargo, yo no sólo escribo sobre temas de ciencia ficción. Lo hago acerca de todo aquello que me produce algún interés y sea aceptado por el público lector (e igualmente con ayuda de la suerte), y mis editores tienen la fantástica impresión de que no es lícito dejar de publicar cualquier manuscrito que les presente (y pueden estar seguros que nunca los desengañaré de esta curiosa opinión).
De manera que, en determinado momento, me decidí a escribir un libro de chistes. Houghton-Mifflin, lo publicó en 1971, con el título de Isaac Asimov's Treasury of Humor. En él se contaban 640 chistes que había ido reuniendo en mi memoria. (Aún tengo una selección que bien podría titularse Isaac Asimov Laughs Again, pero parece que nunca logro encontrar tiempo para escribirlo, no importa el esfuerzo que ponga en ello ni la velocidad con que me ponga a escribirlo.) Voy esparciendo estos chistes según mi particular teoría acerca de lo que es gracioso y de cómo puede uno lograr expresar cosas chistosas de la manera más agradable posible.
No se preocupen, existen tantas diferentes teorías respecto al humor que no hay dos personas que escriban sobre el tema de la misma forma. Algunos son mucho más tontos y simples que otros, y no siento ningún tipo de compromiso en agregar mis propios comentarios sobre un tema tan controvertido.
Es mi intención exponerlo en la forma mas sucinta posible, lograr que un preciso ingrediente en el chiste cause un rápido giro en el desenlace esperado. Cuanto más radical sea la modificación mayor rapidez se le requerirá, cuanto más rápidamente es apreciado el giro, mayor será la risa y lo que se disfrute de ello.
Permitanme que les dé un ejemplo con un chiste que es uno de los pocos que yo mismo inventé.
Jim, entra en un bar y encuentra a su mejor amigo Bill en una mesa apartada, procupado, observando un vaso de cerveza y con un aspecto de gran solemnidad en su cara. Jim se sienta en la mesa y amistosamente le pregunta:
— ¿Qué te ocurre Bill?
Bill suspira y dice:
— Mi mujer se marchó ayer con mi mejor amigo.
Jim agrega conmovido:
— ¿Qué quieres decir con eso, Bill? Yo soy tu mejor amigo.
Ante lo cual Bill contesta con voz queda:
— No a partir de ahora.
Confio que se hayan percatado en el cambio del punto de vista. La natural suposición es que el pobre Bill está hundido en la tristeza por el peso de la pérdida. Sólo a través de las cinco últimas palabras uno se da cuenta repentinamente de que, en realidad, está encantado. Que el ser humano medio es bastante ambivalente respecto a su esposa (no obstante lo querida que ella pueda ser), para recibir este particular punto de vista con agrado.
Ahora bien si un robot es diseñado con un cerebro que responda sólo en forma lógica (¿y qué otro uso haría cualquier otra clase de cerebro de robot para los humanos que desean utilizar robots para su propio uso?) Un cambio repentino en este punto de vista sería dificil de lograr. Implicaría que las reglas de la lógica estaban equivocadas, en primer lugar, o eran capaces de una flexibilidad de la cual obviamente carecen. Por otra parte, sería peligroso construir este tipo de ambivalencia en el cerebro de un robot. Lo que de él deseamos es decisión y no un estado de permanente inestabilidad del tipo Hamlet.
Imaginémonos, por lo tanto. que le contamos el chiste que acabo de mencionar a un robot, e imaginemos que el robot nos mira con firmeza y seriedad luego de escuchar el chiste. Probablemente le hará el siguiente comentario.
Robot: - ¿Pero por qué ya no es Jim el mejor amigo de Bill?
Usted previamente no ha descrito a Jim como si anteriormente hubiera hecho algo incorrecto y que fuera motivo para que Bill estuviera disgustado o molesto con él.
Usted: - Bueno, la verdad es que Jim no ha hecho nada. En realidad, alguien ha hecho algo a Bill que le ha resultado tan agradable que le ha ascendido en la cabeza de Jim y éste se ha convertido de repente en el nuevo mejor amigo de Bill.
Robot: - ¿Pero quién ha hecho una cosa así?
Usted: - El hombre que se escapó con la mujer de Bill, por supuesto.
Robot, tras un instante de reflexión: - Pero eso no es posible. Bill debe de haber sentido un profundo afecto por su esposa y una gran pena ante su pérdida. ¿No es acaso ésa la forma en que los humanos sienten acerca de sus esposas y lo que suelen sentir ante su pérdida?
Usted: - Por lo menos en teoría es así. Sin embargo, resulta que no sentía ese general aprecio por su esposa, y le complació que alguien huyera con ella.
Robot (después de otros segundos de reflexión): - Pero es que usted no me advirtió de tal circunstancia.
Usted: - Lo sé, ahí precisamente radica el chiste. Con toda intención te orienté en una dirección, y luego repentinamente te hice saber que era una dirección errónea.
Robot: - ¿Y resulta divertido el engañar a una persona?
Usted (rindiéndose): -Bueno, dejemos el asunto.
En realidad, algunos chistes dependen de la parte ilógica de los seres humanos. Consideremos este otro:
Un empedernido apostador de carreras de caballos se detiene un instante antes de acercarse a la taquilla de apuestas, y ruega con fervor a su Hacedor:
— Dios mío -murmura con la mas profunda sinceridad-. Se muy bien que desapruebas mi vicio por el juego, pero aunque sólo sea por esta vez, Señor, por favor, déjame ganar a lo menos lo apostado; es tanto lo que necesito raalmente el dinero.
Si usted cometiera la tontería de contarle este chiste a un robot, seguro que le respondería:
— ¿Pero qué sentido tiene que esa persona obtenga exactamente el mismo dinero que ha apostado?
— Sí, de eso se trata.
— Pero si tan necesitado está de dinero, todo lo mas que necesitaría hacer sería simplemente no apostar, y se cumplirían con mas facilidad sus deseos de salir sin perder ni ganar.
— De acuerdo, pero tiene una imperiosa e irracional necesidad de apostar.
— Quiere decir que mantiene ese deseo aún ante el riesgo de perder.
— Así es.
— Pero, una cosa así, carece de sentido.
— Es que la clave del chiste radica precisamente en que el jugador empedernido no es capaz de comprender una cosa así.
— ¿Intenta acaso decirme que resulta gracioso el hecho de que una persona esté desprovista de lógica y no posea el más mínimo sentido común?
Ante preguntas así, nuevamente resulta más sensato cambiar de tema.
¿Pero dígame una cosa: es esto tan diferente de hacerse comprender por el promedio de los humanos que, por naturaleza, carecen de sentido del humor?
Una vez le conté a mi padre este chiste:
»La señora Jones, la casera de una casa de huéspedes, se despierta en medio de la noche porque oye ruidos extraños en su puerta. Sale a observar lo que ocurre y se encuentra con Robinson, uno de sus inquilinos, empeñado en hacer subir por las escaleras a un caballo asustado. Le increpa:
— ¿Que está haciendo, señor Robinson?
Él le responde:
— Trato de llevar al caballo al cuarto de baño.
— Por Dios, hombre, ¿para qué?
— La verdad es que el viejo Higginbotham es un tipo tan sensato y prudente, que cada vez que le digo algo él me responde: «Lo sé, lo sé.» Y además lo hace de una manera muy convincente. Pues bien, por la mañana, irá al cuarto de baño y saldrá gritando: «Hay un caballo en el lavabo.» Y yo bostezando le responderé: «Lo sé, lo sé.»
¿Y cuál fue la respuesta de mi padre? Me contestó:
— Isaac, Isaac. Tú eres un chico de ciudad, por lo tanto no eres capaz de comprender que no es posible obligar a un caballo a subir unas escaleras en contra de su voluntad.
Personalmente creo que esta observación resultó aún más graciosa que mi chiste.
De todas maneras, no termino de comprender por qué deberíamos desear que un robot tuviera sentido del humor. El problema en sí realmente consistiría en que el robot quisiera poseerlo por su propia voluntad. ¿De qué manera nos valdríamos entonces para dar cumplimiento a tal deseo?


Isaac Asimov, Prodigio